Pasaron diez años desde que La Casa del Encuentro comenzó a hacer las primeras y únicas estadísticas de femicidios en el país. El último informe de esa asociación civil muestra no sólo que los femicidios no han bajado sino que la violencia contra las mujeres creció a medida que la violencia de género se fue visibilizando.
Si bien es cierto que al comienzo las denuncias de las mujeres fueron aumentando, luego bajaron. Es frustrante que diez años después y con tanta mayor sensibilidad social y compromiso de varios espacios del Estado los resultados no hayan mejorado.
Pese a haber asistido y acompañado a muchas mujeres víctimas de violencia, todavía me sigo sorprendiendo de las terribles situaciones a que estamos expuestas.
Aún desconocemos el verdadero alcance de la violencia contra las mujeres. El miedo reinante a la represalia, a que los demás no crean y el estigma que soportan, silencia el dolor, la bronca y la ira de quienes han sobrevivido este tipo de situaciones horrorosas.
Por eso, en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, los invito a sumarse al lema “Pinta el mundo de naranja: #EscúchameTambién”, para honrar y potenciar todavía más las voces de las víctimas. Ya sea la de una nieta que se aguanta los toqueteos de su abuelo, un ama de casa en su hogar, una alumna que sufre abusos de su profesor, una secretaria de oficina y de todas aquellas personas que no son escuchadas.
Pongamos fin a esos silencios aplastantes, unámonos, escuchemos sin juzgar, creamos a quien se anima a contar, apoyemos a quien se anima a hablar, reclamemos justicia poniendo el foco en los victimarios.
Quienes se atreven a hablar nos ayudan a entender mejor cómo el acoso sexual se encuentra naturalizado y hasta justificado. Cada mujer que se anima a hablar aumenta la posibilidad que otra la escuche y se decida a contar, a no seguir aguantando lo que la hace sentir mal.
Que no sean solo los casos que incluyen violencia física aquellos que resuenen o nos sorprendan.
Reclamemos el cumplimiento de la ley. Muy pocos casos llegan a denunciarse a la policía; un porcentaje todavía menor se sanciona con penas, de las cuales solamente algunas son de cárcel. Las instituciones policiales y judiciales deben otorgar prioridad y accesibilidad a estas denuncias, por ejemplo, mediante la inclusión de más mujeres policía para atender.
Apoyemos a las personas cuyas voces todavía no están siendo escuchadas, es compromiso de todos desnaturalizar las relaciones violentas. Hoy no es cuestión de verdes o celestes, apostemos todos por el anaranjado y digamos basta a la violencia.
Colabora
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
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