El viento aumentó notablemente al ingresar la comitiva judicial al pinar y también se escuchó más fuerte el sonido característico de las hojas y ramas de los árboles al friccionarse. Un sonido indescriptible e incómodo que invadió la atmósfera.
Dos de los imputados se detuvieron frente a la cruz que recuerda el lugar exacto donde fue asesinada Miriam Estela Cubas (16) y bajaron la cabeza. Es que justo en ese momento, y como una mueca macabra del destino, dos menores que regresaban de la escuela pasaron por el lugar frente a los acusados.
Charlaban cosas de adolescentes y ni se percataron de la presencia de los acusados esposados. Ambas estudiantes llegaron a sus hogares sanas y salvas, como debe ser, como debió haber sido siempre.
En qué consistió la inspección
El juicio comenzó ayer a las 9 en el Tribunal Penal 1 de Eldorado. Unos 45 minutos después, tras finalizar la lectura de requerimiento de elevación a juicio, el alto cuerpo presidido por el magistrado Atilio León e integrado por Lyda Inés Gallardo y María Carla Bergottini (subrogante y camarista civil) hizo lugar al pedido del fiscal Federico José Rodríguez de realizar la inspección ocular en la escena del crimen de Miriam, en Puerto Piray.
Los mencionados funcionarios judiciales, acompañados por sus secretarios, el representante de la querella, Fabio Toledano, y los abogados defensores de los acusados, se dirigieron al lugar, ubicado a unos 25 kilómetros de la sala de audiencias.
También lo hicieron dos de los imputados, justamente quienes eran menores al momento del hecho: Enzo Javier Alvez Da Silva (20) y Cristian Vargas (22). Ambos están representados por el letrado Rodrigo Torres Mourat.
El objetivo de la medida era visualizar con precisión dónde ocurrió el crimen, los lugares por los que declaró haber circulado el día del hecho Da Silva y en qué puntos claves dijo haber visto al otro coimputado, Ariel “Chinchulín” Cardozo (24), según dijo en la instrucción.
Una vez comenzada la inspección, el fiscal revisó todas las vías de escape que pudo tener quien o quienes terminaron con la vida de la joven.
Además, las partes se fueron formando una idea aproximada de cómo es la zona, en virtud de que más de 30 testigos deben declarar en la continuidad del juicio y muchos de ellos estuvieron en ese lugar o en las proximidades.
“Esto sirve para que veamos más allá del croquis que confeccionó la policía durante la investigación”, deslizó un miembro de la comitiva.
Para ello fue fundamental la colaboración de efectivos de la Unidad Regional III de Eldorado que oficiaron de “baqueanos”.
Parte del recorrido fue de a pie y la otra en vehículo, teniendo en cuenta lo extenso e impenetrable de los trillos, ingresando unos 3 kilómetros desde la ruta nacional 12 por el acceso principal a Puerto Piray.
Básicamente se hizo el trayecto que recorrió la víctima aquel 7 de abril de 2015 entre las 16.30 y las 16.45, desde la escuela BOP 37, donde asistía a clases, hasta su domicilio en el barrio San José Obrero.
Se trata de un trillo ubicado a unos 250 metros del colegio y que se extiende unos 300 metros hasta el lugar donde fue interceptada por sus victimarios, en medio de un pinar. Sólo le faltaban otros 500 metros para llegar a su hogar.
Por lo tupido de la vegetación y arboledas, la inspección se extendió ayer desde las 10.45 hasta pasado el mediodía.
“Lo vi junto al cuerpo y corrí”
“Lo vi a él y el cuerpo de ella. Luego observé que él corría. Yo hice lo mismo, escapé hasta que me encontré con un vecino y le pedí que llame a la Policía. Luego volvimos y me dio miedo que esté escondido y por eso me fui por un atajo a mi casa”.
La frase, dicha ayer en medio de la inspección ocular, pertenece a Alvez Da Silva, uno de los tres acusados. Vale aclarar que cuando el joven manifestó “lo ví a él”, tal vez se refería al mismo que señaló durante la instrucción de la causa: “Chinchulín” Cardozo.
No obstante, el Tribunal aclaró a este Diario que ayer el acusado no estaba declarando ni siendo indagado, solamente estaba participando junto a su abogado de la medida “in situ”, por lo que su testimonio fue tomado como puramente descriptivo.
