Estamos viviendo en un mundo fragmentado, separado, donde el ser humano perdió la visión de lo realmente importante, pero ¿por qué? ¿Qué nos hace vivir como si fuéramos un montón de células que tienen solamente la necesidad de respirar y alimentarse? A la vez dejamos de escuchar a nuestro cuerpo que es el que nos trajo hasta donde estamos.
Pudimos evolucionar como especie porque buscamos las condiciones necesarias para sobrevivir, en cambio hoy decidimos seguir trabajando cuando nuestro cuerpo nos pide parar porque hay dolor o fiebre y aun así tomamos algo y seguimos sin escucharlo, sin dejar que se active ese mecanismo de defensa que nos ayuda a sanar de cualquier dolencia que estemos teniendo.
¿Qué nos pasa?
Nuestro ser está formado por un cuerpo, una mente y un espíritu no importa la religión o creencia que tengamos.
La unión entre esas tres partes nos hace seres humanos que pensamos, sentimos y vibramos con una energía que hace que nuestro corazón lata y así vivimos. Podemos amar, abrazar, sentir, también enojarnos y hasta discutir sin esa vida, sin esa energía no podríamos hacerlo.
La primera forma de empezar a escucharnos es comenzar a sentir nuestras necesidades corporales. ¿Cómo? primero parando. Tomar un momento de descanso, algunos minutos donde pueda solamente respirar y sentir cómo esta mi cuerpo: ¿Está tenso? ¿Me duele algo? Y ahí dentro buscar las respuestas.
Pueden aparecer pensamientos: “Estuve muchas horas parada hoy”, “creo que esa actividad física que comencé no me está haciendo bien”, “hoy me enojé mucho en el trabajo voy a ver cómo puedo hacer la próxima para no estar en esas discusiones que me hacen mal”, “siento el estómago lleno, voy a cambiar de vianda”, etc. Y así ir encontrando mis respuestas y despacito buscar qué me hace bien y qué no. Qué necesito, qué quiero y qué cambiar o mejorar.
Colabora
Paula Vogel
Profesora de Educación Física. Educadora Biocéntrica.
Watssapp 154414872