Aliviar el estrés y conseguir serenidad interior; liberarse de angustias y ansiedades, enojos e irritaciones, nerviosismo y miedos así como de diversas molestias físicas y funcionales; sentirse renovado y conseguir un descanso tranquilo… ¡Ah! ¡Qué necesario es esto para todos nosotros! Y podemos lograrlo practicando Yoga, en lugar de recurrir a comprimidos o a escapadas de evasión momentánea.
Como decíamos en la nota anterior, siguiendo el excelente manual del Profesor José María Ansaldi, el Yoga nos beneficia con técnicas sencillas que ayudan a disfrutar de la existencia, a vivir con un óptimo nivel de energía y a intervenir activamente en el proceso de recuperar, mejorar y mantener nuestro bienestar, a partir de que esta disciplina no produce cansancio sino descanso y sensación de salud plena, porque desbloquea, relaja, purifica, sana y reenergiza el organismo al tiempo que serena la mente, como proceso efectivo hacia la auténtica paz interior.
Por eso ya estamos en la hora de Yoga y así comenzamos la clase con el Profesor Ansaldi: Primero silenciamos la mente, relajamos el cuerpo y nos concentramos en la respiración suave y profunda para dejar atrás nuestras ocupaciones y preocupaciones. Luego aliviamos las tensiones del cuello con cuidadosos movimientos, estimulando la circulación y tonificando los tejidos de esa zona.
Continuamos con la flexibilización de pies y tobillos, rodillas, caderas, abdomen, pecho y espalda, hombros y brazos, así como también manos y ojos. De este modo, cuanto más vivo vayamos sintiendo el cuerpo, más presentes estaremos aquí y ahora. Entonces procedemos a realizar los trabajos posturales y los estiramientos, siempre con respiración profunda y completados con breves relajaciones, hasta culminar en la relajación final más prolongada.
Esta práctica beneficia a todas las funciones del cuerpo y en particular a la columna vertebral, nos hace sentir mejor anímicamente y, como dice el Profesor Ansaldi, durante el transcurso de la clase la atención percibe esa sensación de estar presente en uno mismo, concentrado en la autopresencia, en la autoconciencia.
Y precisamente la estabilidad en la presencia permite liberar la respiración, lo que facilita la relajación de los músculos, condición esencial para permanecer mayor tiempo en una postura y obtener todos sus beneficios.
Además, fuera de las horas de práctica, en el transcurso de una jornada de laburo cargadita de sucesos, movidas y corridas, disponemos de un rápido recurso para aflojar tensiones y reducir la fatiga que el Profesor Ansaldi nos propone amablemente:
1 Afloje el rostro: soltando los labios, relajando el mentón y la lengua y dejando de apretar los dientes. Así comenzará a aflorar una actitud de calma y tranquilidad.
2 Respire lenta y profundamente, como si estuviera bostezando (es muy probable que bostece).
3 Al mismo tiempo, estírese elevando los brazos juntos y enfrentados, para luego separarlos y extenderlos hacia afuera hasta bajarlos mientras exhala largamente.
De esta manera nos damos cuenta de que el Yoga nos va otorgando cosas que no las teníamos en un orden prioritario hasta ahora pero que nos benefician mucho, como aligerar el peso en la espalda, sentirnos más livianos y flexibles en los movimientos, respirar mejor, dormir mejor, levantarnos con mayor lucidez, tener más autodominio y capacidad de concentración, percibir más energía en el trabajo, volvernos más optimistas, tener predisposición a cuidar algo tan preciado como la salud y a vivir mejor la vida, para llegar a “vivenciar los estados más elevados del ser”.
En la próxima nota continuaremos en la clase del Profesor Ansaldi para profundizar el trabajo sobre la respiración y la relajación, en la hora de Yoga, que es la hora del ahora. Namasté.
Colabora
Ana Laborde
Profesora de Yoga
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