Confluir, unir y representar las fitoasociaciones que la naturaleza durante millones de años se dedicó a perfeccionar puede ser una manera acertada de organizar nuestras intenciones de sostenibilidad productiva cuando pensamos en alimentos y en medicina.
Combinar la producción de alimentos, con la obtención de medicina* para cuidarnos como el mismo término lo sugiere puede ser una realidad al alcance de todos. ¿Cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?
Desde distintas instituciones y personas interesadas en todo el mundo la agrofloresta ya es un sistema productivo reconocido que ha dejado bien demostrado su éxito. El mismo contempla los principios de la agricultura sintrópica y regenerativa cuidando todos los aspectos de los recursos vitales como el suelo, su micro y macro biota y hasta las maneras a través de la cual se almacena agua.
¿Cómo se avanzó en un sistema aparentemente creado por nuestra especie y se llegó al éxito? La Naturaleza es el sistema más eficiente sobre la tierra a nivel energético, económico y materialmente hablando, en la naturaleza los detritívoros hacen que no se desperdicie nada y el ciclo de los macro y micro elementos restituyen permanentemente el equilibro en cada ecosistema.
Ahora, la palabra equilibrio es bien arbitraria en la naturaleza, porque un desierto está en equilibrio y un ecosistema de humedal también lo está. ¿Cómo puede ser esto? La particularidad de los ecosistemas requiere que algunos tengan mucho y otros poco de eso que justamente los hace estar en equilibrio, ya sea agua, suelo, arena, nutrientes, frío, especies, poblaciones, comunidades.
Si la constitución y las dinámicas entre los componentes hace que los ecosistemas sean particulares y además estén en equilibrio a pesar de las diferencias en sus conformaciones, la balanza de la vida no necesariamente debería estar en el mismo lugar ambos lados.
Imitar los ciclos naturales y valernos de los procesos ecológicos más que de los insumos que apuran dichos procesos como la agricultura tradicional agotando dichos recursos es lo que conduce a las agroflorestas a que sean un sistema productivo.
La pregunta que sigue en la corriente de ecosanación y en la terapéutica de los procesos es ¿conocemos la naturaleza de nuestra constitución? Ya es todo un alivio saber que no necesariamente tenemos que ser un popurrí de elementos para estar en equilibrio. ¿A qué ecosistema me parezco más? Seguimos el domingo que viene.
(*) Medicina: La misma proviene del latín medicus, palabra que a su vez procede del verbo medeor, “cuidar”. De aquí se derivan palabras como meditari, “meditar” o remedium, “remedio”. Detrás de todos estos significados está la raíz indoeuropea med- que origina la palabra griega médomai, “medir”, “pensar”, “cuidar”.
Anahí Fleck
Magister en Neuropsicología. 0376-154-385152