Una insólita historia de terror padeció hace una década una mujer que compró un armario en una mueblería de Leandro N. Alem, para estrenarlo en su nueva vivienda, pero al abrirlo se llevó una tétrica sorpresa: en su interior había una bolsa de tela sintética con dos cráneos y un fémur humanos.
Todo comenzó el 28 de mayo de 2015, cuando la mujer de 42 años, en plenos preparativos para estrenar su casa en el barrio Alto Bosque de esa localidad, decidió equipar el inmueble con nuevos accesorios y para ello se dirigió a una mueblería local para comprar los elementos que le hacían falta, entre ellos un armario donde guardar sus ropas.
Su entusiasmo se vio opacado cuando, mientras desempacaba sus pertenencias, se topó con una sorpresa digna de un film de horror: al abrir el placard, encontró una bolsa de plástico que contenía varios huesos, más precisamente dos cráneos y un fémur, que luego las pericias determinaron que eran humanos.
El 3 de junio siguiente, la propietaria del armario se acercó a la comisaría local e informó acerca de lo que había encontrado. La Policía se dirigió hasta el lugar y constató que en el interior del ropero en cuestión había una bolsa de plástico que contenía dos cráneos humanos, que pertenecerían a personas jóvenes, y dos piezas óseas de fémur.
Una vez confirmado el hallazgo, los agentes se dirigieron al comercio donde se había efectuado la compra para determinar el origen de las piezas.
La propietaria del comercio se vio sorprendida y angustiada por el mal momento que pasó una de sus clientes, pero explicó a los investigadores que su hija, quien estudiaba la carrera de medicina en Posadas, había comprado tiempo atrás varios huesos en el cementerio de Oberá.
La mujer agregó que su hija poseía toda la documentación que acreditaba que los huesos fueron adquiridos de manera legal.
Al parecer, la joven habría guardado los restos óseos en un armario que se encontraba en un depósito del local comercial, sin imaginar que el mueble se pondría a la venta poco después.
La compra de restos óseos para su estudio es una práctica normal entre los alumnos de medicina y otras carreras que se encargan del estudio del cuerpo humano.
Los alumnos presentan, ante la administración de un cementerio determinado, un certificado de alumno regular, el DNI y la libreta que certifique que están cursando la carrera y que los restos óseos serán utilizados como material de estudio.
Después ser aprobados estos documentos y rellenar algunos formularios, se retiran los huesos de cuerpos que no son reclamados y que se depositan por un largo tiempo en el osario del camposanto, pero exclusivamente con fines de estudios científicos.