“Vengan que estoy solo” fue la frase de Javier Milei con la que, a fines de octubre de 2023, selló el pacto con Mauricio Macri y Patricia Bullrich. El entendimiento llegó durante una cena que compartieron en la casa del expresidente. Macri supuso que se habilitaría un cogobierno con gabinete, políticas y medidas consensuadas. Milei solo buscaba una coalición para ganar y gobernar, le faltaban esos votos de los seguidores del PRO para concretar sus aspiraciones presidenciales.
Hoy, cuando los porteños voten para reconfigurar la Legislatura, se definirá mucho de lo poco que queda de aquel acuerdo, pero frente al derrotero de la relación entre los tres, evidentemente Macri interpretó mal las condiciones durante aquella cena.
El expresidente supuso que era la vía para “volver” después de la estrepitosa derrota frente a Alberto Fernández. El líder del PRO “leyó” que sería el verdadero poder detrás del sillón presidencial.
Sentado en ese lugar, sin embargo, Milei ajustó rápidamente los términos del acuerdo y exigió mucho. Con los votos propios y los de su “socio” político logró leyes clave en el Congreso. Pero ofreció cada vez menos y en cambio fue quedándose con porciones y referentes del macrismo, Bullrich entre muchos otros.
Hoy, a la luz de los acontecimientos, el expresidente entiende cabalmente que pagó mal y por adelantado y que debido a ello este domingo peleará nada menos que por la supervivencia de su partido. Lo hará justamente en el distrito en el que surgió y se hizo fuerte.
No es menor, no es circunstancial… si al final del día las encuestas se confirman, el PRO quedaría gravemente herido y muchos de sus actuales dirigentes migrarán al nuevo populismo de derecha que se desarrolla bajo la presidencia de Milei.
Hablando de elecciones
La primera interna informal entre el PRO y La Libertad Avanza que sucederá hoy en Ciudad de Buenos Aires gravita fuertemente sobre los “amarillos”, pero también llega precedida de las elecciones en cuatro provincias que ofrecen una lectura no menos preocupante para el peronismo.
Más allá de la intención del Gobierno de interpretar los resultados en Salta, Jujuy, Chaco y San Luis como un crecimiento “violeta” a nivel nacional, lo que subyace es la fuerte retracción de una histórica fuerza política atravesada desde hace muchos años por intensas internas que le impiden la convergencia.
Si bien los resultados de hace siete días no son extrapolables a las elecciones nacionales, sí reproducen la crisis de representatividad en la que cayó el peronismo, una crisis que se acentúa cada kilómetro más lejos del AMBA.
En provincias donde históricamente se hacía fuerte, fracasó fuerte el domingo pasado quedando en segundo o tercer lugar, pero muy lejos de los que ganaron las elecciones.
La validación de los (políticos) sistemas
Otro dato duro de la realidad que podría tener otra confirmación hoy es la creciente abstención de la sociedad a validar a los partidos, dirigentes e ideologías en las urnas. A la espera de lo que suceda hoy en CABA, las elecciones del domingo pasado evidenciaron la apatía y el desinterés de la gente en asistir a “la gran fiesta de la democracia”.
El índice se repitió en cada uno de los distritos. El ausentismo fue generalizado y el porcentaje de votantes fue preocupante. El fenómeno se consolida elección tras elección. Jujuy registró una participación del 63% sobre un total de casi 600.000 votantes. En San Luis lo hizo el 60,5% de los electores. En Salta, la participación alcanzó el 58,76% del padrón. En Chaco votó el 52,1% de los 1.012.034 ciudadanos habilitados.
Asociado al fenómeno del ausentismo, el voto en blanco y el nulo crecen silenciosamente más allá de que el primero influya en el cálculo del porcentaje de votos.
Es un fuerte mensaje a la dirigencia en general… la crisis de representatividad y de confianza del electorado va de la mano con el cumplimiento de las expectativas.
