Informes internacionales arrojan que, en promedio, los ciudadanos venezolanos perdieron entre once y quince kilos por la falta de acceso a alimentos básicos, también que la tasa de suicidios creció considerablemente, en un momento en que la falta de acceso a la salud ya no es noticia, mientras que la inflación podría alcanzar límites nunca vistos en una economía, 10 millones%. Se calcula que son más de 2.600.000 las personas que abandonaron el país, simplemente dejándolo todo, atosigadas por el dolor de ver a su país acabado y motivadas por el más grande instinto humano, sobrevivir. Javier Ferrer y Maryuly Pinto son una de las tantas parejas que entendió que la única forma de salvar a la familia era alejarse y el único capaz de transportarlos, a los cuatro juntos, (Ariana, de veinte años, y Francisco, de ocho) era su Spark. No se equivocaron y, siempre “con Dios por delante”, el pequeño Chevrolet los trajo hasta la tierra colorada, donde encontraron un nuevo hogar.
“Los últimos tiempos en Venezuela fueron de mucho dolor, de escasez, de ver como personas morían por falta de medicamentos o insumos quirúrgicos, de muchas huelgas, marchas y protestas en contra del régimen de Nicolás Maduro sin conseguir respuesta”, confió Maryuly. Y añadió que “la gente nos pregunta por qué no se va, por qué los venezolanos no logramos sacarlo, y es una respuesta tan dura para nosotros, porque desde que llegaron, tienen veinte años instalados, ejercieron una dictadura, una tiranía desde nuestra mirada, que está allí enclavada y lo que importa es permanecer en el poder y que mueran los que tienen que morir”.
Y cuando se hace tangible que toda lucha es en vano y el desgaste físico-emocional comienza a hacer estragos, también el miedo a que los hijos puedan perder el hermoso futuro para el que se preparan se toman decisiones extremas. Partir era la única opción. “En mi búsqueda de respuestas entendí que a quienes estaban académicamente formados para estar en el poder los echaron y buscaron que el abogado amigo se convierta en alto magistrado, entonces éstos son súbditos en todo momento, ocurrió con el Poder Judicial, el Electoral, los militares, la Asamblea Legislativa de nuestro país, que nosotros votamos no pudo hacer nada, pues sancionaron una ley paralela y la eliminaron, los poderes en Venezuela están secuestrados por el régimen”, opinó.
“La comunidad mundial es testigo de una migración tan sorprendente, tan desbordante, reaccionó la ONU, la Comunidad Europea, no sé qué más falta, todo se hizo y no termina de ocurrir, entonces creo que por lo sano la mayoría decidió ‘no puedo’, eso fue también lo que decidimos nosotros y es desgarrador, es triste, porque queda parte de nuestra familia. Pero tomamos la determinación y la forma fue un atractivo para muchos, porque nos vinimos en el Spark, un carro pequeñito”, describió e hizo hincapié en que “un mes duró nuestro recorrido, por elección, queríamos venir con calma, que los chicos disfrutaran como si fuera el viaje de nuestras vidas, una aventura, y así fue”.
La organización
“No es fácil salir de Venezuela, no porque la frontera se cierra, sino por lo que es apostillar documentos, los pasaportes, hay quienes no tienen ahora la posibilidad de tenerlos y los nuestros vencen el próximo año, entonces había que tomar una decisión, en familia y por consenso el vehículo fue la forma y un gran amigo argentino, en Maracaibo, nos sugirió hacerlo, pues él hizo el viaje en el 78 en un Renault 12, se mudó de Argentina a Venezuela”, apuntó Javier, aunque confesó que al principio sintió miedo, “pero luego empecé a sentir que era un buen carro, que lo conocía y ya había recorrido parte de Venezuela en él, con fe, presidió a la decisión empezar a orar y encomendarnos a Dios, somos cristianos y depositamos en él la confianza”.
Iniciaron los trámites, distribuir y dejar cosas, la que no cabían en el auto, seleccionar las que eran imprescindible, “fue un trabajo duro, porque era desprenderse, vender, poner precio a todo lo que con esfuerzo había costado tener”, reconoció Javier y Maryuly sumó que la comida y los medicamentos se compran primero, entonces había que rematarlo todo, para obtener algo de dinero para costear el viaje. Aunque había algo más difícil aún, son una familia ensamblada, conformada por los tuyos, los míos, los nuestros, y a él le tocaba despedirse de dos hijos de un primer matrimonio, que están con su mamá y su pareja y tienen previsto ir a Estados Unidos o Colombia en cuanto les sea posible.
Los días se tornaron contrarreloj, las amenazas de cierre de frontera se hicieron reales, “los niveles de estrés fueron muy altos, vivíamos en Maracaibo entonces había que recorrer toda Venezuela de occidente a oriente para salir por Brasil, que era la opción, porque por Colombia era imposible, allí la oferta era a través de trochas, formas mal habidas, ilegales, y no era lo que buscábamos para la familia, porque sabemos que el que mal anda, mal acaba”, mencionó Maryuly.
