POSADAS. “Si te pegan, pegale”, “defendete”, “devolvele” es la consigna que muchos padres optan por darle a sus hijos cuando comienzan el trayecto escolar en las salitas de tres, cuatro o cinco años de nivel inicial. De esta manera, estos padres (mal)enseñan a “resolver el conflicto” por medio de la violencia y hacen cuesta arriba el trabajo que las maestras jardineras y psicopedagogos intentan desarrollar en el transcurso del año.“Los niños son pequeños ciudadanos en formación y es clave que haya un acompañamiento desde la familia”, señaló al respecto Nelly Beatriz Romero, directora de Enseñanza Inicial del Consejo General de Educación (CGE). “Y se hace muy difícil e incoherente si en la escuela les inculcamos que hablen, que avisen a la maestra y en la casa les inculcan la violencia”, agregó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Por su parte, Lorena Sand, psicopedagoga de nivel inicial del Instituto “Jesús Niño”, indicó que “le pedimos a los padres que le enseñen al chico a recurrir al docente, contar lo que pasó, que se acostumbre a que el adulto tiene que intervenir en una situación”, señaló.“En casa, cuando se pelean los hermanos, los adultos no les decimos ‘péguense, arréglense entre ustedes’. Lo que hacemos es evitar que peleen y les decimos que ‘vamos a buscar una solución’, pero siempre hablando con los chicos, poniéndonos de acuerdo. Los adultos somos los mediadores intervinientes y tenemos que dar una solución rápida y efectiva al conflicto, pero nunca incentivar la violencia”.Desde el Neni 1 la psicopedagoga Andrea Segovia dijo a PRIMERA EDICIÓN que “lo que buscamos es que los chicos aprendan a convivir y la base de todo vínculo es el diálogo, no los empujones cuando, por ejemplo, se disputan con otro chico un juguete de la sala”, indicó.Todas las consultadas coincidieron en que el recurso del golpe o el empujón es la primera forma de relacionarse que tienen muchos niños”, aunque también están los que tienen una reacción más pasiva. “Se da indistintamente en escuelas públicas y privadas, en niños y niñas, y no distingue sectores sociales”. Lo mismo ocurre con los padres: en todos los estratos sociales y tipos de escuelas están los que fomentan la violencia y los que no.“El compromiso de los padres es clave”“Los padres están fuertemente vinculados en la tarea educativa de sus hijos en los primeros años de vida”, aportó Sand. Para lograr que no se produzcan “contradicciones” entre lo que los niños aprenden en la escuela, donde están tres horas por día, y la casa, donde están otras 21, desde los gabinetes psicopedagógicos de nivel inicial realizan reuniones grupales, entrevistas individuales e incluso talleres sobre cómo poner límites, también educación sexual o dejar la mamadera. “Las entrevistas individuales son todo el año y los talleres generalmente uno en el primer cuatrimestre y otro en el segundo, pero se agregan más, según las demandas que surjan”, explicó Segovia.Carmen Fracalossi, directora del Neni 1, señaló que “por eso siempre hablamos con los papás para marcar bien que (el golpe) no es una cuestión de ida y vuelta, que si al chico le pegan se tiene que defender con golpes, para eso está la maestra y el gabinete psicopedagógico”. Asimismo, destacó que a veces se complejiza cuando los padres están separados, porque no hay un acuerdo entre los mismos adultos, “y ayudó mucho el hecho de que incluso los abuelos se involucraran, se acercaran a dialogar, a pedirnos consejo, siempre buscando lo mejor para los chicos”.“Cuando los padres se comprometen con la educación de su hijo, vienen y consultan con la maestra y con nosotros (por el gabinete psicopedagógico) y en la casa hablan con sus hijos, los cambios son evidentes”, destacó Segovia.Al respecto, Romero destacó que “en algunos Neni también se está trabajando en escuelas para padres, que es una estrategia para ir abordando estas problemáticas, se los interioriza sobre cómo las docentes trabajan con los nenes y les pedimos que en la casa les fortalezcan eso que estamos trabajando en el jardín, para que el día de mañana no sea un niño agresivo y tenga problemas sociales”. “Dar el ejemplo”“Hay niños que se acostumbran a relacionarse con golpes y violencia porque viven eso en la casa, copian cómo sus padres actúan”, indicó Sand. “Normalmente son niños a los que les faltan límites, la autoridad en la casa está desdibujada o hay padres que están en desacuerdo entre sí. Entonces el niño es el que manda en la casa, se hace lo que el niño quiere y eso lo confunde, porque lo dota de ciertas facultades para las cuales a esa edad no está preparado, por eso lo tenemos que conducir señalando a tiempo lo que está bien y lo que está mal. Pero no hay necesidad de aislarlos, pegarles, gritarles, simplemente hablarles. Cuando amo realmente, como padre pongo límites: ‘Te amo pero ahora estoy enojada, estás castigado’. Si un padre reprende o pega a su hijo frente a otros está provocando tal humillación que lo desmoraliza totalmente, no le está permitiendo que crezca en autoconfianza y autocontrol”, recalcó.
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