La industria enfrentará un triple desafío: las nuevas medidas para profundizar la apertura de importaciones, la devaluación del real brasileño y la apreciación del peso.
El Ministerio de Economía apuró la eliminación del impuesto PAIS y el Banco Central se prepara para continuar desmantelando el cepo comercial.
Mientras tanto, la moneda del principal socio comercial de Argentina sufrió un nuevo revés y acumula una caída superior al 20% en los últimos doce meses. La cuenta de servicios volvió a deteriorarse y exhibió un déficit superior a los US$ 744 millones en octubre.
La fuerte volatilidad del mundo financiero en Brasil dominó las conversaciones del fin de semana entre hombres y mujeres de negocios en Argentina. Se trata del principal socio comercial, mayor destino de las exportaciones industriales y una referencia indudable a la hora de observar la marcha de los países emergentes.
Los anuncios del ministro de Finanzas Fernando Haddad no convencieron a los mercados. El funcionario comprometió recortes en el gasto por casi US$ 12.000 millones en dos años. Fue considerada insuficiente. Al mismo tiempo, confirmó una exención en el impuesto de la renta para quienes ganan hasta US$ 840 y una suba para los que ganan más de US$ 8.400.
El dólar voló 3,5% en dos días y superó los 6 reales por primera vez en su historia el último jueves. El viernes se recuperó, pero sigue la incertidumbre.
El tipo de cambio real bilateral encuentra al peso en su momento de mayor apreciación de la historia.
Las grandes agencias hablan de una “invasión de argentinos” en Río de Janeiro. Nunca Brasil estuvo tan barato.
Sobre el fin de la semana el Banco Central publicó el balance cambiario de octubre. A pesar de que la cotización de los financieros estuvo unos $500 por debajo del dólar tarjeta, la cuenta de servicios extendió su deterioro. Mostró un déficit de US$ 744 millones. Desde mayo hasta ahora el rojo de esa balanza empeoró mes a mes.
Pero el turismo no es el único sector que mira con estupor los sucesos del país vecino. La industria tiene allí un comprador fundamental y a la vez un competidor que se fortalece para el propio y terceros mercados. Autopartistas, metalúrgicos, alimentos y bebidas, son algunos de los rubros que podrían sufrir coletazos.
Chau cepo comercial
El “efecto caipirinha” llega justo en pleno proceso de apertura. El Gobierno avanza de forma acelerada en desmantelar el cepo comercial.
De un acceso al mercado de cambios en cuatro cuotas se avanzó paulatinamente a una normalización que permite hoy pagar importaciones a 30 días.
Diciembre arranca con el impuesto PAIS como una anécdota del pasado. Es otra forma de abaratar las importaciones y una protección menos para los fabricantes locales que ya vieron desaparecer las licencias no automáticas, los valores criterio de la Aduana, los aranceles diferenciales en algunos productos y las normas de calidad en otros.
“Todas las semanas se flexibiliza algo del cepo. A veces es más visto y otras menos dependiendo del impacto de la transacción que afecta”, explicó a Ámbito un funcionario de primera línea del equipo económico. Uno de los próximos pasos sería justamente permitir el pago al contado de las compras al exterior. Algo que ahora solo rige para un puñado de sectores muy específicos como la energía.
El super peso avanza
Todo se da en medio de un riesgoso proceso de apreciación cambiaria. El índice del tipo de cambio real multilateral ya alcanzó los niveles previos a la devaluación de diciembre pasado.
Los empresarios de la Unión Industrial Argentina aseguran que la producción local se encarece porque el “costo argentino”, no baja.
La preocupación por el triple impacto: devaluación del real, apreciación del peso y nuevas aperturas, tiene varios focos.
Entre estos, la posible pérdida de mercados de exportación por la caída en la competitividad, las menores ventas a Brasil por el riesgo de una recesión y la llegada masiva de productos excedentes del país vecino por el mismo motivo.
Al margen de los barquinazos de la política exterior, Argentina no estuvo ni está aislada del mundo. Menos de su principal socio comercial. Desde donde llegó una multitud de hinchas de Botafogo y Atlético Mineiro para vivir la final de la Copa Libertadores.
Los fanáticos que hace un año rompían billetes argentinos, este fin de semana se quejaron en distintos reportajes de los precios locales. Brasil, decime qué se siente.
Relación bilateral
Según Portfolio Personal Inversiones (PPI), el tipo de cambio real bilateral entre ambos países cayó al nivel más bajo desde 2015. Esto encareció los productos y servicios argentinos para los brasileños y abarató los bienes brasileños en Argentina, afectando tanto el comercio de bienes como el turismo.
Dicho de otra forma, Brasil está en su momento más barato para viajeros argentinos de los últimos 9 años y Argentina en su punto más caro del mismo período. Lo mismo corre para importaciones y exportaciones. Un claro ejemplo fue el caso de un hincha del Botafogo que se quejó en redes sociales tras pagar US$ 20 por un café y un cheesecake en Buenos Aires.
Esta anécdota ilustra cómo la percepción del poder adquisitivo brasileño cambió drásticamente en pocos meses. El Banco Central de Brasil ya dio señales de estar dispuesto a actuar en caso de que considere que los movimientos del tipo de cambio son disfuncionales.
Con el desempleo en mínimos históricos, la duda de los especialistas es si el mercado va a forzar a las autoridades económicas a actuar dadas expectativas de inflación que crecen y si, eso, puede llevar al país vecino a una recesión.
La debilidad del real, con todo, puede ayudar a cuidar la cuenta corriente de ese país y mejorar las condiciones de intercambio con sus socios comerciales, por ejemplo, la Argentina.
Qué está pasando en Brasil
En Brasil, una combinación de factores internos agravó la situación. Según la sociedad de Bolsa Cohen y el economista Jerónimo Montalvo de la consultora Abeceb, los problemas estructurales y coyunturales del país jugaron un rol crucial:
• Déficit fiscal creciente: la propuesta de reforma fiscal del Gobierno, que incluye aumentos de impuestos para los ingresos altos y exenciones para los más bajos, no cumplió las expectativas del mercado. Esto incrementó el riesgo crediticio y presionó aún más al real.
• Inflación pospandemia: aunque Brasil logró moderar sus niveles inflacionarios, la pérdida de competitividad acumulada en los últimos años dejó a su economía vulnerable frente a los movimientos del mercado.
• Caída de precios de exportaciones clave: productos como el petróleo, la soja y el mineral de hierro, fundamentales para el superávit comercial brasileño, registraron retrocesos en sus valores, exacerbando las presiones sobre la moneda.
El resultado fue un desplome histórico: el real alcanzó un nivel de 6,01 por dólar, el más bajo en términos nominales desde que se tienen registros.
La devaluación del real tuvo consecuencias directas en la relación económica entre Brasil y Argentina.