Aunque muchos actores del sistema educativo esperan los resultados de los operativos de evaluación para “rankear” cuál escuela está mejor o peor; estos procedimientos que Nación ahora pretende postergar para 2022 son una enorme herramienta.
No es menor la intención que la provincia de Misiones ha confirmado, de hacer su propio operativo en lo que queda de 2021, con el fin de establecer cuánto golpeó la pandemia de COVID-19 en la educación de los misioneros. Claro está, se contrastará con datos de 2019, los últimos disponibles antes que se iniciara el ciclo de virtualidad (2020) y de dualidad (2021).
A pesar de no ser similar al operativo “Aprender” que hace la Nación, una muestra podrá convertirse en una base de datos que permitan planificar hacia adelante los contenidos básicos a ser ensañados en cualquiera de las modalidades. Pero con énfasis en la virtualidad, donde por razones operativas, muchas docentes hayan recortado la transmisión de los saberes básicos a los alumnos.
Resulta necesario saber lo mal que puede estar el nivel educativo en los diferentes contextos (urbanos con conectividad; rurales y desconectados que reciben de manera rudimentaria pero o menos valorable las actividades y ejercicios; en institutos de enseñanza privada y en la educación de gestión estatal, etc).
No se puede pasar por alto este año y medio donde todo ha cambiado, incluida la educación de nuestros niños y adolescentes. Porque el contexto epidemiológico obligó a modificar la enseñanza además de las tan necesarias clases presenciales para decenas de comunidades.
Evaluar para gestionar mejor nuestro sistema debe ser la premisa que movilice cualquier posibilidad de medir el estado de la educación en Misiones en tiempos de pandemia.