El cultivo de pepino se consolida en Jardín América como una actividad productiva con buena inserción comercial, impulsada por la demanda de la industria de conservas y el acompañamiento técnico del INTA. Esta hortaliza -perteneciente a la familia de las cucurbitáceas- se cultiva tanto para consumo fresco como para procesamiento industrial, principalmente en conserva.
En la provincia, el interés por este cultivo surgió de la mano de cooperativas que transforman la producción local en alimentos con valor agregado. Un ejemplo destacado es la Cooperativa Flor de Jardín, de Jardín América, que desde hace más de dos décadas se dedica a la elaboración de pepinillos en conserva y se ha convertido en referente nacional en este rubro.
De una crisis yerbatera a una oportunidad productiva
La fábrica de productos regionales de la Cooperativa Flor de Jardín nació a fines de los años noventa, en el contexto de una de las crisis del sector yerbatero. “El proyecto comenzó a planificarse hacia 1998, finalizando la planta en 1999 y saliendo al mercado en el año 2000 -recuerda Maximiliano Cunale, gerente de la cooperativa-. Arrancamos con una producción de unos 5 mil kilos de pepinos grandes, vendiendo puerta a puerta y recorriendo la provincia en una camioneta”.
Hoy, a más de veinte años de aquel inicio, la cooperativa proyecta para la zafra 2025 una producción de entre 95 y 100 toneladas de pepinos y pepinillos, destinados a distintas líneas de conserva y pickles. Actualmente trabajan con 16 productores de pepinos y 33 de choclitos, integrados en un modelo que combina producción familiar, industria y comercialización cooperativa.
Acompañamiento técnico y mejora continua
Desde el inicio, el INTA jugó un papel central en el desarrollo del cultivo en la zona. “El acompañamiento y asesoramiento del INTA fue y sigue siendo fundamental -destaca Cunale-. En los primeros años fue constante y clave para lograr las producciones necesarias y alcanzar los estándares que hoy mantenemos”.
Los técnicos del INTA recomiendan preparar el suelo con materia orgánica -un balde de 20 litros de estiércol cada ocho metros lineales- y aplicar cal hidratada para mejorar la estructura y aportar calcio y magnesio, elementos esenciales para el rendimiento del cultivo. También se subraya la importancia del tutorado, que permite aumentar la densidad de plantas, mejorar la aireación y facilitar la cosecha, obteniendo frutos más uniformes mas limpios y sanos.
El pepino es un cultivo de ciclo corto, que permite comenzar la cosecha a los 42 días de la siembra, lo que lo vuelve atractivo desde el punto de vista comercial. Su sensibilidad al frío exige iniciar la siembra recién en primavera, cuando las temperaturas oscilan entre 19 y 26 °C, condiciones típicas del clima misionero. Además, la floración requiere una adecuada polinización, por lo que se promueve la presencia de colmenas cercanas a los lotes.
Producción, industria y mercado nacional
En la planta de Flor de Jardín, los pepinos se clasifican según su tamaño en cuatro categorías -primera, segunda, tercera y pickles-, todas de excelente calidad. Se comercializan en envases de 330, 660, 1.500 y 3.000 cc, tanto en versiones de pepinillos como de pepinos cortados. “La medida denominada ‘pickle’ corresponde a los frutos de mayor tamaño o deformados, que se destinan al producto en rebanadas”, explica Cunale.
La producción se distribuye a todo el país. “Abastecemos de forma directa a Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Chaco y Formosa, mediante preventistas y distribución propia, y al resto de la Argentina a través de distribuidores o ventas directas a pequeños comercios y mercaditos”, comenta.
La actividad genera a nivel local un fuerte impacto económico y social: “Entre empleados directos e indirectos, entre productores, cosecheros y personal de la industria, durante los 45 a 60 días de la zafra trabajamos alrededor de 120 personas”, detalla el responsable técnico.

Un cultivo que diversifica la chacra y genera arraigo
Los trabajos del INTA en distintos puntos de la provincia muestran que, con una adecuada fertilización (unos 15 gramos de triple 15 por planta), es posible alcanzar rendimientos de al menos 500 gramos por planta, confirmando el potencial del cultivo bajo manejo tecnificado.
El pepino, además de su rentabilidad, se destaca por su versatilidad y por la posibilidad de integrar a pequeños productores en cadenas de valor locales. Para el INTA, representa una opción para diversificar las chacras, mejorar la rotación de cultivos y fortalecer la horticultura regional con destino industrial y de consumo fresco.
Mirando al futuro
La Cooperativa Flor de Jardín proyecta seguir creciendo. “Nuestro desafío es fortalecer la presencia a nivel nacional y comenzar, de a poco, a explorar mercados de exportación con nuestros productos”, anticipa Cunale.
El caso de Jardín América muestra cómo la articulación entre productores organizados, apoyo técnico y agregado de valor puede transformar un cultivo en oportunidad de desarrollo local. El pepino, con su rápido ciclo, su demanda sostenida y su potencial de industrialización, se afirma como un cultivo estratégico en la horticultura misionera.
Colaboración: Francisco Pascual y Martín Ghisio.





