Productividad, estabilidad y adaptabilidad del cultivo de yerba mate son los principales objetivos del Programa de Mejoramiento Genético que impulsa el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) desde hace más de 50 años, a través de su Estación Experimental Agropecuaria de Cerro Azul, en Misiones.
En la actualidad, esta innovación genética llega a los productores gracias al trabajo de viveros comerciales debidamente registrados donde se producen y comercializan plantines obtenidos a partir de semillas provenientes de huertos semilleros clonales desarrollados por el INTA.
Uno de estos establecimientos es el Vivero Vyo, ubicado en Oberá, y dirigido desde hace una década por la ingeniera forestal y magíster Valeria Morales. Allí se produce exclusivamente material genético certificado por el INTA, con el objetivo de asegurar que cada plantín que llega a la chacra ofrezca un rendimiento óptimo.
“La principal diferencia está en el origen, la certificación y la trazabilidad del plantín. Esto permite al productor optimizar sus recursos y obtener una mayor productividad en menor superficie”, explica Morales.

Según la viverista, los materiales que comercializa el INTA se destacan por calidad, uniformidad y rendimiento superior. A diferencia de otras opciones sin respaldo técnico, las plantas desarrolladas a partir del programa de mejoramiento genético de INTA permiten evitar comportamientos dispares dentro de un mismo yerbal.
“A mi criterio, el material genético del INTA es hoy el mejor insumo disponible. Tenemos casos de productores que lograron cosechar hasta 30.000 kilos de hoja verde por hectárea en apenas cuatro años, con densidades de 3.500 plantas por hectárea”, detalla Morales.
Esa cifra contrasta con los rendimientos promedio provinciales, que rondan los 5.000 o 6.000 kilos por hectárea, lo que evidencia el impacto de contar con genética mejorada y certificada.
En tanto, la magíster Vanesa Schoffen, referente del Programa de Mejoramiento Genético del INTA Cerro Azul, resalta la importancia que radica en la elección de un plantín: “Es crucial que los productores trabajen con genética conocida y probada. El yerbal permanece al menos 30 años en el lote, por lo que disponer de variedades estables y de alto rendimiento puede marcar una diferencia significativa a largo plazo”.
Morales también destaca el valor de la articulación público-privada al afirmar que “cada plantín es mucho más que una planta: es un paquete tecnológico respaldado por ensayos conjuntos entre el INTA y viveristas. Nuestra mayor satisfacción es escuchar la alegría de los productores por los resultados obtenidos en sus chacras”.
La nueva generación de plantas de yerba mate
Actualmente, el INTA continúa desarrollando nuevas variedades en el Campo Anexo Cuartel Anexo Río Victoria en San Vicente. Allí se evalúan progenies, se instalaron nuevos huertos semilleros clonales y se realizan cruzamientos controlados.
En este sentido, la investigadora Schoffen anticipa que este proceso de mejoramiento permitirá dar un salto cualitativo: “Estamos trabajando en una nueva generación de plantas con rendimientos aún superiores, con mayor estabilidad y mejor adaptabilidad. Estimamos una mejora del 30% respecto a los materiales actuales”.
Innovación, tecnología y sustentabilidad son los pilares sobre los que se apoya el trabajo del INTA para fortalecer la producción de yerba mate en Misiones. Las nuevas propuestas apuntan a aumentar la productividad por planta y contribuir así a un futuro sostenible, sin necesidad de avanzar sobre la frontera agrícola”.
Para más información en relación a semillas de yerba mate, los interesados pueden comunicarse con la Cooperadora de la EEA INTA Cerro Azul al teléfono 3754-405016 o al correo electrónico [email protected]