Y precisamente esta consciencia de la respiración reúne postura relajada, abstracción de los sentidos y concentración, todo en presente, en el ahora, de una forma simple y accesible, para completar de maravilla nuestros días de descanso, tal vez luego de un hermoso paseo y de habernos solazado en la contemplación de un bellísimo paisaje.
Stella nos brinda instrucciones sencillas para disfrutar de este placentero, sencillo y beneficioso estado meditativo, en la lectura que ahora sintetizamos y compartimos:
La meditación centrada en la respiración recibe el nombre de Anapana-Sati. Consiste en inhalar con plena atención y exhalar con plena atención, observando el principio, el medio y el final de cada movimiento o ciclo respiratorio como si fuese algo nuevo y único. Así, la respiración se vuelve calmada y tranquila, transmitiendo ese estado a la totalidad del cuerpo y la mente.
Si no se ha realizado esta experiencia antes, es conveniente comenzar contando las respiraciones del uno al diez, por ejemplo: inhalo, cuento uno y exhalo… inhalo, cuento dos y exhalo… todo lento y muy sentido. En ningún momento debe haber esfuerzo o tratar de controlar la respiración. Sólo observar y contar. Y si nos perdemos o sentimos alguna modificación en los ciclos, como que sobra o falta aire… no importa… comenzamos de nuevo con la atención centrada en la respiración y el conteo calmadamente, las veces que sea necesario… total… ¿qué apuro hay?… si estamos de vacaciones.
Luego de practicar un rato con el conteo podremos pasar al seguimiento de la respiración natural. Para ello, nuestra atención estará centrada en percibir todas sus características, observando si se modifica, si es regular o irregular, si se acorta o se alarga. Solamente observamos. En ningún momento juzgamos o analizamos. La ecuanimidad debe mantenerse siempre.
Entonces, pasados unos minutos podemos centrar la atención en las fosas nasales, en la frescura del aire que entra, en la calidez del aire que sale. Luego, la atención se extiende al paso del aire por el área faríngea, inhalando naturalmente sin forzar la entrada del aire y dejando que la exhalación se alargue todo lo posible, de manera uniforme y casi imperceptiblemente.
De este modo, la consciencia se mantiene focalizada en el movimiento respiratorio y en lo que ocurre en la totalidad del cuerpo a partir de ese movimiento. A partir de esta base, Stella nos propone la siguiente guía para la práctica de la meditación centrada en la respiración:
Siéntese en una postura cómoda, con la espalda recta pero sin rigidez, con las manos apoyadas suavemente en el regazo, el dorso de la mano derecha sobre la palma de la mano izquierda, la cabeza alineada con el eje vertical del cuerpo, levemente inclinada hacia abajo, los ojos cerrados o semicerrados cómodamente. Relaje el cuerpo recorriéndolo mentalmente desde los pies hasta la cabeza. Percíbalo en su totalidad, perciba todas las sensaciones.
Lleve ahora la atención a la respiración espontánea, no la profundice, no la controle, no la modifique, sólo observe el suave fluir del aire que entra y sale. Tome consciencia de que está respirando con todo su ser. Perciba cómo naturalmente la respiración se va haciendo más lenta y profunda, observe cómo se va silenciando la mente al estar centrada en la respiración, no piense que respira. Sólo respire conscientemente en silencio. Observe ahora las pausas, los instantes de quietud entre exhalación e inhalación, cuando los pulmones quedan vacíos y la pausa entre la inhalación y la exhalación, cuando permanecen llenos de aire. Observe. Déjese estar, siéntase ser y si surge algún pensamiento, obsérvelo y déjelo pasar. Sólo piense que su cuerpo y su mente están en paz y felices. Luego de unos minutos vuelva a tomar consciencia global del cuerpo y de la mente, aquí y ahora… abra los ojos, estírese y sonría. Namasté.
Colabora
Ana Laborde
Profesora de Yoga
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