Una cinematográfica persecución de autos en pleno centro de Posadas sorprendió a los vecinos y transeúntes en los primeros minutos del 12 de noviembre de 1999. Pero más sorprendidos terminaron cuando se enteraron del motivo: tres inspectores municipales de tránsito terminaron detenidos, acusados de pedir una “coima” a un automovilista.
Los agentes fueron denunciados ante la Policía por un joven de 19 años que, según contó, se dirigía en su Fiat 128 a la costanera para buscar a su hermana, pero al llegar a la intersección de la avenida Roca y Caá-Yarí, se encontró con tres patrulleros de la Dirección de Tránsito Municipal.
Siempre según su relato, los inspectores le hicieron señas para que se detenga. Le exigieron los papeles del vehículo y otras documentaciones, pero como todo estaba en regla, le dijeron que el ruido del escape superaba los decibeles permitidos para circular en la ciudad.
Entonces, le propusieron no llevar el vehículo al corralón si el joven abonaba la suma de 30 pesos (relativamente abultada por entonces, cuando todavía regía la paridad 1/1 con el dólar).
El conductor les dijo que no disponía en ese momento de esa suma y les pidió un poco de tiempo para ir a buscarla. Los inspectores accedieron con la condición de que les dejara la cédula verde del auto.
Antes de cerrar el trato le advirtieron también que no contara nada a nadie, porque de lo contrario “tendría problemas”.
El joven no se amilanó por la exigencia y se dirigió en su Fiat a la Seccional Primera, donde radicó una denuncia por cohecho y aclaró a los policías que tenía intención de llegar hasta las últimas consecuencias en el episodio.
Avisó a los uniformados de que, con la fotocopia de tres billetes de 10 pesos, les iba a hacer “pisar el palito” y les dio la dirección donde se iba a realizar la “transacción”: en Mitre y Uruguay.
Poco después de la medianoche, el joven llegó a ese lugar, donde ya lo aguardaban los inspectores en sus motocicletas. Lo que nadie esperaba es lo que sucedería instantes después: en el momento en que el joven les entregaba el dinero “marcado”, llegó un policía de civil, que fue reconocido por uno de los sospechosos.
El “zorro” dio la alerta a sus compañeros y emprendieron una rápida huida por la calle Salta, pasando semáforos en rojo. Luego siguieron por Ayacucho y tomaron por Entre Ríos. En ese momento fue alcanzado uno de los prófugos, mientras continuaba la persecución de los dos restantes, quienes fueron detenidos finalmente sobre la calle Félix de Azara.
El último giro de la historia fue cuando revisaron a los sospechosos y secuestraron las documentaciones que portaban, ninguno de los tres tenía consigo los billetes marcados. Según la ampliación de denuncia que realizó el joven minutos más tarde, uno de los inspectores le devolvió el dinero y la cédula verde justo antes de emprender la fuga.