Un primer empleo para ayudar a su familia fue lo que decidió buscar una adolescente de 17 años durante los primeros días de junio de este año. Halló en la red social Facebook ofrecimientos laborales varios de limpieza y de múltiples tareas, pero le escribió a un usuario que necesitaba una cuidadora para cuatro hermanos, menores de edad, durante los siete días de la semana (24×7 como se resume con frecuencia). El trabajo que obtuvo se convirtió en un infierno de golpes, amenazas de muerte y violaciones reiteradas, incluso frente a los menores, que duró seis meses hasta que escapó el pasado viernes a las 23 de la pieza en la que estaba encerrada en la mugre y olores nauseabundos.
La víctima residía en Garupá y como niñera la contrató un hombre de 49 años residente en la zona oeste de Posadas (este Diario se reserva las direcciones por seguridad de la denunciante). La entonces menor (cumplió 18 hace pocos días) consultó con su progenitor en Garupá si aceptaba que trabajara por 150 mil pesos al mes. El monto de dinero era muy bajo pero el contexto de necesidad de ingresos para comer era muy alto y acuciante.
Concurrió a la dirección acordada y el mismo día por la noche fue violada a punta de cuchillo. En la denuncia que concretó el sábado pasado a las 10 en la Comisaría de la Mujer de Garupá, dio detalles precisos de los elementos que utilizó el abusador para amedrentarla, tamaños y tipo de cuchillos y hasta colores puntuales.
Las promesas de trabajo no tardaron en convertirse en mentiras tenebrosas, violentas y extremas que finalizaban en amedrentamientos a punta de arma blanca en el cuello para callar, si quería sobrevivir.
Desde el primer ultraje sexual la menor no pudo salir de la habitación. Bajo llave debía cuidar de cuatro hermanos de 10, 12, 13 y 16 años, tres varones y una niña.

De acuerdo a la denuncia, el victimario no cedía con las amenazas y bebía y consumía estupefacientes delante de ella y de sus hijos. Bajo los efectos tóxicos la obligaba a tener relaciones sexuales frente a los niños en un espacio de convivencia de cuatro metros por 3, donde la suciedad abrumaba e imperaba la violencia. “Osama, Alí Babá me llamo y soy palestino”, le gritaba y obligaba a creer que era su identidad y nacionalidad para cuando se lo preguntaran.
También le repetía que tenía 69 años y que de la vivienda nadie salía sin su consentimiento. El monoambiente era de alquiler, en el fondo de un predio donde nadie se acercaba por la violencia que ejercía el agresor que, cuando no se encontraba cerca era porque salía a vender bidones con esencia de citronela, entre otros productos.
Remarcó la víctima que, el peor episodio de abuso sexual y golpes ocurrió el 20 de octubre y fue una masacre a golpes en casi todo el cuerpo. También la torturó quemándola con cigarrillos y el filo del cuchillo presente a cada instante cerca de su cuello.
Pocas semanas antes de este hecho, “Fino”, el mayor de los cuatro hijos que cuidaba, no habría soportado más el maltrato físico y psicológico y escapó sin rumbo o destino presunto. Hasta ayer su paradero era un misterio para los investigadores policiales.
La niñera se juró escapar y durante los días siguientes pensó un plan para lograrlo. El viernes 8 de noviembre, una semana antes de la fuga, “Osama” le había vuelto a quemar los brazos y piernas con cigarrillos y cuando intentó defenderse del abuso sexual, el atacante le hincó una pierna con un cuchillo de cocina.
Siete días después, el viernes pasado cerca de las 23 notó que el victimario dormía y no cerró con llave la única puerta para huir. Juntó coraje, tomó entre sus brazos a un perro mestizo que había adoptado como mascota y corrió hacia la casa de unos vecinos a los que les imploró ayuda para volver a Garupá con su familia.
Escapó “con lo puesto”, su celular, ropas y una netbook que obtuvo antes de terminar la escuela primaria, quedaron en la vivienda del terror. Ningún remisero o conductor de Uber se atrevió a dejarla subir a un automóvil o motocicleta.
Fue una pareja la que decidió correr el riesgo y con su auto la llevó hasta su casa en Garupá. Allí su padre le dio todo el dinero que tenía en los bolsillos, ocho mil pesos, para retribuir el gesto.
Pocas horas después recurrieron a la policía y el juez de Instrucción 7, Miguel Mattos ordenó el allanamiento y detención del sospechoso. Lo despertaron el sábado antes de las 10 y lo esposaron efectivos de la División Delitos Sexuales de la Dirección Investigaciones Complejas de la Policía provincial.
“El lugar es de los más horribles que nos tocaron intervenir. Olores a alimentos podridos mezclados con mugre y falta de limpieza total. El baño, indescriptible”, resumió un efectivo de la UR-X.
Los tres niños fueron puestos bajo resguardo y contención de especialistas, en una dirección secreta. El sospechoso sería indagado hoy por “privación de la libertad y abuso sexual agravado y lesiones”, entre otros delitos.
La víctima también está bajo contención integral y su ratificación de lo denunciado, cuando pueda declarar en sede judicial, cerrarían la acusación para el hombre que la sometió durante medio año.