El sueño se hizo realidad. Y aunque el oro no pudo ser, el posadeño Mario Ríos (24) hizo historia igual. Tras obtener la medalla de plata junto a la Selección argentina de fútbol para ciegos, Los Murciélagos, el misionero arribó ayer a la provincia y fue recibido por familiares y amigos que le brindaron innumerables muestras de cariño.
Y es que esa plata ganada en París 2024 es ni más ni menos que la primera presea de un misionero en los Juegos Paralímpicos. Por eso, la derrota ante Francia en la final por penales tras el 1-1 en tiempo regular no eclipsó lo realizado por Mario en Europa.
“Todavía estoy sorprendido, no puedo creer que haya sido el primero en ganar una medalla para Misiones, no lo sabía. Más allá de la derrota en la final, la experiencia fue linda, única, porque nos enfrentamos a los mejores del mundo”, le dijo ayer Mario a EL DEPORTIVO, emocionado por el recibimiento.
La historia de Ríos, que jugó en París sus primeros Paralímpicos, es digna de una película. De origen humilde, nació con visión pero la perdió a los 5 años tras recibir un pelotazo en el rostro y a causa de una condición preexistente. Lejos de bajar los brazos y con la ayuda de su familia, engendró en el corazón del barrio A4 de Posadas el sueño olímpico que finalmente se hizo realidad.
Y claro que la ilusión en la final era el oro. “Somos parte de un país que siempre exige estar en lo más alto. Y nosotros queríamos llegar a lo más alto, pero terminamos frustrados. El duelo fue durísimo, después del partido no agarré el celu como por tres días. Quizás por la frustración, creo que todavía no dimensionamos lo que se ganó, pero hay que caer en la realidad. Calculo que con el paso del tiempo nos vamos a dar cuenta de lo que ganamos”, sintetizó Ríos.
Mario, todo un ejemplo de vida, va más allá de sí mismo a la hora de pensar en esa plata que ganó en Francia. “Ojalá todo esto sume para que nuestro deporte siga creciendo, para que los chicos vean que los sueños se pueden cumplir”, subraya el player, que reconoce que “dejar a Misiones y a la Argentina en lo más alto me da mucho orgullo, entonces el balance es positivo; dejamos la vida y el corazón, entonces estoy contento por eso y por mis compañeros, dejamos todo en la cancha”.
Tras la recepción en el aeropuerto de Posadas, Mario y los suyos partieron hacia el barrio A4 a seguir con la celebración, allí en la misma casa en la que Mario pateaba una botella para escuchar ese ruido y seguir así jugando al fútbol. En el mismo patio donde alguna vez soñó con ese podio que finalmente ahora se hizo realidad.
“Sabía que iba a meter ese penal”
Mario también recordó junto a EL DEPORTIVO los dos penales que pateó en los Juegos Paralímpicos. El primero fue en las semis ante Brasil, que no pudo convertir. Y el segundo, con sabor a revancha, en la finalísima ante Francia, con gol para el misionero.
“Como me dijeron antes los referentes del equipo, en los penales la pelota pesa mucho. En el primer penal, ante Brasil, estaba nervioso, me posicioné mal, lo quise cambiar y erré. El arquero lo atajó, así que también hay que darle mérito a él”, recordó Mario.
La revancha llegó en la final, donde en la serie definitoria, el misionero convirtió el suyo. “El de la final pesaba mucho más, pero ya fui más tranquilo. En ese caminata iba pensando en todo, en la familia, en los compañeros, en toda la gente del plantel… Iba sonriendo, estaba tranquilo, sabía que iba a meter ese penal”, relató.
Mario contó entonces que “me encomendé a Dios y esta vez no cambié el ángulo. Cuando lo metí, fue una alegría inmensa. Después no se pudo dar, son cosas del fútbol, pero pude tener la personalidad y el carácter, la confianza para hacerlo de vuelta y lograrlo”, cerró Ríos.