En medio del escándalo suscitado en los últimos días por la denuncia de la ex primera dama Fabiola Yáñez contra el expresidente Alberto Fernández por diferentes episodios de violencia de género, la FM 89.3 Santa María de las Misiones dialogó este lunes con la abogada especialista en la materia Valeria Ocampo, quien brindó una serie de consejos y aclaraciones sobre el proceso para denunciar estos casos.
Lo primero y más importante que cabe remarcar es que cualquier comisaría tiene la obligación de tomar la denuncia sí o sí, y que además el solo relato de la víctima es suficiente para iniciar la acción judicial, es decir, que no se necesitan pruebas en esa primera instancia sino que luego se irán agregando (o no) durante el proceso.
El otro factor clave que puso Ocampo sobre la mesa es que además de la denuncia hay que buscar contención (familiar y profesional) porque “recién ahí empieza un proceso largo y difícil” para la víctima. Y también trazó la línea a partir de cuándo denunciar violencia de género y cuándo se está ya en una situación de riesgo.
Qué pasos seguir para denunciar un caso de violencia de género
Lo importante acá es destacar que la denuncia la pueden hacer en cualquier comisaría. “Yo siempre aconsejo que lo hagan en la Comisaría de la Mujer, pero también podrían hacerlo en el Juzgado de Paz, en el Juzgado de Familia, en la fiscalía de turno… Sí o sí tienen que tomar la denuncia, inclusive la víctima podría denunciar (al efectivo que no quiso recibirla) en Jefatura de Policía. En ese caso la víctima debería pedir que se identifique quién es el oficial que se está negando para después contar con estos datos en Jefatura”.
Paralelamente, “si la víctima está en una situación de riesgo, la denuncia la tiene que hacer de inmediato, para aprovechar ahí y pedir las medidas preventivas: una prohibición de acercamiento, un botón antipánico… Ahora, si por ahí no está en una situación de riesgo, es importante que la víctima se asesore y busque contención, porque no es que cuando hacemos la denuncia ya termina todo, sino que ahí es donde recién empieza un proceso sumamente burocrático, sumamente engorroso, en donde la víctima tiene que estar fortalecida para poder llevarlo adelante”, aconsejó.
Otro aspecto clave aportado por Ocampo es que “la víctima no necesita mayor prueba. No es que yo me tengo que ir con un montón de foto o datos: el relato de la víctima es una prueba suficiente no solamente para que se le tome la denuncia sino para dar curso a todo el proceso penal. Después, durante el proceso, sí se puede complementar y fortalecer ese relato con pericias psicológicas con testigos… Eso por supuesto va a ayudar después, pero ya es otra cuestión aparte: para iniciar es suficiente el relato de la víctima“, insistió.
“Justamente el problema que tenemos es que estas cuestiones se suelen dar en el seno del hogar y son solamente dos las personas que saben cómo son los hechos: uno es la víctima y el otro es el agresor; entonces no podemos desvirtuar o exigirle mayores pruebas a las víctimas, porque si no, la estamos revictimizando”.
Una vez que se hace la denuncia, puede surgir el miedo a qué me espera, cómo puedo recibir protección durante y después de este proceso. Por eso insistió Ocampo en que “acá es donde más fuerte tiene que estar la víctima y por eso es importante el acompañamiento no solo de su entorno, sino también el acompañamiento psicológico“.
Situaciones de riesgo
“Si estoy en una situación de riesgo, al hacer la denuncia ya voy a pedir medidas precautorias como la prohibición de acercamiento, el botón antipánico… Son medidas que tienden a proteger la integridad física y psicológica de la víctima, que se dictan sin pruebas porque justamente se aplican de manera urgente y normalmente por un tiempo limitado“, explicó Ocampo.
Ahora bien: aclaró que “no es una cuestión de que con ese papel el agresor no se va a acercar primero porque a veces el juzgado se demora en notificarle y entonces sigue frecuentando los lugares a donde va la víctima. Entonces lo que yo recomiendo es que, una vez que se otorga la prohibición de acercamiento, se comuniquen inmediatamente al 911 y comenten la situación, entonces viene la policía como para hacer valer de alguna forma esas medidas, pero el papel por sí solo no tiene esa operatividad”.
¿Y cómo saber si se está en peligro más allá de la denuncia? ¿Cómo dimensionar la situación? Al respecto la abogada explicó que “sabemos que que la violencia no arranca de golpe sino que va in crescendo: arrancó con palabras, después con empujones hasta llegar a los golpes físicos. Yo creo que cuando cuando llegamos ya a los golpes, es una situación más que de riesgo como para denunciar”.
Entretanto, “la violencia psicológica para la víctima es muy difícil de percibir, no logra darse cuenta de la situación que está viviendo. Hablamos de celos exagerados, un control excesivo… y la víctima está tan metida en esa relación que dice ‘en realidad me controla porque me quiere mucho’. Y esas cuestiones se van sumando hasta llegar a una violencia física y después a la punta más extrema que es el femicidio“.
“No es una cuestión de la noche a la mañana: el agresor lo hace de manera casi imperceptible, día tras día va minando no solamente la confianza sino la autoestima de la víctima, a tal punto que la víctima cree que no puede vivir sin el agresor. Entonces no lo puede denunciar. Y para peor, estos agresores son personas que normalmente pasan desapercibidas para el resto, para el entorno”.
Aumentaron las denuncias
Valeria Ocampo confirmó que en los últimos tiempos “han aumentado las denuncias, no solamente por violencia en el ámbito laboral, donde nosotros trabajamos en mayor medida, sino también en el ámbito de la violencia intrafamiliar, que por ahí es la que más se ve pero la que más cuesta llevar adelante la denuncia”.
También planteó que este flagelo tiene como víctimas mayoritarias a las mujeres pero “atraviesa a todos los estratos sociales, a todas las edades, le pasa a hombres, a mujeres, en todos los círculos sociales”. Y aportó que entre los 35 y los 40 años es la edad en la que más se denuncia.
“Siempre hay un punto de quiebre en toda relación en donde las víctimas dicen ‘hasta acá llegué, no aguanto más, voy a denunciar’. Pero yo espero que no lleguen a ese punto y que ante el más mínimo motivo por el que una se sienta lesionada, pueda hacer la denuncia”