POSADAS. La resolución tiene fecha 14 de marzo, pero recién se conoció ayer. La firmaron los jueces de la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal y, en síntesis, sostiene: no hay elementos que acrediten que los gendarmes Diego Aranda y Carlos Fabián Antúnez, a los que hallaron muertos bajo el puente internacional San Roque González de Santa Cruz en septiembre de 2001, perecieron de manera accidental, por lo que se tiene que ahondar la investigación para determinar cómo terminaron sin vida y que, para eso, incluso hay que seguir la hipótesis del doble homicidio.En 2009, el juez José Luis Casals había procesado a dos gendarmes por incumplimiento de los deberes de funcionario público y sobreseyó a otros tres hombres de la fuerza y a la médica policial que revisó los cuerpos tras el hallazgo y no pidió autopsia.El documento conocido ayer, que revoca los sobreseimientos, ratificados en su momento por la Cámara Federal de Posadas, contiene duras críticas al accionar investigativo de la Gendarmería Nacional. Habla del fracaso de la fuerza en su búsqueda del supuesto contrabandista (presuntamente llamado “Diego Cardozo”) al que, según la versión oficial, perseguían los gendarmes cuando cayeron al río y se ahogaron.“Atento al extenso tiempo transcurrido sin que la mencionada persona haya sido habida, cabría preguntarse cómo interpretar dicho fracaso.Por un lado, en caso de que los sucesos efectivamente hayan ocurrido del modo en que la Alzada (N. de la R: Cámara Federal de Posadas) lo consideró, corresponde reconocer que la declaración de”Diego Cardozo” resultaría ineludible para adquirir el estado de certeza necesario para tener por cierta a la hipótesis de la muerte por ahogamiento accidental de Antúnez y Aranda. Entonces, su prolongada desaparición en modo alguno puede provocar el adelantamiento prematuro que desestima la inexistencia del delito de doble homicidio.Por otro lado, de interpretarse que nunca fue habido porque en realidad el supuesto “Diego Cardozo” no existe, en tal caso corresponde reconocer que se robustecería la hipótesis planteada por las partes acusadoras”, reflexionó el juez Mariano Borinsky, a cuya postura adhirieron los otros magistrados que integran la Sala IV: Gustavo Hornos y Juan Carlos Gemignani.Borinsky detalló que el único testimonio que profundiza, al menos en algo, la supuesta existencia del contrabandista es la del ex fiscal paraguayo Eduardo Petta San Martín, quien relató que habló con el pasero y éste le confió que esa noche casi lo atrapan y que para huir debió lanzarse al río Paraná, perseguido por dos gendarmes. Sin embargo, Borinsky habló de contradicciones en los relatos de todos los que coincidieron en la existencia del traficante y también en la de los compañeros de Aranda y Antúnez, que jamás vieron al supuesto Cardozo huyendo a nado hacia el Paraguay y tampoco cómo sus compañeros se internaban en el Paraná detrás del supuesto perseguido.Borinsky indicó que, de acuerdo con lo que obra en el expediente, el Consulado del Paraguay informó dos veces que la Policía del vecino país no tenía registros del misterioso Diego Armando Silva Cardozo.Y no pasó por alto que, recién en 2008, se anexó un informe que el pasero “podría estar viviendo” en Encarnación. Interpol, por su lado, respondió que no tenía datos sobre esa persona.“Ahora bien, no obstante tales medidas tendientes a ubicar al supuesto ‘Diego Cardozo’, es necesario destacar que se habían brindado completas descripciones acerca de su apariencia física, su actividad y domicilio. Incluso, adviértase que el testigo Petta San Martín, actuando ‘extraoficialmente’, fácilmente habría ubicado su vivienda, concurrido a su domicilio y se habría entrevistado con él, por lo que llama poderosamente la atención que, de ser cierta la existencia del mencionado ‘Diego’, los correspondientes organismos competentes no hayan podido dar con su paradero”.Casación no dejó pasar por alto las opiniones forenses contrapuestas que hay sobre el deceso de los gendarmes. Por un lado, el Cuerpo Médico Forense de Misiones, que si bien aclaró que por el estado de los cuerpos no se pudo establecer de manera fehaciente la causa de los decesos, deslizó que Aranda pudo haber sufrido lesiones en vida y que no tenía agua en los pulmones, como es habitual en los ahogados. Por otro, el Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema, que abona la versión del accidente y desestima la postura de sus colegas misioneros.“En síntesis, en base hasta lo aquí expuesto, considero que los sobreseimientos dispuestos resultan prematuros, puesto que sobre el punto controversial atinente a cuál fue el verdadero motivo de la muerte de los gendarmes Antúnez y Aranda, aún prima un significativo estado de incertidumbre, absolutamente incompatible con el grado de convencimiento o certeza necesario para afirmar que, en relación con tales sucesos, no ha mediado delito alguno”, remata Borinsky.Diez años después, sigue sin saberse qué sucedió.
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