Hace pocas semanas, reflexionaba sobre el cambio que la sociedad reclamaba a la clase política tras las elecciones presidenciales del año pasado.Especialmente cuando de valores se trata, en particular, respecto a la corrupción y los manejos desprolijos en la administración pública para favorecer a los amigos del poder, muchos de ellos no sólo políticos sino también pseudos empresarios que se enriquecieron en los distintos gobiernos nacionales, provinciales y hasta municipales.Al momento de asumir su cargo, Macri dijo que iba “a combatir la corrupción” y que será “implacable” cuando los funcionarios “dejen de cumplir con lo que señala la ley”. El pueblo votó ese cambio, que consiste en erradicar la corrupción como uno de los grandes ejes del gobierno. Estamos a casi 60 días de iniciado el gobierno del presidente Mauricio Macri, donde muchos de esos funcionarios (ministros, secretarios, presidentes de entes descentralizados) han encontrado un panorama desalentador en las finanzas públicas, con recursos humanos en exceso siendo algunos nombrados días antes del recambio (7 de diciembre de 2015) y otros de los que ni sus propios compañeros conocían su existencia y repentinamente se presentaron a “trabajar”. Los que llamamos habitualmente “ñoquis”, que sólo pasaban a fin de mes a cobrar o directamente se quedaban en sus casas.Conocida es la medida adoptada de dejar sin efecto los miles de contratos de militantes rentados que no conocían siquiera la oficina de la que dependían como el caso del Congreso de la Nación.En las páginas de PRIMERA EDICIÓN hemos informado lo que ocurrió en la sede de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), una oficina de la administración pública nacional instalada en la provincia donde dicen que cayeron unos 130 contratos, en su gran mayoría con sueldos al nivel de gerentes nombrados por el solo hecho de tener un apellido famoso, o ser la esposa de fulano o el hijo de mengano. Pero que no aparecían por el edificio del ente salvo para renovar los contratos o tramitar sus “vacaciones”.Basta con recordar las palabras del expresidente Carlos Menem, cuando hace ya muchos años advirtió que Yacyretá era “un monumento a la corrupción”.Pero resulta en estos tiempos que la nueva conducción de la EBY, encabezada por el doctor Humberto Schiavoni (además presidente del PRO, partido que a nivel nacional postuló a Macri) mantuvo un sospechoso silencio sobre estos “ñoquis”, asumiendo esa actitud que nada aporta al cambio que los argentinos, y los misioneros en particular, votaron en noviembre.A Schiavoni, designado por el mismo gobierno que viene cortando los contratos escandalosos; se le vino requiriendo con mucha insistencia conocer la nómina de los que por años cobraron indebidamente una remuneración en detrimento de los trabajadores de Yacyretá que sí hicieron el esfuerzo de cumplir un horario, una agenda y objetivos laborales. Ni hablar de la forma en la que fueron incorporados al organismo, sin concurso de antecedentes, con convocatorias abiertas, con llamados previos informativos de las necesidades de recursos humanos que se tenían.¿Acaso hay un pacto para “cuidar” a los “ñoquis”, razón por la cual Schiavoni oculta bajo siete llaves los nombres que sus antecesores contrataron para no hacer nada? Así como me caracterizo por ser frontal en mis opiniones como en mis ideales, me gustaría que todo funcionario al que el pueblo le paga un salario, informe en detalle de frente y sin vueltas a través de los medios de comunicación, de conferencias de prensa, con solicitadas o el método que elija, qué encontró al asumir en el cargo en su repartición, qué hizo para modificar la situación y periódicamente cuente en qué gasta su presupuesto.Porque venimos de largos años de esconder información, estadísticas como las de pobreza e indigencia, inflación, reservas del Banco Central, deuda pública y tantos otros datos que son importantes para quienes gestionan en lo público y lo privado. Y también a quienes se contrata para determinados trabajos con jugosos dividendos.En el caso de la EBY, tanto esconder los nombres, los haberes que percibían, los sumarios o denuncias judiciales que se tendrían que haber presentado contra estos personajes, me lleva a dudar si efectivamente los “ñoquis” de Yacyretá ya no están; o es que consiguieron protección política también en este gobierno por ser amigo o familiar de alguno nuevo que asumió hace pocas semanas. De ser esto último, Schiavoni faltaría a los compromisos que Macri hizo con los votantes.Nuestros periodistas se cansaron de pedir a Humberto Schiavoni que haga públicos los nombres de los “ñoquis” y la respuesta fue el silencio o la típica de muchos políticos: “están terminando la auditoría, dejame un teléfono que te llamo”, cosa que hasta ahora no sucedió.Lo que pido, como lo podría hacer cualquier vecino y ciudadano misionero, es exigirle a nuestros representantes en el gobierno (no por ser del mismo signo político sino porque en ellos delegamos la administración de la república) ser transparentes y especialmente expeditivos y contundentes en la lucha contra los corruptos, los que se beneficiaron por años de las finanzas públicas a costa de altísimos impuestos y cargas pagadas por los trabajadores y los empresarios que -aun a pérdida- siguieron adelante contra viento y marea.Doctor Schiavoni, por favor, cumpla con el mandato del presidente Macri. Informe a los misioneros y a los argentinos en general las irregularidades encontradas como es la lista de los privilegiados “ñoquis” que todavía son anónimos. Así sentiremos que el cambio llegó a Yacyretá y que comienza a exhibirse una gestión transparente.
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