Para solucionar el problema de bajo rendimiento en los cultivos de maíz y soja en las chacras de pequeños productores de Misiones, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) trabaja en el desarrollo de semillas convencionales no transgénicas. En la provincia se encuentran aproximadamente 30 mil hectáreas de maíz, y unas 5 mil hectáreas de soja en la costa del río Uruguay.
En la Estación experimental del INTA en Cerro Azul, el equipo de técnicos de Cultivos Anuales llevó adelante distintos proyectos para el mejoramiento genético de dichos cultivares.
“En soja trabajamos con variedades genéticas resistentes a enfermedades que afectan al grano, y en el maíz se busca solucionar un problema regional por el cual el pequeño productor utiliza muchísima superficie para obtener la cantidad que requiere para subsistencia o alimentar animales”, explicó el licenciado en Genética, Adrián De Lucia.
En el caso del maíz, precisó que en Misiones “los rindes son muy bajos” y manifestó que “en una hectárea en el mejor de los casos se obtienen entre 2 o 4 mil kilos con variedades de semillas locales”, y la idea es que esta cantidad se produzca en un cuarto de hectárea.
“Esto más que un planteo económico, es familiar porque se trabaja mucho tiempo con la familia y se destina casi toda la superficie de la chacra para obtener esa la cantidad de maíz necesaria. Entonces al presentarle esa variedad con mejor rendimiento se les permite achicar la superficie, la mano de obra y obtener, a su vez, el mismo resultado”, destacó De Lucia.
Mientras que en el caso de la soja, detalló que trabajan en el desarrollo de una variedad convencional y no transgénica, con triple resistencia al hongo roya asiática que “es la principal enfermedad que afecta a este cultivo en Misiones”.
“La roya asiática es casi exclusivo de la provincia, causa un daño muy importante y ataca a la planta desde el inicio en el estado de cotiledón. Infecta a la hoja, produce una necrosis es decir, una muerte de la hoja; por lo cual la planta no puede fotosintetizar, ni llenar el grano y por esto no hay rendimiento”, definió el experto.
Contó que “esta enfermedad causó pérdidas en Brasil por más de 12 billones de dólares. Nuestra responsabilidad como INTA consiste en desarrollar variedades que tengan resistencia a este patógeno. A partir de un cultivar del INTA que es totalmente suceptible y una variedad resistente que nos aportó una institución de investigación japonesa, pudimos incorporar estos genes y lograr una variedad no transgénica que es totalmente resistente a la roya asiática”.
“Esos materiales andan muy bien, no se infectan, los trabajamos con convenios internacionales, porque la idea es que cuando la enfermedad llegue a la zona núcleo, tengamos una variedad para dar respuesta a la demanda, si bien no es un variedad transgénica por lo menos tendremos una genética disponible”, apuntó.
Aclaró, también, que en ambos casos se trabajó con híbridos, es decir con combinaciones de la misma especie de semillas, y no con variedades transgénicas que suponen la incorporación de genes de otras especies.
“No son semillas transgénicas, porque son convencionales. En los transgénicos se incorporan genes de otras especies y acá estamos incorporando genes de otra variedad. La metodología que utilizamos es el entrecruzamiento. Este proceso lleva ocho años, es un trabajo largo y costoso, ya que en cada generación se tiene que seleccionar la semilla con el gen incorporado y ahí volverla a cruzar al año siguiente”, sostuvo.
Desde el INTA indicaron que las distintas variedades de semillas se encuentran en proceso de inscripción en el Registro Nacional de Cultivares del Instituto Nacional de Semillas (INASE) y que en breve se estarían comercializando a través de las cooperadoras del ente para aquellos productores interesados en adquirirlas.
Investigaciones
En este sentido, De Lucia mencionó que en el grupo de Cultivos Anuales se llevan adelante tres líneas de investigación: “diversidad genética, manejo de cultivo y mejoramiento genético”.
“En diversidad genética lo que hacemos es caracterizar a las poblaciones locales de maíz, variedades comerciales e híbridos con el objetivo de buscar algunos caracteres agronómicos tanto para usarlos en un programa de mejoramiento o para la conservación de recursos genéticos”, expuso.
El manejo de cultivo, en tanto, “está relacionado a la gran heterogeneidad que existe hasta en un mismo lote” por lo que “es interesante reconocer cuáles son estas diferencias”.
Añadió que “se trabajan tanto los cultivos de adaptabilidad como su relación con el suelo, agua, nutrientes y con su resistencia en el manejo de plagas o enfermedades”.
Y, por último, en la línea de mejoramiento genético donde se trabaja con las semillas de maíz y de soja.
Sigue el debate por la modificación de la Ley de Semillas
Organizaciones e instituciones se pronunciaron en contra de la modificación de la Ley de Semillas que data de 1973 en Argentina, la cual legisla sobre toda la producción, certificación y comercialización de los granos.
En la Cámara de Diputados de la Nación están debatiendo sobre el tema desde el año pasado. Los legisladores buscan “modernizar” la actual normativa.
Es por eso, que desde los sectores agrarios y educativos piden que se tengan en cuenta ciertos puntos al momento de la modificación; los cuales se consideran esenciales.
De esta manera, solicitan que se amplíe el universo de productores con derecho al uso propio gratuito es decir, a la posibilidad de reproducir las semillas, una vez que fueron compradas, sin tener que abonar una nueva regalía a la empresa que la generó. Se debe a que “los intentos por modificar la ley tienen como objetivo cercenar la práctica de los productores agrarios a guardar, conservar, intercambiar y reproducir sus propias semillas”.
Por su parte, la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de La Plata fue la primera institución educativa en pronunciarse en contra de la reforma que pretenden tratar los legisladores.
Sostuvieron, a través de un comunicado, que “tras varias actividades, en abril pasado la Facultad le dijo no al proyecto de modificación de la norma de semillas”.
Desde la Casa de Estudios señalaron que es necesario contar con una normativa de “Semillas Integrales” y “no enmiendas parciales a la actual ley”.
Por ello, recalcaron que se requiere una modificación, pero “se debe atender al régimen de licencias obligatorias y de cláusulas antimonopólicas”.
En este marco, reconocieron que “están dando contratos abusivos a las multinacionales del agro que están afectando a numerosos agricultores”.
Además, expusieron que se debe “mantener el uso propio de todos los productores y no establecer un régimen de excepciones al pago de regalías extendidas, debido a que no se acordó que con esta figura que lesiona la libertad de los agricultores a seguir sembrando su propia semilla”.
Asimismo, desde la Facultad remarcaron que es necesario “establecer el principio de agotamiento de los derechos de propiedad intelectual con la compra de la semilla; como así también determinar un marco específico integral que incorpore definiciones de semillas nativas y criollas”.
Apuntaron que es de suma importancia que “la nueva normativa declare la invalidez de condiciones abusivas en la compra de semillas”. Agregaron: “Hay que mejorar las estructuras institucionales del Instituto Nacional de Semillas (INASE), de la Comisión Nacional de Semillas (CONASE) y del Consejo Federal de Semillas”.
En la otra vereda, las empresas de biotecnología reclamaron un marco legal que reconozca la inversión y la investigación que se necesita para producir cada nueva variedad e híbrido. Expusieron que debe haber un reconocimiento de la propiedad intelectual de estos desarrollos, que requieren no sólo innovación e investigación científica de base, sino también varios años de ensayos a campo y arduos trámites para aprobar una nueva variedad.