Lo hallaron culpable de “organización y financiamiento de transporte de estupefacientes”, pero lo absolvieron de la supuesta orden de asesinar en Posadas a un “arrepentido”.Me rompe el corazón que digan que soy millonario y mis hijos van a los comedores comunitarios, fueron las últimas palabras del llamado El Patrón de Frontera el miércoles al mediodía en la capital de Córdoba y ante los magistrados que debían dar su veredicto.
El santafesino Héctor Argentino Gallardo (56), fue condenado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1 de Córdoba a catorce años de prisión como autor del delito de organización y financiamiento para transporte de estupefacientes pero lo absolvió de la acusación de tentativa de homicidio por una presunta orden de cocinar a un miembro arrepentido de la organización que traficaba cocaína y marihuana a Chile y a las principales capitales argentinas.
Los jueces de cámara Jaime Díaz Gavier, José Vicente Muscara y Julián Falcucci, sentenciaron con penas menores a otros dos de los presuntos subordinados del Mandamás Gallardo. Aurora Elvira Peña y Pedro Antonio Ibazeta recibieron penas de tres y siete años, respectivamente, por tenencia y comercialización de drogas.
El cuarto sentado al banquillo de los acusados e imputado por tentativa de homicidio, Cristian Antonio Vera, fue absuelto pero seguirá detenido porque purga una condena por un femicidio cometido en la localidad de Casilda, Santa Fe.
El fiscal del Tribunal 1, Maximiliano Hairabedian, había solicitado 17 años para Héctor Gallardo por las dos acusaciones, la de la supuesta orden de asesinar a uno de los integrantes de su banda narco y de coordinar todas las actividades de tráfico de estupefaciente, entre ellas las montadas en Posadas donde, según la elevación a juicio oral, movilizaba grandes cargamentos de marihuana hacia Chile, y cuyas ganancias las blanqueaba con compras de automóviles y propiedades de distinto orden.
Gallardo, nacido y con residencia hasta su detención en diciembre de 2013, en la ciudad de Frontera, Santa Fe, era también llamado Padre por sus presuntos cómplices quienes también se desplegaban en la vecina localidad cordobesa de San Francisco.
El Patrón está sindicado como un poderoso narco que habría operado desde estos puntos en casi todo el país, pero también de haber ordenado cocinar a uno de sus colaboradores ante la sospecha de haberlo traicionado y ser el arrepentido que relató a la Justicia los pormenores de la red.
Según este testimonio, entre otras actividades, en un campo cercano a Frontera se cocinaban o procesaban cien kilogramos mensuales de cocaína traída de Bolivia, a través del paso de Orán en Salta.
La marihuana en cambio, habría sido ingresada de Paraguay y desde Posadas enviada en camionetas acondicionadas hacia San Francisco. El testimonio abrió inicio a la investigación contra Gallardo en marzo de 2013 en el Juzgado Federal 1 de Córdoba, que derivó en la investigación.
Según la acusación, el 18 de diciembre de 2013, Gallardo le habría ordenado a Cristian Vera que viajara a Posadas y allí cocinara a Kako. El crimen no se cometió porque los pesquisas de Gendarmería seguían las comunicaciones durante 24 horas de Gallardo y lograron interceptar el Fiat Uno, en la avenida Blas Parera al 4.700 en la zona Oeste de la capital misionera, donde viajaban el presunto sicario y su víctima.
Dentro del automóvil se secuestró una pistola nueve milímetros, con quince balas cargadas para ser gatilladas.
Una película
Héctor Gallardo antes de ser condenado ayer habló frente a los integrantes del Tribunal Federal 1 de Córdoba, sus últimas palabras fueron elocuentes: Niego todo, nada de lo que se me acusa es cierto, soy inocente y esta historia es una película creada por el fiscal (Hairabedian), fue su invento, acusó sin precisar detalles.
Sobre su poder y mando en Frontera y San Francisco enfatizó: Me rompe el corazón que digan que soy millonario y poderoso y mis hijos hoy necesitan ir a un comedor público para alimentarse. Nada de lo que dijeron es verdad, no tengo millones escondidos.
Pero a Gallardo además se lo acusa de haberse dedicado a adquirir todos los bienes a nombre de terceros, automóviles, tractores, camiones, viviendas, campos y cosechas completas de granos, con el dinero directo del tráfico de cocaína y marihuana.
De acuerdo a la investigación, los bienes inmuebles que obtuvo Gallardo fueron puestos a nombre de personas de su entorno familiar.
Respecto a los automóviles, además de ocultar su verdadero titular, habría remitido gran parte de ellos a Posadas, donde eran comercializados como parte de pago a cambio de estupefacientes.
Mano derecha
En cuanto al también sentenciado Pedro Antonio Ibazeta, estaba bajo la firme sospecha y pruebas de haber cumplido el rol de chofer personal del Pa Gallardo, ser su mano derecha y también de transportar cargas de estupefacientes y distribuirlas en la provincia de Córdoba, a partir de San Francisco.
Es que tras las numerosas llamadas existentes en el expediente, de los números intervenidos, se dedujo que Gallardo contaba con la ayuda de Ibazeta para llevar a cabo sus numerosas maniobras ilícitas, oficiando de conductor de los automóviles en que se movía Gallardo hacia diferentes provincias para reunirse con proveedores y compradores de estupefacientes, a la vez que oficiaba de encargado de transportar dicha sustancia en los vehículos que facilitaba El Patrón.
A esto se sumó la participación de la mujer de Ibazeta condenada a tres años de prisión.
Aurora Elvira Peña, conocida como Doris, según la acusación tenía pleno conocimiento de esta actividad ilícita, respondiendo a todos los mandados que le daba su marido por teléfono, encontrándose de esta forma al tanto de todos los movimientos y viajes que su marido realizaba.
Dichos mandados se relacionaban con la comercialización de estupefacientes, es decir, hacer entrega del material ilícito a las personas sindicadas por su esposo.
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