Esta triste historia saltó a la luz en agosto de 2012, a la altura del Kilómetro 14 de Eldorado, donde un depravado aprovechaba la inocencia y las carencias de sus pequeñas víctimas para engañarlas y someterlas a vejámenes sexuales.
El sujeto ofrecía golosinas y efectuaba regalos a sus pequeñas víctimas para llevarlas a su casa y manosearlas en sus partes íntimas. Entre los obsequios había también billetes de dos pesos, alguna gaseosa o un paquete de galletitas entre otros productos.
Con un cúmulo de pruebas en su contra, el acusado no tuvo alternativa más que reconocer su culpa: más de dos años después, en noviembre de 2014, el hombre confesó su responsabilidad y fue condenado a la pena de 10 años de prisión por el abuso sexual de al menos tres niñas de entre 8 y 12 años, uno de ellos con acceso carnal.
En realidad, fueron esas tres las denuncias que la Justicia recepcionó y pudo demostrar, lo cual no invalida que se hubieran registrado otros episodios que no fueron denunciados.
El hombre confesó su culpa para acceder a un juicio abreviado y, por ende, a una reducción de la pena, que habría sido mayor en caso de haber llegado a debate oral.
Finalmente fue sentenciado por el Tribunal Penal de Eldorado por los delitos de “corrupción de menores, abuso sexual simple y un caso de abuso sexual con acceso carnal”.