La pasión que Felipe Marcelo Herrera tiene por los reeles nació hace poco más de un año, cuando llegó a sus manos un viejo Pescador 223, una joya bien argenta que regaló y sigue regalando satisfacciones a los pescadores del Litoral pese al paso de los años. A partir de ese entonces, para “El tucu”, como lo conocen todos, nada fue igual. Es que sin querer se volvió un fanático de esos objetos que le facilitan la vida al pescador.
Radicado en Posadas hace trece años, suele disfrutar de la pesca en el río Paraná y forma parte del grupo que se reúne a darle rienda suelta a esa pasión en el último tramo de la Costanera de Posadas.
“Siempre me gustó la pesca”, arranca frente a su colección, que sorprende por la variedad y antigüedad de algunos de esos carretes.
“El año pasado tenía un reel rotativo y cuando volví a pescar lo cambié por uno frontal, que desarmé para conocer su funcionamiento y limpiarlo. Después, casi sin darme cuenta, ya conseguí un lote de reeles y empecé a investigar. Así me enteré que que había marcas argentinas que fueron muy usadas”, contó a Río Arriba.
Algunos viejos pescadores como Roberto Hoffmann o Lalo Ramos hicieron que Herrera empezara a descubrir nuevos modelos y marcas. “Cada uno que conseguía lo desarmaba y veía el mecanismo de funcionamiento. Si falta alguna pieza me pongo en campaña para conseguirla, acondicionarlo y dejarlo listo para usarlo. Hoy tengo más de 130 que están listos y muchos a los que todavía le faltan partes porque no es fácil conseguirlas”, explicó. Internet terminó siendo un gran aliado de su hobby.
Es que algunos tutoriales lo sacaron de aprietos al momento de armar reeles complejos; y también le permitió entrar en contacto con otros coleccionistas del país, comprar algunos más o canjear alguno de los suyos por alguna joyita que aparecía dando vueltas.
Así fue como se quedó con todos los reeles de un lituano que pescaba en Mar del Plata. Su hija decidió vender los equipos que el hombre usaba para la pesca en el mar y ahora Herrera es el fiel depositario de esas reliquias. Así, en poco tiempo logró juntar reeles de Japón, Korea, Francia, Estados Unidos, Argentina y algunas antigüedades que hasta ahora son de origen desconocido.
“Entre los más raros está uno que tiene la parte superior del carretel en forma de estrella. También tengo uno automático, que es como a cuerda. Ese reel es de origen norteamericano y tiene adentro una especie de cinta que se enrolla y al liberarse permite recoger más rápido el nylon. Hay otro de origen francés que no tiene rulemán sino un bolillero como si fuera la masa de una bicicleta, cada uno tiene algo diferente. Es increíble”, se entusiasma delante de una mesa repleta de reeles.
Los criollos Escualos “trabajan con un sinfín y tienen una gran fuerza de arrastre. Los conozco en profundidad porque los desarmé a todos”, ilustra.
Herrera asegura que su idea es ir probando cada uno de ellos en el Paraná, aunque reconoce que para pescar prefiere los más modernos porque son livianos. Casi todos exhiben en su estructura el paso del tiempo pero no por ello perdieron su atractivo.
Claro que a los reeles “El Tucu” le sumó algunas cañas, entre ellas una octogonal de tres tramos que restauró y espera la oportunidad para probarla “porque quiero saber qué sentían los pescadores al usarla”, explicó.
Este coleccionista de alma también atesora algunos señuelos antiguos, algunos de los cuales son tan raros que tuvo tentadoras ofertas que dejó pasar. Su sueño es ampliar la colección y algún día tener la posibilidad de poder exhibir esos reeles que supieron hacer historia.