Tras el emotivo entierro de su hija, Dionicia habló con PRIMERA EDICIÓN y contó en detalle ese martes fatídico. “Después de la cesárea estaba todo bien, parecía que había salido todo bien”, aseguró. Yanina quedó al cuidado de una amiga de la familia hasta que, por la noche, comenzó a decir que le faltaba el aire. “Cuando entré a la sala la vi muy acelerada, la toqué y estaba fría. Me decía que por favor no la deje, que le faltaba mucho el aire”. Llamó a los médicos, quienes le hicieron estudios y “no me comentaban qué era lo que pasaba”, hasta que el doctor de guardia le avisó que la iban a trasladar a Posadas.
En todo momento Yanina estuvo despierta, “pedía que no le pongan el oxígeno porque ella no podía respirar” y “se prendía de mi mano y la de la enfermera”. En Garupá, el peor final. “Falleció y la enfermera me miró, le hizo reanimación pero yo le toqué el brazo y no tenía más pulso. Le cerró los ojos pero no me dijo nada que murió”. Recién en el Madariaga, otra mujer, le avisó que no había más por hacer.
“Pensé que me llevaba el cuerpo conmigo, pero me avisaron que iba a venir la Policía Forense y fui a hacer una exposición”, recordó Dionicia. Yanina era ama de casa, tenía tres hijos, el bebé recién nacido y dos más de 8 y 3 años.