En la próxima jornada tendrá la posibilidad de hablar o no, ante el Tribunal. En ese mismo trámite judicial estuvo presente otro de los jóvenes, Cristian Vargas, quien prácticamente fue de espectador.
En cuanto a “Chinchulín”, y basado en que durante la investigación previa al debate sostuvo que él no estuvo en el lugar, hizo uso de su derecho a no acudir a la inspección. En representación suya lo hizo su abogado, Guiller Itatí Jones.
Evidencias contra los acusados
De acuerdo a la requisitoria, las evidencias obtenidas por la Justicia contra los imputados en la instrucción de la causa son múltiples. Van desde testimonios e indicios hasta pruebas materiales y genéticas, identikit y ronda de identificación de sospechosos.
Sobre el principal acusado, “Chinchulín”, existen las declaraciones de uno de los coimputados, Alvez Da Silva, que dijo haberlo visto tras perpetrar el crimen y que corrió “porque temió por su vida”.
Otra prueba de cargo que pesa sobre Cardozo es el cuchillo de 17 centímetros de hoja hallado en el entretecho de la letrina de su domicilio (en cercanías del lugar del hecho), que al analizar las muestras de sangre dio resultado positivo, un 99,9 por ciento de similitud con el patrón genético de la víctima.
Contra Da Silva existe un testigo clave que lo vio a 100 metros de donde estaba la víctima (aún con vida, según figura en el expediente) y juntos fueron a pedir un teléfono para llamar a la policía. Eso lo ubicó en la escena. Por si fuera poco, su padre dijo a los investigadores que él le confesó que “habían matado a Miriam Cubas”.
Cristian Vargas, en tanto, afirmó en sede judicial haber estado “fumando junto a los otros coimputados en un cerro en el mismo horario en el que ocurrió el hecho”.
Luego fue acusado por Da Silva, ya que el citado testigo clave afirmó que cuando lo encontró cerca del lugar del crimen, le repetía en todo momento: “Acordate que a ella le mató Cristian Vargas con ‘Chinchulín’”, según consta en el pedido de elevación.
Antes del traslado para la inspección ocular, el acusado “Chinchulín” alcanzó a responder a PRIMERA EDICIÓN: “Soy inocente, yo no la maté y lo digo ante Dios y los jueces. Me involucraron para que ellos zafen”.
Uno de los tantos datos llamativos del comienzo del debate es que uno de los imputados estaba en libertad hasta horas antes del juicio. Se trata de Cristian Vargas, quien fue trasladado por la fuerza pública hasta la sala de audiencias y permaneció en todo momento esposado. El viernes fueron a buscarlo a su domicilio declarado en Posadas y no lo ubicaron. Tras unas horas, fue localizado y aprehendido.
Fuentes del caso indicaron que probablemente permanezca detenido hasta la finalización del proceso, teniendo en cuenta que no fue hallado en su domicilio cuando la policía fue a buscarlo y temen que pueda volver a incurrir en otra ausencia.
El Tribunal Penal, una vez finalizada la pericia ocular, anunció que, de no haber modificaciones de último momento, el juicio continuará el próximo lunes 24 de junio a las 8.30 en la sala de debates de la calle San Juan casi América, en el centro eldoradense.
En la oportunidad los imputados tendrán la posibilidad de declarar y dar su versión de los hechos o de abstenerse. Acto seguido, comenzará la ronda de testigos.
Motivos y autor, no determinados
Surgió de la lectura de la requisitoria de elevación a juicio que no se pudo determinar con precisión los motivos del ataque mortal a la menor Miriam Cubas, a quien le asestaron cinco cuchilladas mortales: una en el abdomen, tres en la espalda y otra en el rostro. La causa del deceso fue por shock hipovolémico, es decir ,desangrado.
No hubo ataque sexual y tampoco robo, ya que la jarra de tereré y la mochila que llevaba la víctima fueron encontradas junto a su cadáver. Se infiere tras la instrucción que los imputados “actuaron con premeditación, que planificaron el ataque y que todos cumplieron un rol, Hubo una trompada y forcejeo previo al ataque con arma blanca”. No obstante, no se pudo determinar quién de ellos ejecutó a la estudiante. Llegaron a este juicio acusados del delito de “homicidio agravado por alevosía, en concurso real de dos o más personas”, lo que prevé la prisión perpetua.