Una mezcla de sensaciones viven por estas horas los familiares de Andrés Estepa (52). El sábado 9, cuando se enteraron del hallazgo de restos humanos a apenas diez kilómetros de donde el cazador fue visto por última vez con vida, hace más de dos años, renació la posibilidad de cerrar ese círculo. Sin embargo, horas después se supo que esos restos eran de otra persona.Pese a esa noticia y al tiempo, que no se detiene, Antonio no pierde las esperanzas. “Todo esto es angustiante, pero vamos a seguir la búsqueda. Ojala esté vivo, pero creemos que, si lo estuviera, algo de él íbamos a encontrar. Sabemos que es difícil. A él lo mataron y el cuerpo fue arrojado al lago Urugua-í. No creo estar equivocado”, le dijo en las últimas horas el hermano del cazador a PRIMERA EDICIÓN, con un nudo en la garganta después de los últimos acontecimientos.Pese al dolor y la angustia, el hombre habló con este Diario y ratificó sus sospechas. “Para nosotros la clave más contundente es la foto. Los tipos que le sacaron la última foto, esos son los que tienen que estar detenidos”, apuntó, sin perder la esperanza de que alguna vez se sepa qué pasó con Andrés.Una noticia inesperadaLa tarde del sábado 9, la familia Estepa se enteró del hallazgo de restos humanos en el kilómetro 13 de la ruta provincial 19, a esa misma distancia del casco urbano de Wanda y unos diez kilómetros al norte de donde fue visto con vida por última vez Andrés. De acuerdo a fuentes consultadas, un mecánico domiciliado en la zona divisó un can que llevaba un hueso de importantes dimensiones. Entonces decidió investigar y descubrió, metros adentro de la densa vegetación de la zona, rastros óseos humanos.Tras recibir la denuncia telefónica, arribaron a la escena efectivos de la comisaría de Wanda y de Criminalística de la Unidad Regional V, con asiento en Puerto Iguazú. En la escena confirmaron además el hallazgo de restos de una remera a rayas de color blanco y rojo.En un principio se barajó la posibilidad de que los restos sean de Estepa. Sin embargo, el último domingo familiares de Marcelo Rivas (58) reconocieron la prenda de vestir hallada en la escena y develaron el misterio. No era Estepa.?La búsqueda del cazador sigue vigente.La desaparición de EstepaEl miércoles 14 de agosto de 2013 Estepa salió de su casa del barrio San Cayetano de Wanda en compañía de un amigo que lo llevó hasta el Paraje Esperanza Centro, a unos 25 kilómetros del casco urbano de Puerto Esperanza, en dirección al centro de la provincia.La idea de Estepa, criado en el monte, era aprovechar el día para cazar y regresar por la noche. Por eso quedaron en reencontrarse con ese amigo en horas de la tarde en el mismo punto donde se habían despedido por la mañana. Sin embargo, eso jamás sucedió.El último rastro del cazador se conoció días después de su desaparición, cuando se supo que dos “ñandúes” -como se conoce a los cuidadores de la empresa privada a la que pertenece ese sector de tierras- lo cruzaron en medio de un “sobrado”, una suerte de “balcón” improvisado instalado en los árboles cerca de los “saleros”, utilizados para atraer animales. Ante la Justicia, los “ñandúes” reconocieron haberse cruzado con Estepa. Sin embargo, contaron que le pidieron amablemente que se retirara del lugar, a lo que, pese a resistirse, el cazador finalmente accedió. En medio de ese supuesto diálogo, los cuidadores le tomaron varias fotos. Esas imágenes son las últimas que se conocen del cazador. Ya descartado el ataque de un animal -los investigadores creen que, de ser así, habrían quedado rastros en la zona- la familia del cazador desde siempre insistió en que el caso no se olvide y la investigación continúe hasta dar resultados. Esa es la lucha que mantiene viva la esperanza de los Estepa por cerrar, de una vez por todas, ese círculo.
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