En el marco del Día Mundial de la Conservación el Yaguareté, la Fundación Vida Silvestre Argentina y WWF (World Wildlife Fund), se realizó la presentación del informe Conectando Puntos: en el cual se expuso el impacto socioeconómico de los hábitats del yaguareté en Latinoamérica, entre ellos en la zona del Alto Paraná, en Misiones, uno de los lugares donde quedan unos cien ejemplares. En la oportunidad se dejó en claro que deben impulsarse estrategias de conservación de la especie con enfoques participativos de las comunidades.
María José Villanueva, integrante del equipo de América Latina de WWF, resaltó “el simbolismo que tiene el yaguareté como un emblema de la biodiversidad para América Latina. Es una especie sombrilla que permite, bajo su conservación, mantener a otras poblaciones importantes de vertebrados, plantas, hongos y actúa como una suerte de embajador de aquellos que a veces son pequeñitos o que no podemos ver y están realmente arropándolos”.
Agregó que “también es una especie indicadora de la salud de los ecosistemas. Sabemos que áreas naturales protegidas, corredores, paisajes en general, están bien conservados cuando tenemos la presencia del yaguareté”.
Insistió en que “cuando empezamos a ver la pérdida de ella en algunos espacios, sabemos que estamos viendo una degradación importante. Por supuesto, además tiene un valor cultural fundamental en nuestros pueblos indígenas, culturas prehispánicas, es un símbolo de poderío, de misterio y tenemos toda una cosmogonía alrededor del yaguareté”.
Durante la presentación, realizada vía online, especialistas en el tema de Ecuador, México, Paraguay y Argentina expusieron la mirada sobre cómo impacta en cada una de las comunidades, desde el aspecto socioeconómico, la presencia del yaguareté, donde la coincidencia principal es la falta de más y mejores políticas de conservación.
Clave, pérdida del hábitat
Villanueva indicó que “a pesar de esa importancia, sabemos que el yaguareté enfrenta múltiples amenazas, de las cuales yo destacaría la pérdida de su hábitat como su principal amenaza, la fragmentación del mismo. Estamos hablando que hemos perdido en los últimos 50 años la mitad de la población y distribución original de los yaguaretés como así también de zonas de conectividad, lo cual provoca que tengamos algunas subpoblaciones aisladas. Es como tener un queso gruyere con muchos hoyos y empiezan a colapsarse, donde el hoyo se sigue haciendo más profundo, y en este caso, los yaguaretés van quedando más aislados y con el temor a que desaparezcan”.
Además de la pérdida de hábitat, “tenemos una pérdida de individuos por, a veces, cacería donde lamentablemente no hemos encontrado un espacio de coexistencia puntual entre las actividades productivas del yaguareté que incluyen no solamente la parte de ganadería y producción agrícola, sino que también incluyen toda una rama de infraestructura de manera importante”, puntualizó.
Compromiso de conservación
Villanueva remarcó que “el yaguareté está en peligro de extinción o en peligro crítico, en el caso de algunos países como en Argentina. WWF ha tomado con mucha decisión y compromiso el poder impulsar la conservación del yaguareté en todo el continente americano, desde el sur de Estados Unidos o el norte de México hasta el norte de Argentina”.
Comentó que “desde el 2020, venimos trabajando articuladamente con una estrategia que se enfoca en 15 paisajes del yaguareté, identificados a través de la consulta a expertos en yaguaretés y científicos que han dedicado toda su vida al estudio de esta especie. Somos parte de la iniciativa yaguareté 2030, a la cual se suman los gobiernos de los países del rango del yaguareté y que está vinculado a los convenios internacionales”.
Desarrollo agrícola versus relevancia del bosque
Durante la videoconferencia en la que se presentó el informe Conectando Puntos, Manuel Jaramillo, de la Fundación Vida Silvestre expuso su informe del contexto que rodea al yaguareté en el Alto Paraná, la implicancia socioeconómica en Misiones e hizo hincapié en la conservación del bosque atlántico, que comparten Argentina, Paraguay y Brasil, como algo clave.
“A pesar de la relevancia del bosque, la población a menudo prioriza el desarrollo agrícola que a veces resulta insostenible, lo que plantea un dilema entre conservación y agricultura”, señaló Jaramillo.
Destacó la importancia de los servicios ecosistémicos, especialmente el agua dulce, para las comunidades locales.
“Se discute la necesidad de modelos de desarrollo sostenible que beneficien a las comunidades, así como la importancia de educar a las nuevas generaciones. La Fundación Vida Silvestre ha colaborado en la investigación y conservación del yaguareté, promoviendo medidas para proteger su hábitat y fomentar economías que respeten el medio ambiente”, manifestó.
Pragmatismo
Aseguró que “organizaciones como las nuestras han trabajado poniendo un valor a la belleza, a la naturaleza, la importancia de conservar las especies, por nuestra responsabilidad humana, pero hoy el mundo, la sociedad es mucho más pragmática e intenta encontrar también estos fundamentos, en algunos casos económicos, que nos permiten poner en mayor relevancia la importancia que esta naturaleza y estas personas que viven en la naturaleza tienen para el desarrollo de las economías de los países”.
En la misma línea, remarcó que “sin el afán de mercantilizar la naturaleza encontramos lógica e importancia en ponerle un valor, en hacer que justamente las sociedades encuentren mayor relevancia en este desafío de la conservación”.