Señales
Y si de expectativas se trata, qué mejor que la economía para medir la grieta entre la promesa y el cumplimiento.
Tras el nuevo compromiso que el país asumió con el Fondo Monetario, se supone que el Gobierno podrá llegar a las elecciones con la macroeconomía controlada como hasta ahora. La cuestión sigue siendo la microeconomía y las complicaciones que presenta de tanto en tanto.
A mediados de 2023, con un Índice de Precios al Consumidor (IPC) por encima del 7%, el entonces candidato Javier Milei aleccionaba en su red social favorita: “Repitan conmigo: La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario generado por un exceso de oferta de dinero, ya sea por aumento de la oferta y/o caída de la demanda, lo cual hace caer el poder adquisitivo de la moneda, esto es los precios expresados en pesos suben”.
Hoy, con la emisión bajo control estricto y las tarifas pisadas, la inflación parece tener vida propia y lejos está de comenzar con 1, como pretenden Milei y Luis Caputo, quien en cambio se niega a validar paritarias por encima de ese índice.
La intención es llegar a las elecciones de medio término (octubre) bajo esas condiciones y quizás se logre, pero tras varios meses sin emisión y con los precios fluctuando entre 3,7% (marzo) y 2,8% (abril), pareciera que la inflación no es nada más que “un fenómeno monetario generado por un exceso de oferta de dinero”.
La cuestión entonces radica en las inconsistencias de un modelo que privilegia algunas pocas cosas por sobre muchas otras.
Por ejemplo, mientras el sector financiero, el energético y el agroalimentario arrojan números formidables respecto de los del año pasado; la industria, la construcción, el consumo y otros rubros siguen sin poder recuperarse.
Y si de inconsistencias se trata, qué decir de lo ocurrido con la última licitación del tesoro el pasado miércoles, que pasó de una expansión de la base monetaria a una política de absorción de pesos.
Atento a la confusión que generó en el mercado, el Gobierno salió rápidamente a celebrar la reabsorción argumentando que va en línea con la política antiinflacionaria. Sin embargo no logró despejar la ironía que generó en los analistas en cuyas redes se habló sobre la capacidad de “capitalizar” y “vender” como logro una contradicción.
¿“Ahora” café?
A nivel local y pese a las asimetrías propias de estas latitudes, la economía sigue siendo impulsada en mayor medida por los “Ahora”, cuya vigencia se reafirma año a año desde 2016. De acuerdo a cifras de Hacienda, el programa desarrollado para fomentar el consumo interno cerró 2024 con ventas récord por más de 62.287 millones de pesos, promediando 5.190 millones mensuales.
A pesar del contexto económico nacional adverso, el esquema mantuvo una tendencia general positiva y comenzó 2025 con 19.589 millones de pesos acumulados en el primer trimestre en los 46 municipios misioneros cuentan con comercios adheridos.
Entre los programas con mayor facturación se destacan Ahora Misiones, Ahora Construcción, Ahora Bienes Durables y Ahora Neumáticos. En cantidad de transacciones, lideran Ahora Misiones, Ahora Gastronomía, Ahora Mascotas y Ahora Estudiantes.
En tanto y frente a los desafíos que la desregulación representa para los productores yerbateros misioneros, recientemente en la Legislatura provincial ingresó un proyecto de ley para desarrollar en Misiones una cuenca cafetera. De avanzar, sería a través de la creación del Programa de Promoción del Cultivo y Comercialización del Café. Las condiciones ambientales son excepcionales al igual que las oportunidades, pero el impulso viene dado por el daño que la Nación inflige a los pequeños y medianos productores de yerba.
La misma sesión ordinaria, la segunda del actual período legislativo, sirvió además para elevar a Dos Hermanas al rango de municipio, transformándose en el 79 de la provincia. Años de demandas de los habitantes de esta comunidad en el departamento General Manuel Belgrano, decantaron en la autonomía para gestionar sus recursos y decisiones.