Frustración es la palabra que resume la situación de alumnos y docentes de la Escuela 746 de Puerto Iguazú, porque la promesa de construcción del nuevo edificio data nada menos que de 2008. Seis años después, en 2014, los directivos y padres elevaron una nota a las autoridades educativas de la provincia, para solicitar “la inmediata gestión, refacción y/o puesta a nuevo de la estructura de la escuela, en vista del peligro que representa la actual para nuestros niños, personal docente y no docente”.Al año siguiente y en vista al insistente reclamo hubo un “amague” de respuesta. El Consejo General de Educación tramitó ante el Iprodha la construcción de un nuevo edificio. Para ello, mientras tanto, toda la comunidad educativa debía mudarse al centro de la ciudad bajo los añosos techos de la vieja Escuela 615, la cual estaba desocupada, porque al lado los alumnos ya usaban una flamante nueva estructura. A pesar del sacrificio que implicaría, en octubre de 2015, padres y docentes optaron por trasladarse, a dos kilómetros de distancia de su lugar, a ese espacio prestado. Las obras implicaban destruir la vieja escuela. Una vez que esa primera etapa culminó, los obreros debían haber iniciado la construcción en marzo de 2016, pero nunca más aparecieron. Lo peor del caso es que el lugar al que se mudaron ediliciamente estaba aún peor que su propia escuela. Por otra parte, Eustacia González, directora de la institución comentó que “durante las vacaciones los hippies ocuparon el edificio viejo y cuando llegaron las porteras a hacer la limpieza se encontraron con varias personas durmiendo allí. Eso colmó nuestra paciencia”, explicó. Fue así que en febrero de este año, acompañados por los padres, llamaron a un arquitecto particular, quien corroboró que en el espacio de la vieja Escuela 615 (de más de 80 años) no podían dar inicio de las actividades. Posteriormente tuvieron la visita de la supervisora del CGE Claudia Tchaikovsky y la directora de enseñanza Lucy Glum. Analizaron las alternativas que había para volver a reubicarlos y dialogaron con la directora de la Escuela de Frontera 615 que tiene el edificio nuevo de dos plantas. La directora de la nueva Escuela de Frontera 615, Rosana Itatí Spilere, se brindó para recibirlos en el mismo edificio. Desde que se inició el ciclo lectivo 2017, ocurre un hecho inédito en la provincia, ya que dos escuelas primarias tienen clases bajo un mismo espacio. Los alumnos de la 746 ocupan el primer piso y los de la 615 ocupan la planta baja. González explicó que la convivencia de las dos escuelas es complicada y tiene sus particularidades. Los de la 746 entran a las 7.30 izan la bandera y a las 8 lo hacen los de la 615. Los de arriba salen a las 11.45 y los de abajo a las 12, con todo el movimiento que eso implica. “Tratamos de llevarnos bien, pero es incómodo”, dijo González. “Ocurrió el caso en el que cuando uno de nuestros grados tenía educación física, coincidió con el horario de ingreso de los otros chicos. En ese caso tuvieron que parar los ejercicios, esperar que los demás alumnos saluden a la bandera para que luego pudieran continuar con la actividad”, señaló. “Eso lo respetamos porque el espacio es de ellos”, dijo la directora. “Sucede que los chicos suelen llegar tarde porque allí en el barrio el colectivo pasa cada una hora y si lo perdieron no tienen alternativa para llegar a horario”. “Y también pasa a la inversa, porque yo tengo que autorizar a los alumnos que viven en los barrios nuevos que se retiren 40 minutos antes para poder alcanzar el transporte, porque si lo pierden tienen que quedarse dando vueltas una hora en el centro hasta que pase el siguiente ómnibus”.“El Iprodha se comprometió nuevamente a comenzar las obras pero nosotros ni siquiera tenemos el número de expediente, todo se mueve en el ámbito de lo verbal”, indicó. “El ingeniero Guillermo Caballero, (auditor) del Iprodha, me dijo que a principios de abril deberían arrancar las obras, que vienen muy atrasadas por un problema que hubo dentro el instituto”. “Anteriormente los padres conversaron con el arquitecto Meaurio (segundo de Ross) y uno ya no sabe con quien hablar”, finalizó la directiva, con la esperanza de que se cumpla la palabra empeñada y ellos puedan volver a tener su escuela.
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