La manera a través de la cual esto repercute sobre nuestra integridad como seres humanos trae aparejada lo mismo que sucede en los ecosistemas. El fenómeno de fragmentación implica vulnerabilidad.
Según las Naciones Unidas, aproximadamente tres de cada cinco ciudades del mundo con -al menos- 500.000 habitantes corren un alto riesgo de padecer un desastre natural.
Si no nos involucramos y trabajamos mejor en mitigar y adaptar a las ciudades, estas serán en el futuro más pobladas, más calientes y menos biodiversas.
La crisis ambiental y climática acentúa la desigualdad y los grupos socialmente y económicamente más vulnerables se encuentran más expuestos a riesgos naturales y generalmente acceden a menos infraestructuras y servicios ecosistémicos.
Las poblaciones que soportan con mayor énfasis estas situaciones a menudo habitan en asentamientos informales, precarios o populares.
¿Sabes de qué se trata el proceso de gentrificación?
La conjunción de problemáticas ambientales urbanas, agravadas por la crisis planetaria de pérdida de biodiversidad, calentamiento global y contaminación, dentro de los límites de asentamientos informales o barrios populares se puede sintetizar como “áreas vulnerables”. Dichas áreas requieren de atención particular para mejorar la calidad de vida, la seguridad y las oportunidades de sus habitantes, a esto se suma la necesidad de prevenir problemáticas que por las dificultades mencionadas, empeoran, tales como inundaciones, contaminación, pérdidas materiales, riesgos sanitarios y de índoles del sistema de energía eléctrica, exponiéndolos frecuentemente a incendios.
Aquellas áreas donde los riesgos, la inseguridad y las carencias son una realidad cotidiana son parte de los sitios donde vivimos todos.
¿Alguna vez pudiste dimensionar que estamos todos conectados?, así como las raíces de los árboles están metidas dentro de la misma tierra, nuestros pies y los de nuestros congéneres también están en la misma superficie.
Se sabe que las micorrizas hacen de las raíces una sola estructura que comparte su propio ritmo energético, la madera que forma parte de nuestras camas, ¿se conectarán entre todas para formar una misma corriente energética? ¿Será nuestro aporte significativo a esa corriente? ¿Cómo nos vemos influenciados por lo que pasa a mi alrededor, en la casa de al lado o en los barrios vulnerables?
La conciencia colectiva es una realidad, el pensamiento en masa, las creencias limitantes, el desarrollo limitado, el miedo a las tormentas.
¿Cómo contribuir positivamente a estas cargas negativas? Conocer y conocernos, escucharnos y acompañarnos. Estando al lado uno de otros con responsabilidad emocional, respeto mutuo, amor propio. Eso hace la naturaleza y nosotros seamos parte. A seguir que se puede.
Anahí Fleck
Magister en Neuropsicología.
0376-154-385152