Ser testigos del tránsito posadeño en calles y avenidas, habrá llevado a más de uno a pensar si cambió la legislación que regula la circulación de los vehículos o la libertad que se esgrime como desregulación de normas, también modificaron las medidas básicas.
Desde hace mucho tiempo, pedir que los autos, colectivos, taxis, camiones usen la luz de giro pasó a ser una utopía.
Pero últimamente, andar por la capital misionera de día o de noche, permite visualizar cómo las motocicletas no tienen ningún reparo en cruzar los semáforos en rojo, en las esquinas que cuentan con este tipo de control. También hay vehículos de mayor porte, pero son menos frente a la gran cantidad de motos que existe en la ciudad.
¿Es el calor para esperar unos minutos? No parece ser excusa viendo a quienes buscan una sombra de algún árbol para resguardarse sin infringir las normas de tránsito.
Por la reiteración, cualquier conductor pensaría dos veces en cruzar un semáforo en rojo, ya que la multa cuesta miles y miles de pesos, al ser considerada una falta grave. Hay semáforos con cámaras para registrar infracciones con fotomulta, pero algunas motos no tienen patentes, luces y ciertas veces cascos. Es decir, no le podrán cobrar a nadie.
Tampoco se puede pedir un policía o inspector de tránsito en cada esquina. Sí se puede sugerir un replanteo de quienes no respetan las señales, exponiendo sus vidas al peligro de ser atropellados por alguien que circular con luz verde por otro carril.
Lejos estamos de atender la educación en seguridad vial, que se construye entre todos.