Sabían que no era sencillo, el día en Venezuela acaba a las 18, no por un toque de queda, sino por una cuestión de seguridad, el sistema eléctrico está acabado y todo se sumerge en la más absoluta oscuridad, además parte del recorrido debían hacerlo por un “territorio que está en manos de sicarios, mercenarios, personas delincuentes que conjuntamente con la guardia nacional (nuestra gendarmería) hacen vida en esa zona”.
Otro reto en la ruta, del lado de Venezuela, fue el combustible, “prácticamente en cuatro estados para salir del país las estaciones de servicios tenían colas de tres o cuatro días, sin embargo Dios estuvo metiendo allí su mano y su amparo y encontrábamos la posibilidad de que como turistas nos pudieran brindar la opción de aminorar el tiempo”, recordó Javier.
Alivio nada exento de nostalgia
Una vez en Santa Elena de Uairén, frontera con Brasil, exhibieron toda la documentación y argumentaron que estaban haciendo un recorrido para un medio de comunicación, ella es actriz, locutora, animadora y profesora universitaria; él, locutor, y trabajaban para una importante cadena venezolana. Aunque el momento no estuvo libre de angustia y tensión.
“Uno de los paisajes venezolanos más hermosos es donde está el salto más alto del mundo, Ángel, y por allí fue nuestra despedida de Venezuela, qué doloroso es ver que tienes un país tan hermoso, ver la gran sabana, los tepuyes, el agua, fue un momento muy conmovedor para mí”, confió Maryuly con la voz absolutamente quebrada y Javier añadió que “esa parte de Venezuela no la conocíamos y nos tocó hacerlo para despedirnos, fue duro, sin embargo antes de salir teníamos claro como líderes del hogar que llevábamos a una joven, a un niño y que teníamos que vivir una aventura, que al llegar sería otra realidad y hacerlo lo más divertido posible. Entonces el pase, en lo personal, lo sentí como un alivio, es algo indescriptible, una emoción, una libertad, no saber qué hacer”.
A sólo un kilómetro de traspasar la frontera, en tierra brasileña, los detuvo la Federal, “ellos hacen el filtro de todo lo que entra y de allí en adelante no te para más nadie. Nos hicieron bajar todo y ya de última dijeron ‘vayan’, eso nos retrasó, estuvimos desde la mañana hasta casi las 18”.
Vivirlo todo como una aventura
“El viaje sirvió para un verdadero encuentro, respetar nuestros momentos, el respeto del silencio, estábamos más felices que tristes pero sabíamos que dentro nuestro había nostalgia. Decidimos que esta sea la aventura de nuestra vida y así la vivimos, aunque la mayoría nos dijo que era una locura”, entendió la animadora y él confió que “en lo personal fue una gran prueba de fe, quien maneja un vehículo sabe que más allá de ir atraído por el paisaje o lo que sea en la mente te pasa la posibilidad de un accidente, un caucho, que se dañe algo, pero esos pensamientos los desaparecía, no me iban a servir, y no pasó de tener que detenernos más que para verificar el agua”.
“Habíamos hablado mucho los cuatro y llegamos a algunos acuerdos, no manejar de noche, no arriesgarnos, quedarnos donde llegáramos y si existían deseos de permanecer más tiempo en un lugar, hacerlo”.
Javier describió que “la ruta en Brasil fue otra experiencia, era conocer cada kilómetro que recorríamos, pegó el cansancio, el agotamiento de día a día, pero la esperanza de que algo, no sabíamos qué, pero algo había para nosotros y ahí estaban nuestros corazones, nuestros ánimos. Cruzamos cinco estados de Brasil, anduvimos por el Amazonia, estuvimos en balsas, hasta que llegamos a Foz”, donde contaron con apoyo del Rotary Club, al que pertenecen y que les fue de gran ayuda.
Argentina
El 23 de marzo, luego de exactamente un mes, sus pies pisaron Argentina. Primero Puerto Iguazú, luego Posadas, aunque sería solamente de paso.
“Dios tenía un plan, nuestro destino era Escobar, Buenos Aires, por acá íbamos a pasar porque estaba dentro de la ruta, íbamos a estar unos días porque nos esperaba otro presidente rotario, Adolfo Mutinelli, y nos recibió como si nos conociera de toda la vida, como si nos estuviese esperando para vivir aquí, así empezaron a darse las cosas, que nos dejan de sorprender, que ni imaginarnos que de forma tan hermosa todo haya fluido en favor nuestro”, contó Javier.
Iniciaron los trámites en Migraciones y había que esperar algunos días. Mientras tanto se les había agilizado un lugar donde quedarse y un lugar en un colegio para Francisco. “Todo fue muy rápido”. El espíritu trabajador hizo que inmediatamente surja la posibilidad de acercar la mejor gastronomía venezolana a la Feria de la Isla y denominaron Territorio Arepa a su puesto. Y, como la vocación siempre tira, se presentaron en Radio República, donde en pocos días iniciaron el magazine que los acerca a los oyentes a diario, Misión Arepa.
La tierra colorada los cobijó, porque eso es Misiones, ayer, hoy y siempre, cuna de inmigrantes que, como ellos, llegan para bendecirla con su trabajo.