La idea de las bolsas biodegradables surgió como un proyecto escolar de Química en la secundaria técnica N°2, donde sus creadores, Alejandro Unchalo y Valentín Fravoli, estudiaron.
Actualmente son dos prometedores jóvenes innovadores de Tandil, que se encuentran en pleno desarrollo de un proyecto pionero en bolsas plásticas biodegradables elaboradas a partir de cáscaras de cítricos.
Este emprendimiento, gestado durante sus últimos años de secundaria en un contexto marcado por la pandemia, ofrece una alternativa ecológica a los plásticos.
En su momento, el confinamiento social les impidió realizar pruebas de laboratorio, pero a su vez impulsó su investigación teórica. Una vez que volvieron a las aulas, comenzaron a experimentar y avanzaron en el desarrollo de su producto, al que llamaron “Citricplas”, el cual estará disponible a finales de año.
Las bolsas, inicialmente destinadas a la industria agropecuaria, se descomponen en 15 a 30 días según las condiciones del suelo, ofreciendo una solución sostenible. Los fundadores también planean ampliar su mercado para que cualquier persona interesada pueda comprarlas, siempre y cuando se comprometa a devolverlas a la tierra al finalizar su uso.
Aunque inicialmente consideraron usar celulosa de colillas de cigarro, pronto descartaron esta opción por no cumplir con los estándares respeto ambiental.
“Para finalizar el ciclo escolar, debíamos presentar un proyecto que fue evaluado por un jurado en términos de viabilidad y sustentabilidad. La pandemia nos obligó a enfocarnos en la investigación teórica, lo que nos llevó a encontrar una solución innovadora que aún no se implementa en Argentina”, recordaron los jóvenes.
En 2021, con el regreso a los laboratorios escolares, los entonces estudiantes comenzaron a perfeccionar su producto. La aprobación positiva del jurado y de sus docentes les motivó a seguir adelante. Actualmente, están en la fase final de desarrollo y ya cuentan con el interés de varias empresas para adquirir sus bolsas biodegradables.
El proceso de fabricación empieza con la recolección de cáscaras de cítricos donadas por fabricantes de mermeladas y frutas no aptas para consumo. Estas cáscaras se hierven, se combinan con gelificantes para formar una resina, que luego se seca y se convierte en láminas delgadas. Estas láminas se sellan por calor para formar las bolsas.
El emprendimiento se enfoca en empaquetado para productos agrícolas, como semillas y fertilizantes, que, una vez usados, se entierran para enriquecer el suelo y mejorar su microbiología. Así, las bolsas completan un ciclo de vida que comienza y termina en la tierra, contribuyendo al bienestar del medio ambiente.
Sobre los creadores
De acuerdo a lo que contó el sitio de noticias latrochadigital.com Alejandro, de 21 años, es un emprendedor experimentado ya que se encuentra al frente de una panadería y un almacén a su nombre.
Valentín, de 22 años, se sigue preparando y formando con lo cual estudia Diagnóstico y Gestión Ambiental y convirtió el quincho de casa en un laboratorio improvisado.
Ambos están comprometidos con la expansión de su proyecto, la sensibilización ambiental y la producción masiva.