Aunque junio cerró con una liquidación del agro cercana a los 3.700 millones de dólares y se proyecta que julio podría superarla, el clima en el sector rural está lejos de ser optimista. La combinación de factores adversos como el regreso de las retenciones, la caída de los precios internacionales, el atraso cambiario y la inestabilidad macroeconómica nacional socavan la confianza de los productores y golpean las expectativas de inversión.
Así lo refleja el último relevamiento del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral. Según el informe, la confianza de los productores respecto al futuro del agro para los próximos doce meses cayó un 19% entre marzo y junio. Para Carlos Steiger, director del Ag Barometer Austral, el dato es alarmante: “El productor necesita reglas claras por al menos cinco años para tomar decisiones de inversión de largo plazo. Hoy eso no está”.
En la misma línea, el Índice de Expectativas de Inversión retrocedió un 8,5% en apenas tres meses, acumulando una baja del 32,5% desde noviembre de 2024. En la actualidad, el 63% de los productores sostiene que no es un buen momento para invertir, frente al 59% que pensaba igual en marzo.
Precios en baja, costos en alza
La preocupación de los actores del agro no es infundada. Un reciente informe del economista Tobías Lucero, de la Fundación Mediterránea, advierte que el regreso de las retenciones a partir del 1 de julio se da “en un momento particularmente desfavorable”. En ese sentido, detalla que el Tipo de Cambio Real Bilateral entre Argentina y Estados Unidos se encuentra un 12% por debajo del promedio de los últimos 25 años y que el valor FOB de la soja, ajustado por inflación, está un 24% por debajo de su media histórica.
Por su parte, la economista agropecuaria Marianela De Emilio señala que los indicadores macroeconómicos locales siguen empeorando, mientras los precios internacionales también caen. “La suba de retenciones en este escenario incrementa aún más la presión fiscal sobre el sector”, sostuvo.
Buenos rindes, pero sin certezas
Pese al panorama complejo, hay aspectos positivos que dan algo de alivio. El consultor Javier Preciado subrayó que la última campaña tuvo rindes de soja mejores de lo esperado, y que las lluvias de otoño recargaron los suelos tras tres años de sequía. Esto permitió ampliar la superficie sembrada con trigo y anticipar labores para la próxima temporada, siempre y cuando las condiciones climáticas lo permitan.
Sin embargo, Preciado también remarcó que los costos logísticos siguen altos, con problemas de infraestructura, encarecimiento del transporte y aumento en el precio de la energía. “Hoy hay que apostar a tener un rendimiento excelente para lograr un margen positivo”, expresó. Además, aseguró que el “mal humor” entre los productores se debe a que, pese a los reclamos, las retenciones volvieron y nada cambió.
El día después de la liquidación
El repunte de junio y julio en materia de liquidaciones puede ser solo un alivio temporal. Con DJVE (Declaraciones Juradas de Venta al Exterior) cargadas antes del aumento de retenciones, las ventas anticipadas generaron un fuerte ingreso de divisas que podría agotarse en los próximos meses.
Según Lucero, es probable que la presentación de nuevas DJVE se desacelere durante agosto y septiembre, hasta que se reanude la comercialización primaria con la siembra de cultivos de verano. Esto implicaría un menor ingreso de dólares para el Banco Central en un momento en que necesita engrosar reservas.
“La mayor parte de lo que se recaude ahora será a costa de menores ingresos fiscales más adelante”, explicó el economista, y agregó que el gobierno perdió una oportunidad clave para reducir de manera estructural la carga tributaria sobre el agro en un contexto internacional adverso.
De Emilio también alertó sobre los riesgos de no vender: “Quedarse con mercadería sin liquidar ni coberturas a futuro expone al productor a una baja de precios, y la macro actual no compensa con devaluación esa pérdida”.
En espera de señales
“El agro está en una etapa de transición”, reflexionó Preciado. “La clave estará en la evolución del precio del cereal. Si el valor de la soja se sostiene en torno a los 320.000 pesos por tonelada, el humor puede mejorar. Si se derrumba, habrá un freno masivo en las ventas”, advirtió.
(Fuente: Ámbito)