No son profesionales de la medicina sino voluntarias que se acercan a la institución por uno u otro motivo y se comprometen a trabajar en pos de la prevención. Es una palabra en la que insisten. “Si hacemos una prevención a través de todos los medios, de nuestros contactos, familiares o amistades, vamos a detectar el cáncer en forma temprana y eso nos permitirá hacer los estudios, la investigación que en cada caso corresponda”, confiaron las mujeres que conforman “la mesa grande” de LALCEC Posadas, presidida por Rosaura Sfeir.
Están donde se las requiere, donde pueden enseñar a prevenir la enfermedad y donde necesitan una palabra de aliento. Algunas llegaron invitadas, otras por iniciativa propia. Unas por haber vencido el diagnóstico, otras por el sólo hecho de colaborar con esta institución que inició sus actividades el 28 de abril de 1964 por inquietud del médico Rodolfo Torres.
“Fue un profesional muy querido que ante la incipiente cantidad de casos de cáncer propuso a un grupo de hombres y mujeres que se conformara aquí una sede de LALCEC Argentina. Así, se formó una comisión provisoria integrada pura y exclusivamente por personas voluntarias”, relató “Kunka” Mollet de Pierotti. La docente jubilada contó que en 2011 se acercó a la entidad “porque lo padecí. Me extirparon el útero porque tenía microcarcinomas, y 14 años después me apareció un linfoma no Hodgkin en un grado de mucha malignidad. Me sometí a quimioterapia, fui derivada a Buenos Aires donde durante dos meses me sometieron a radioterapia. Siempre tuve fuerzas pero sentía que el haber pasado por esa situación me daba más fuerza para poder testimoniar. Aquí nos familiarizamos con la palabra cáncer.
De esta manera tenemos la fuerza para afrontar la situación y salir adelante”, narró mientras mostraba sus cabellos fortalecidos como “el fruto de mi triunfo”.
Rosaura Sfeir, en tanto, admitió que “vine porque soy curiosa y me gusta hacer algo por alguien. Nanny de Rodríguez, me invitó, me integré, y aquí estoy. Tengo un grupo muy lindo de trabajo, con voluntad y muchas ganas de hacer cosas. La idea es que LALCEC esté presente en todos los acontecimientos”, comentó la profesora de educación física que, por su actividad tiene mayor facilidad para acercarse a las distintas instituciones colegas.
La presidenta es de la idea que “no es necesario que vengan siempre pero que colaboren en los eventos, como el próximo que se denominará Luzca bien, siéntase mejor”. Se refirió a la necesidad del acercamiento de los jóvenes y manifestó que el mayor problema “es la falta de compromiso. Por eso es bueno ir a los colegios porque los alumnos son los encargados de transmitir el mensaje”.
Pilar Etchegoin consideró que “muchas veces la gente joven tiene algo que se llama omnipotencia. Piensa que no le va a pasar, cuando sea más grande voy y contribuyo pero en eso hay que tomar conciencia. Antes se hablaba de 40 años pero ahora se bajaron los controles a 35”. A su entender, “la prevención es una conciencia social, no sólo individual. Una vez que te involucras y das el ejemplo, atraés y acompañás, porque vas hablando, y eso se contagia. Por eso es importante el voluntariado. Cada vez que nos abramos más a la sociedad, más vamos a lograr que la gente se pueda comprometer”.
Alicia Prétoli se considera una sobreviviente. Contó que tuvo cáncer de mama en 2014 cuando aún vivía en Rosario y que gracias a la prevención, “zafamos y estamos bien. Me hicieron quimio y rayos, un tratamiento durísimo pero que sirve para explicar a la gente que está atravesando esta enfermedad. No hay que tener miedo, hay que seguir adelante sin bajar la guardia”. Desde LALCEC “me apuntalaron mucho. Un día me invitaron a la reunión acá y me encantó. Es maravilloso poder ayudar a la gente”, dijo la comerciante que, además, de pintar es voluntaria del hospital de Pediatría y del Instituto Misionero de Cáncer. “Me hago tiempo para todo. De esa manera en mi cabeza revolotean los pájaros, pero no hacen nido”, sintetizó.
La meta, en general, es la prevención que implica hacerse controles anuales antes que aparezcan síntomas. Cuando las mujeres llegan a los 40 años, que es cuando comienza el gran cambio hormonal, deben concientizarse en que es necesario hacer controles anuales ginecológicos.
“Sabemos que dentro de la población femenina el cáncer más común es el de mama, de útero, y todo lo que tenga que ver con el aparato genital femenino. Entonces, es importante una vez al año, hacerse control de papanicolau, mamografías o ecografías mamarias. Hay una conciencia en los médicos que cuando piden rutina ya no es sangre, orina y huesos, sino que también piden estos controles. Lo bueno es que si llegase a aparecer algo, cuando es incipiente, es fácil de combatirlo.
Antes, cuando la mujer se resistía a asistir al ginecólogo, llegaba tarde”, confiaron desde el grupo.
“Nuestra misión es hacer tomar conciencia. Por eso en el año tenemos seis planes en los que hacemos tomar conciencia en cuanto a cáncer de mama, de útero, colon, pulmón, próstata y piel.
Todos son importantes pero LALCEC se destacó por los controles en papanicolau y mamografía”, apuntaron. Consideraron que “es muy bueno poder trabajar con la población femenina. Antes había más miedo a hacerse los controles y hablar en el caso que algo apareciera. Pero como en todas las cosas, a medida que se va haciendo más fácil la comunicación, las mujeres tenemos menos miedo”.
E hicieron suya un dicho del director médico de LALCEC que “siempre manifiesta que una sociedad bien informada tiene mejor salud. Cuando más lleguemos a los medios, más se informará la población y más conciencia va a tomar”.