Señora Directora: Otra vez debemos afrontar una suba de tarifas en los servicios públicos. Al boleto de colectivos, en estos días se le sumó la electricidad y el gas que pronto sentiremos en los bolsillos, aunque por ahora no nos parezcan reales. Pero nuestros salarios siguen depreciados y ya hemos perdido una buena tajada de ellos durante 2016, porque, aunque no hubo un recorte como en épocas de De la Rúa, si lo hubo en relación a la pérdida en su poder adquisitivo (y la que aún continúa).No entiendo mucho de economía, pero sé que para que alguien pueda comprar se necesita tener plata o un crédito al que se pueda pagar más adelante. Entonces no entiendo de qué crecimiento y mejora de la economía se habla a futuro si no hay quien disponga del dinero necesario para esas compras que servirán para dinamizarla con la demanda de una mayor producción y, como lógica consecuencia, generar más empleo. Ello con su consecuente vuelco de más dinero en el circuito comercial en un círculo virtuoso en que todos podemos ir mejorando.Para mí, eso es apostar al optimismo; lo otro, abaratar importando todo, es hacerlo a la negativa, al pesimismo. Porque si no hay quien tenga empleo y, por ende, salario, ¿quién va a comprar lo que se traiga de afuera? Salvo, lógico, un pequeño sector de privilegiados que son los que se están enriqueciendo con este achicamiento.No lo entiendo, como tampoco lo hago con cierto discurso optimista que nos quiere hacer creer que todo lo que vendrá será mejor. A mi cada vez me cuesta más cubrir mis necesidades más elementales. Ya deseché casi la totalidad de mis “caprichillos” y aún así, lo que veo para el mañana es el cinturón más chico cada vez.Insisto, no entiendo mucho de economía y nunca me tentó estudiarla, pero creo que así vamos por el camino errado.
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