Apenas tocó tierra colorada el Embraer 190 de Austral que piloteaba, el comandante Federico Serino sintió una mezcla de emociones. Es que el de ayer fue su último vuelo comercial, y al aproximarse a la pista del aeropuerto “General San Martín” fue escoltado por dos camiones hidrantes que lo recibieron con “chorros de agua”, a modo de despedida. Fue en Misiones, una provincia a la que voló muchísimas veces, tantas que asegura haber perdido la cuenta. “Fue algo muy emotivo porque son muchos años con compañeros de toda la vida, con la gente que rodea al mundo de la aviación, como son los controladores aéreos, los bomberos, personal de tráfico, la policía aeronáutica, son muchos los involucrados para que esto funcione y salga todo bien afinado”, dijo emocionado, al repasar los treinta años de servicio. Calificó a la aviación como “una actividad hermosa que realicé con mucha pasión. Pasaron tantos años y los que estamos en la actividad nos conocemos de siempre, es un grupo de mucha amistad, tiene cosas muy fuertes, muchas veces muy lindas, y de las más complicadas, sobre todo en días de mal tiempo o cuando hay un desperfecto que hay que sacar adelante -por suerte muy pocas veces- y tratar que los pasajeros lleguen a destino sin que se enteren. Esa es nuestra misión, y que los pasajeros puedan pasar lo mejor posible. Es la parte más estresante de esta actividad que con el tiempo se transforma en rutina. Gracias al entrenamiento que recibimos semestral o anualmente, uno está bien preparado para hacer frente a cualquier eventualidad”. Explicó que este tipo de homenaje es habitual y que en su caso, deja la actividad aerocomercial “tras veinte años en aerolíneas comerciales y el resto en Austral. A los 53 años, llegó el momento de pasar a hacer otras actividades. Misiones es una provincia que llevo en mi corazón. El destino de uno de los primeros vuelos fue a Posadas. También Cataratas, porque el Litoral es un poco el fuerte que tenemos en Austral”. Admitió que su vida transcurrió en Buenos Aires por lo que resultó un poco más fácil incursionar en la profesión. “Las líneas aéreas y lo que antes se denominaba taxi aéreo se movía desde el aeropuerto Jorge Newbery. Ahora las provincias están con un desarrollo importante y todos los muchachos tienen la posibilidad de trabajar en empresas privadas. Y también está la posibilidad de ir a trabajar afuera. El desarrollo de la aviación es muy importante, muy grande. Muchos países están solicitando pilotos y Argentina es un buen exportador de pilotos”, dijo, tras llegar a la central, en Buenos Aires, donde fue agasajado por integrantes de la empresa a la que considera su familia y de quienes se lleva los mejores recuerdos. “Siempre se hace un brindis, una reunión de amigos, con un poco de formalidad institucional”, agregó.El día después“Mañana vuelvo a la vida normal, a la de los chicos al colegio, y después seguir con la familia, descansar un poco más, y en algún momento buscar una palmera en un lugar con mucho sol, para ver como pasan los años”, proyectó el piloto. Confió que lo motivaron a seguir esta carrera las ganas de tener un trabajo que sea distinto, el hecho de no querer seguir una rutina, el querer estar al frente de algún equipo técnico que demande algún desafío más importante. “Eso fue lo que me motivó a seguir esa carrera, y sobre todo porque siempre tuvo esa mística especial del piloto de avión o del capitán de barco. Es una carrera larga, pesada, dura, pero tuve la dicha de poder sentarme en un avión de línea aérea. El premio es muy lindo, importante, gratificante”, acotó, agradecido y emocionado.
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