Ya sea por miedo, por haber vivido una situación de inseguridad en la calle, por venir de un contexto de violencia de género o simplemente por curiosidad y deporte, cada vez más personas buscan aprender defensa personal. En Posadas hay varias academias y disciplinas que enseñan a utilizar el cuerpo como herramienta de defensa, sin importar la edad ni el género.
PRIMERA EDICIÓN habló sobre el tema con Osvaldo Lezcano, un entrenador con 35 años de experiencia en artes marciales, que desde 2012 también practica Krav Maga y actualmente enseña diversas disciplinas en su academia, la mayoría enfocadas en la defensa personal.
El Krav Maga es “un sistema israelí. No llega a ser un arte marcial en sí, porque toma distintas técnicas efectivas, contundentes y simples de aprender para aplicarlas en la calle”, explicó. Para que el entrenamiento sea realista, detalló que “toda nuestra práctica se basa en escenarios reales; incluso, a veces entrenamos con ropa urbana, como jeans, camisas, prendas que podrían complicarnos en una situación real en la calle”.
Además del sistema israeli, en la academia también practican Taekwondo, Hapkido y CICSA, todas orientadas a la defensa personal. Lezcano destacó que “no importa la edad ni la condición física; no se necesitan conocimientos previos”. Desde niños de cinco años hasta adultos mayores pueden aprender. El entrenamiento abarca tanto la preparación física como la mental.
“Cuando son chiquitos, les enseñamos mucho la prevención: estar atentos, prestar atención a su entorno. Si alguien los observa o si se acerca una persona desconocida, les mostramos cómo pedir ayuda”, explicó.
Para los más pequeños también se trabaja la prevención del bullying: “Les ayudamos a forjar su carácter, a no meterse en problemas. Realmente, los chicos que vienen acá van a la escuela sabiendo cómo prevenir situaciones, están tan seguros de sí mismos… que eso mismo los mantiene alejados de los problemas”, afirmó.
En cuanto a la defensa personal para mujeres, Lezcano indicó que han desarrollado un programa específico para abordar temas delicados como la violencia de género: “Primero trabajamos en fortalecerlas mentalmente, que se conecten con lo que está pasando, que entiendan qué pueden hacer y qué no deben hacer”.

También señaló que los alumnos suelen experimentar un cambio profundo: “Me dicen que llegan de una manera y salen totalmente cambiados. Comienzan a prestar mucha más atención en la calle”.
El instructor subrayó que la defensa personal no solo implica técnicas físicas, sino también un trabajo mental para evitar conflictos y estar preparados. Además, enseñan a “usar elementos comunes y a estar conectados con lo que está sucediendo. Por eso hago mucho hincapié en la mente, porque todo empieza ahí. Lo primero es prevenir y evitar meterse en problemas si no es necesario”.
Respecto a situaciones peligrosas, recomendó: “Si alguien se acerca con intenciones de robar, lo mejor es entregar todo lo que se tiene. Es preferible llegar a casa seguros y bien, antes que defender un celular. Eso se recupera, pero la vida no”.
El entrenamiento también incluye la preparación física: “Para nosotros es fundamental tonificar el cuerpo, mantener el equilibrio y estar fuertes”. Asimismo, se trabaja el manejo del estrés y el desbloqueo mental, ya que “podés ser muy fuerte, pero en el momento en que te enfrentás a una situación de peligro o violencia, puede surgir un bloqueo total”.
Lezcano enfatizó que la defensa personal no depende de tener un gran físico, sino de saber cómo actuar en el momento justo. “Una guardia mínima es subir las manos, proteger la cara y mantener la distancia para que el agresor no se acerque. Con las manos arriba, ya hay un gran margen para defenderse. No se necesita un gran físico. Se necesita saber dónde y cuándo actuar; saber dónde golpear para salir de ahí”.
El mensaje es claro: cualquiera puede aprender defensa personal y estar preparado para protegerse.