El músico, poeta y escritor Claudio Bustos había planeado hacer una gira provincial y grabar un disco junto a Teodoro Cuenta un poco antes de su muerte, en 1996. Como el propósito quedó trunco, en breve relanzará el álbum Farol de Sueños Tributo a Teodoro Cuenca, en formato digital en todas las plataformas, respetando la tapa y la contratapa original.
Explicó que este trabajo surgió tras una participación en el Festival Internacional de la Canción de Morelia, en Michoacán, México. “Debía cantar siete u ocho canciones y elegí las más representativas que estaban en mi repertorio por aquellos años. Eran de Ramón Ayala, de Teresa Parodi, de Antonio Tarragó Ros, de Fermín Fierro. Cuando terminé de cantar la plaza, frente a la catedral, se puso de pie para aplaudir e inmediatamente sentí como si una mano me tocara y una voz que preguntaba: ¿y yo?. Pude ve a Teodoro Cuenca, que se había muerto hacía poco tiempo. Y lamenté no haberlo incorporado a quien es la representación más cabal de la música de Misiones”, señaló. Ese día, detrás del escenario hizo la promesa de volver y hacer un disco en su homenaje, con sus canciones y con aquellas canciones que él cantaba de otros autores y que las popularizó, como es el caso de Pirincho Piernera, que es de Ramón Ayala y de Martínez Alba o de Alcibíades Alarcón, que grabó, cantó e hizo conocer.
Llegó a Asunción, donde vivía, y en breve siguió viaje a Posadas para comentar la idea a algunos músicos. “Llegué a la conclusión que tenía que hacer un disco a lo Teodoro Cuenca, que tenía un sonido muy particular y muy localista. Me hubiera sido sencillo grabar en Asunción o en Buenos Aires, pero quería grabar un disco que sonara a Teodoro Cuenca, porque era ese el homenaje. Entonces, con Daniel Larrea hicimos una especie de selección de canciones e invité a algunos artistas que se sumaron agradecidos. Y fue así que empezamos a grabar. Cuando tuvimos el material terminado, había que editarlo, y el Diario PRIMERA EDICIÓN fue una de las empresas que hizo un aporte para que pudiéramos hacer un disco digno, en formato físico, con una cartilla con toda la información, con las letras y fotografías de lo que fue la producción. Y salió en 2009. Lo presentamos en varios lugares, entre ellos, la Fiesta Nacional del Inmigrante”, relató.
Hace un mes y medio, “el sello discográfico con el que trato en Buenos Aires, que dirige Javier Chalup, me comunicó que había interés en hacer alguna cosa con mi trabajo. Le dije que tenía este material que salió hace algunos años y que me gustaría que lo relanzaran en formato digital en todas las plataformas. A ellos le entusiasmó la idea y en breve estará en todas las plataformas más importantes el álbum con el mismo nombre, exactamente tal como salió en forma física”.
Bustos lo recordó como “a un tipo muy empecinado en rescatar y difundir la música de Misiones, diferenciada de lo que él llamaba la música de Corrientes, que es un poco la semillita que plantó él y otros grandes referentes de la música misionera, a los que defendemos la música misionera, que es la polirritmia misionera. Era un defensor de eso. Consideraba que teníamos que tener una identificación por toda esa gran influencia de la llegada de los inmigrantes a Misiones, lo que la transformó en un polo muy distinto al resto del país. Tenemos una convergencia cultural y musical muy distinta al resto de las provincias y eso nos hace diferentes”.
Canto, coros, guitarra y percusión (Claudio Bustos), canto, coros (Karoso Zuetta), canto, coros (Fabián Meza), canto, coros (Fausto Rizzani), recitado en La razón de mi canto (Daniel Larrea), recitado en Carretero del tiempo (Teodoro Cuenca), acordeón (Miguel Ángel Gutiérrez), batería, percusión (Lito Dartois) y guitarra, bajo, teclados, arreglos y dirección musical (Osvaldo de la Fuente). Grabado, mezclado y masterizado por Osvaldo de la Fuente. Producción ejecutiva: Patricia Da Luz, y producción general: Claudio Bustos.
“Creo que eso es algo que nos caracterizó como distintos a la hora de hablar de la musicalidad. Tenemos la influencia de todos los europeos que llegaron, a eso agregamos a los que vinieron de Paraguay, de Brasil, entonces tenemos también un sonido particular y propio. Y Teodoro cantaba eso. Se lo llamaba ‘El padre del chotis’. Le gustaba mucho cantar chotis, polquita rural, galopa, y también incursionó en el gualambao, generando esa polirritmia misionera”, manifestó.
Recordó que, en un momento, Cuenca empieza a notar algunas dificultades de salud a las que, primero, no daba la importancia necesaria. “Luego gestioné un viaje a Buenos Aires. Hablé con Horacio ‘Chiquito’ Dalmau, un hombre al que nunca terminé de agradecer lo que hizo por Teodoro, y se puso en campaña para conseguir médicos y alojamiento. Lo convencimos y se fue, se trató, pero ya era tarde. Lo mandaron a su casa”.
Aquí, “estaba con nosotros, viendo cómo su salud se deterioraba, y tratando de dejar como legado un último disco. Un día recibí la propuesta de participar en la producción de su último trabajo ‘Misiones, la magia de un sueño’, y fue allí cuando me sumé a ayudar en la ecualización del disco que ya tenía casi terminado. ‘Quiero que me des tu idea, tu visión’, me dijo. Mezclamos el disco en lo de Fernando Anacarate, salió ese CD y al poco tiempo se nos fue”, a los 46 años. Sus restos descansan en Garupá, cerca de su familia.
Claudio Bustos aseguró que “lo recuerdo siempre, con su voz especial y su particular manera de cantar. Teodoro era la solidaridad, la sinceridad y la mano tendida siempre. Compartimos momentos muy intensos en el estudio de grabación como así también en la radio donde lo pude entrevistar en reiteradas oportunidades. En los pasillos de LT17 planeamos hacer una gira por Misiones y grabar juntos un álbum. Su enfermedad, lamentablemente, impidió que pudiéramos concretar la idea. Cuando yo soñaba con ser Goyeneche, Teodoro ya era Gardel”, sintetizó.
No es un disco más
Sobre el álbum, Daniel Larrea había señalado en el invierno de 2009: “Este CD que nos presenta Claudio Bustos es una agradable esperanza que va mucho más allá de lo simplemente artístico. Tuve la posibilidad de asistir y colaborar con el proyecto y a medida que tomaba forma el trabajo planteado, iban apareciendo detalles y circunstancias especiales tan importantes como necesarias de ser contadas. Anécdotas, sucesos, recuerdos, actuaciones, grabaciones, viajes compartidos, eran revividos por todos en algún momento. No es un disco más, es un acertado rescate de nuestras raíces a través de la música de Teodoro Cuenca. Trasciende lo formal de un tributo y reconocimiento a su trayectoria. Encierra la grandeza del aporte del conocimiento y la experiencia de un Claudio Bustos despojado de toda conveniencia personal y falsos pudores individualistas, abriendo su corazón a la reproyección de Teodoro, demostrando con total claridad su vigencia en la conciencia popular de nuestro pueblo. El tiempo y la distancia están encerrados en este impecable trabajo”.