El maíz transgénico es una variedad cualquiera que fue modificada genéticamente, mediante técnicas de ingeniería genética, para incorporar genes de otras especies y tener mejores características, como por ejemplo resistencia a los agroquímicos y los insectos. Una variedad conocida es el maíz dulce.
En el mundo hay un debate importante sobre las ventajas y perjuicios que este tipo de producción acarrea, teniendo en cuenta que su plantación viene acompañada de la aplicación de grandes cantidades de agroquímicos como el Roundup, que sirve para eliminar las malezas que retrasan su crecimiento.
Los defensores dicen que mejora el sabor y la forma, abriendo grandes oportunidades de negocios, pero también tiene grandes cuestionamientos por sus posibles consecuencia en la salud, en el medio ambiente y principalmente en la cultura y la tradición de las comunidades originarias que están muy vinculadas al ciclo agrario del maíz. En base a él se gestan conocimientos, ceremonias y fiestas que son amenazadas por su adulteración genética.
A favor de transgénicos
La secretaría de Agricultura Familiar de la Nación, que encabezan Walter Kunz y Jerónimo Lagier, impulsan la plantación de 250 mil hectáreas de maíz transgénico en Misiones, algo así como el 8% del territorio provincial. Ya están realizando pruebas con algunos productores.
Justifican la medida en que en Misiones “ya se cultivan maíces híbridos y transgénicos desde hace años. Lo hacen productores de distinto porte, repartidos por toda la provincia”, incluso el Ministerio del Agro ha propiciado en el programa PISEAR la expansión del cultivo de maíces de alta productividad.
Para los funcionarios nacionales “el cultivo de maíces híbridos o transgénicos en nuestra provincia no requiere de trámites o autorizaciones especiales, ni evaluaciones de impacto ambiental, ni está sujeto a otra voluntad que la de los productores que deciden comprar esa semilla y llevar adelante esos cultivos. El Estado Nacional no siembra maíz en Misiones. Lo hacen y lo seguirán haciendo los productores”.
Además remarcan que lo único que hace la Nación es proponer “un modelo de desarrollo territorial y económico que permita recuperar la rentabilidad para el agricultor misionero. La falta de rentabilidad en el sector agropecuario provincial es lo que ha ocasionado el desastre de tener casi medio millón de hectáreas cultivables en abandono, sin uso alguno. Son los propios productores que, ante la nula rentabilidad, dejan de explotarlas”.
Rechazo a los transgénicos
El fin de semana, un centenar de entidades agrarias, sociales y ambientales, y profesionales, advirtieron, a través de un documento, que esta iniciativa no respeta normas vigentes, y de aplicarse generará daños en el suelo, el agua, la salud, el monte y la familia agraria, por cuanto su efectivización demanda la mecanización y el uso de agroquímicos en grandes cantidades.
Una de estas entidades, el Frente Ambiental Kaapuera, respondió a los funcionarios nacionales con un duro comunicado donde señala que “es falso que desde la Nación se propicie la “libertad” de elección a los agricultores” porque “justamente el uso de semillas homogeneizadas cercena a los agricultores la libertad sobre los modos de obtención, producción, investigación, innovación, almacenamiento, conservación, intercambio, comercialización, distribución y consumo de semillas”.
“Que el Estado promueva el uso de este tipo de semillas transgénicas es un acto ilegal” porque violaría la Convención Sobre la Diversidad Biológica a la que la Argentina adhirió y que declara “…de interés público y libres de todo derecho de propiedad intelectual las semillas nativas y criollas, las semillas elaboradas, generadas y/o mejoradas con recursos públicos, así como los conocimientos tradicionales asociadas a ellas”.
“Las consideraciones de los funcionarios ponen en duda además el daño que estos cultivos generan en el suelo, agua, monte y salud, daños sobradamente comprobados donde se utilizaron transgénicos, y le restan importancia a las capueras, espacios de regeneración de la Selva, de biodiversidad”, agregan.
También la secretaria de Agricultura Familiar de la Provincia, Marta Ferreira, expresó un fuerte rechazo al convenio firmado entre el Ministerio de Agroindustria de la Nación y la Asociación el Maizar para impulsar la producción en Misiones.
“Atenta contra el esfuerzo de los agricultores que buscan darle valor a técnicas agroecológicas, cuidando del suelo (organismo vivo), la biodiversidad y el ser humano, a los fines de garantizar producciones saludables para todos”, dijo.
Ferreira indicó que durante años se ha trabajado en el resguardo de maíces criollos y Avachi Mbyá, y expresó: “Vamos a continuar trabajando en los bancos de semilla, rescatando las variedades que están adaptadas a nuestra suelo y trabajando en el proceso de mejoramiento de las condiciones de producción y conservación de las mismas para garantizar la seguridad y la Soberanía Alimentaria”.
La Federación de asociaciones rurales y forestales de Misiones, que preside Adrián Luna Vazquez opinó que no hay infraestructura, terrenos ni conocimientos por lo tanto “el proyecto de implantación de 250.000 hectáreas de maíz “presenta carencias que lo tornan más una expresión de deseos que un proyecto de desarrollo productivo”. Y agrega que “la Nación debe como mínimo acordar y dar participación a la provincia garantizando que el proyecto no afectará esta decisión soberana, ni las leyes que la sustentan”.
Proteger a la yerba mate
Ante esta polémica el dirigente yerbatero Hugo Sand se manifestó preocupado por la posibilidad de modificar genéticamente la semilla de yerba mate, y los daños económicos sociales que ello generaría.
“Si este patrimonio genético es alterado, por empresas locales o extranjeras, y obtienen una nueva variedad de yerba mate que hoy no existe pero que acepte la cosecha mecánica o se adapte a suelos que no sean rojos profundos, laterítico, y otras numerosas alteraciones posibles, los agricultores de Corrientes y Misiones perderíamos la exclusividad de este cultivo, no estaríamos en condiciones de competir con esa o esas empresas y miles de obreros rurales serían sustituidos por maquinarias, quedando sin trabajo”, advirtió.
Sand consideró que “el tema es de vital importancia para todos los misioneros, y para el Gobierno en particular; estamos ante la necesidad de hablar de política de Estado, de soberanía”.
“Si la genética avanza en la planta de yerba mate, el efecto será devastador (para Misiones)”, señaló. “Esa nueva planta seguramente con su polen podrá fecundar a otras especies de Ilex y no sabemos lo que puede suceder; perderemos soberanía los productores de Ilex Paraguariensis porque la empresa que logre patentar, registrar esa nueva semilla, va a tener el monopolio”, agregó.