El respaldo dado este jueves por la asamblea general de las Naciones Unidas a la propuesta argentina de regulación de los procesos de reestructuración de deuda soberana, en una sesión encabezada por los miembros del G77 más China -en la que la resolución anti buitres obtuvo 135 votos a favor, 42 países se abstuvieron y sólo cinco votaron en contra- reivindicó a la diplomacia argentina en su apuesta a instalar a nivel internacional la necesidad de legislar contra los fondos especulativos. La histórica votación trasluce, asimismo, la emergencia de un renovado escenario internacional, en el que son crecientes los países en desarrollo que adhieren al multilateralismo en la toma de decisiones, retomando posturas que en el pasado defendieran, en el mismo marco de las Naciones Unidas, nucleamientos como el Movimiento de Países No alineados, y sosteniéndose en el auge de las economías del grupo de países conocido como Brics. Aunque, en sintonía con la campaña electoral, desde la oposición se relativizó la trascendencia de la resolución de la ONU, que el extitular del BCRA y hoy asesor del massismo, Martín Redrado, descalificó el mismo jueves tildándola como una “medida política sin relevancia”; la reunión es valorable como gesto en el marco de una estrategia que contempla avanzar dentro del organismo internacional en la discusión de una ley de quiebras internacional para los estados.La concreción de esta legislación está lejos, y depende de que el consenso que se expresó el jueves gane mayores adhesiones y vulnere la resistencia de los países centrales, entre ellos Estados Unidos, Alemania y el Reino Unido, que rechazan el concepto de derecho de los países endeudados a una reestructuración soberana que no se someta a las extorsiones de fondos financieros especulativos. La Resolución, de todos modos, y aunque no se aplique directamente a esa causa, beneficia al Gobierno argentino en su puja con los holdouts y el juez Thomás Griesa; como ya lo hiciera el reciente fallo de la Justicia neoyorquina que impidió a Griesa intentar embargar los fondos del BCRA existentes en Estados Unidos. El Gobierno nacional, por otra parte, comienza a ser más vulnerable en relación al sistema financiero internacional.En lo que va del año y con el ministro Axel Kicillof en el Palacio de Hacienda, el gobierno kirchnerista abandonó de manera progresiva pero firme la senda del endeudamiento que agitó como bandera durante su gestión de más de una década y se decidió a buscar fondos en el mercado de bonos. En el año, se emitieron bonos por valor de 70.000 millones de pesos, suma que a fin de año se engrosaría con otra emisión de 30.000 millones más. Se acumula así una deuda financiera de 100.000 millones que, según los especialistas, tiene sus bemoles por no ser una colocación intra estado, como las anteriores, y ser exigible de aquí a 2018. Vulnerabilidad al límiteLa relación deuda-PBI está lejos de la que existía en los 90 y condujo al default, dado que, como lo destacara recientemente la Cepal, al igual que los demás países de la región que sufrieron la crisis de endeudamiento de los 80, Argentina tomó medidas para reducir la vulbnerabilidad financiera.Pese a ello, en un contexto externo desfavorable y en el que los gobiernos progresistas de la región ya no reman con el viento a favor; la ecuación financiera vuelve a estar en el centro de las preocupaciones. El complejo panorama coloca sobre los hombros del próximo Gobierno un presente griego: resolver el cepo cambiario y terminar la batalla jurídica con los buitres. El nuevo Gobierno, tendrá que dar una respuesta a los reclamos empresarios, en especial en las economías regionales, por la pérdida de competitividad -que presionan por una devaluación competitiva del tipo de cambio- y al mismo tiempo hacer frente a las fuertes demandas salariales que incentiva el trasfondo inflacionario. Negociar es precisoEn este aspecto, trascendió que el titular de la CGT oficialista, Antonio Caló, tuvo que desdecirse de declaracionesprevias en las que había sugerido un “pacto social” con Daniel Scioli, -el candidato mejor posicionado en las encuestas de opinión-, luego de que desde su propio sindicato le manifestaran malestar por lo que interpretaron como un anuncio de un futuro techo a las paritarias. Desde Misiones, donde estuvo el viernes último, Scioli se mostró, al contrario, favorable a las negociaciones con los gremios “siempre en el camino del diálogo”. Probablemente receptando la reciente avanzada de la protesta docente en la provincia, el candidato presidencial subió la apuesta: “Cuando uno gobierna no hay mayor satisfacción que poder incrementar los salarios porque es un pilar fundamental”, remarcó, a lo que añadió que con 71 gremios y 600 mil agentes públicos en su provincia, “imagínense lo entrenado que estoy y la experiencia que tengo para acercar posiciones y descomprimir conflictos”.Las declaracioens del gobernador bonaerense dieron a entender que estaba bien informado respecto al conflicto docente en la provincia, que había crecido en forma inédita en las últimas semanas y que sorpresivamente se resolvió el lunes último, cuando el Gobierno desistió de su política de descalificación constante del reclamo y se allanó a un diálogo genuino y con propuestas concretas. Quedó patente, en este proceso, que en el Ejecutivo se tomó nota de la real envergadura de la protesta tanto como del escenario conflictivo que amenazaba con instalarse como telón de fondo de los comicios del 25 de octubre. De eso no se habla Aparentemente, el gobierno renovador tendrá que revisar su fe ciega en la política de cooptación de la dirigencia gremial de UDPM, que esta vez no pudo funcionar como un efecto “tapón” y se vio sobrepasada por la repercusión social de las movilizaciones de los gremios disidentes. Para el Frente Renovador, esta vez aliado al FpV, los contundentes resultados de las Paso y el fracaso de la amplia alianza opositora que se venía gestando desde el año pasado, bastan para asegurarle a Hugo Passalacqua una segura victoria en octubre. Estiman que a la solvencia del aceitado aparato de sublemas en toda la provincia, se agrega que en Posadas habrá un grupo de listas que traccionarán muchos votos. Respecto a los candidatos posadeños, esta semana Joaquín Losada recibió el apoyo del sector de Vanguardia Radical con la visita del senador Leopoldo Moreau a la provincia. La estrategia renovadora cuenta, asismismo, con que Scioli aportará lo suyo ganando, en principio pensando en una primera vuelta, debido al amesetamiento que estaría sufriendo la candidatura presidencial de Mauricio Macri y la caída de la polarización que, en los últimos meses previos a las Paso, dominaba el escenario electoral. Las mejores chances del oficialismo a nivel nacional, no obstante, no descartan una elección reñida en octubre que, de no arrojar un ganador en primera vuelta, desembocaría en la difícil prueba del ballotage. Bajo la premisa de que en esta etapa la
consigna es no descuidar ningún frente por el que se pueda filtrar la crítica opositora, o se puedan fugar posibles votantes; la excursión por medios porteños que realizó en la semana el gobernador Closs no fue evaluada como exitosa, ya que el papel que jugó el mandatario, en especial en su participación en un conocido programa televisivo, lo mostró desbordado por las circunstancias. La desafortunada respuesta a la pregunta sobre las cifras de pobreza en la provincia, a las que negó trascendencia; y su errática descripción de las medidas tomadas durante su gobierno contra la desnutrición inflantil, no sólo dejaron mal parado a Closs, que evidenció un déficit de estatura política; sino que colocaron el tema de la pobreza estructural en el centro del debate público. En la provincia, el padre Alberto Barros (titular de Cáritas Posadas), la voz crítica de la Iglesia, al lanzar la colecta anual de Cáritas, emitió un juicio lapidario, inspirado en el papelón mediático de Closs: “Ocultar las cifras de pobreza es admitir que se ha fracasado”.
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