Por: Myrtha Magdalen A Moreno
(En una plaza de barrio un grupo de adolescentes toman tereré, sentados en el pasto, bajo la sombra de un árbol. Todos asisten a una escuela católica. Viven en el mismo barrio. Período lectivo, época de primavera. El sol está bajando).
PERSONAJES:
ALBERTO: trigueño, shorts y remeras gastadas por el uso, igual que sus zapatillas. Cabello revuelto, despeinado, no muy largo.
LISANDRO: cabello rubio cortado casi al ras con dibujos de rayas simétricas. Piercing en la ceja derecha y varios en las orejas; en los lóbulos sendos expansores pequeños. Pantalones amplios, cintura baja, remera dos tamaños más grandes que su talle. Zapatillas de cuero negras. Distante en su trato con los compañeros.
VILMA: cabello rojo, corto, remera y shorts breves los dos. Muy blanca. Efusiva, extrovertida, simpática.
JULIÁN: morocho, cabello corto, enrulado. Pantalones de jean desgastados con cortes deshilachados, remera larga gris, zapatillas de tela. Callado, serio pero atento a lo que se conversa en el grupo.
MÓNICA: cabello renegrido, natural, largo, suelto. Shorts y remera con inscripciones de Greenpace.
DON EUGENIO: hombre de edad, canoso, pantalón con agujeros en las rodillas y en varias partes más, camisa de la que no se distingue el color por manchas de grasa, tierra… el saco con los bolsillos colgando por pedazos, el cabello que demuestra la falta de agua, jabón y peine de larga data, bigotes y barbas de la misma manera. Camina arrastrando un carrito de supermercado al que le falta una rueda y que va lleno de trapos viejos, restos de frazadas, cartones, botellas y elementos inservibles para el común de la gente. Lo que también arrastra es su pierna derecha por lo que su andar es lento.
……………………………………….
ALBERTO: Tengo una tarea que hacer y no sé por dónde empezar.
LISANDRO: ¿De qué se trata?
ALBERTO: Es sobre las enfermedades del corazón, cuáles son las causas físicas, orgánicas, alimenticias que las provocan.
VILMA (Tomándose la cabeza como si le doliera): Pero… Alberto… eso es refácil, buscá en internet, seleccionás lo que te sirve, lo imprimís y te sale con los gráficos y todo.
ALBERTO (bajando el rostro, como con vergüenza): ¡Nooo, eso es redifícil! y a la compu la prendo sólo para el Face, otra cosa no sé hacer…
LISANDRO (Da un salto como para tomar a Alberto del cuello de su remera): ¡¡Weee!!! ¡Alberto!… No puede ser… si la prendés para chatear también tenés que saber otras funciones de internet…
ALBERTO (Rojo, avergonzado y también enojado): ¡Te digo que no y no me jodas!
VILMA (Se para y se interpone entre los dos): Bueno… Bueno… dejen de discutir y miren ese señor que viene rengueando. (Señala a don Eugenio).
LISANDRO: (Con gesto de asco y fastidio): Ahhhh! Ese es un rengo mendigo… no sabe ni hablar, duerme en la plaza, en los bancos, usando cartones como colchón y para taparse. ¡Da asco!
VILMA: No hables así. ¿Alguna vez trataste de ayudarlo?
LISANDRO: Si se le da dinero, compra vino por todo, ni comida ni pan… solo alcohol.
VILMA: Pero… ¿por qué renguea? ¿Cómo llegó hasta esto que es ahora? ¿No tiene familia?
LISANDRO (Fastidiado): ¿Qué? ¿A qué se deben tantas preguntas, tanto interés por un triste mendigo, borracho y sucio?
ALBERTO (Olvidándose de la discusión y deseando hace entrar en razón a Lisandro): Lisandro…no hables así de un ser humano que debe estar sufriendo, no sabés qué le pudo haber pasado y quizás eso que le pasó, le provocó el resto.
LISANDRO (Prácticamente enojado, gesticulando): ¡Ah!! ¡qué bien! Ahora se convirtieron en trabajadores sociales los dos. ¿Por qué no van y le hacen compañía?
(Mientras los adolescentes discuten, el denominado Don Eugenio camina lentamente, rengueando, alrededor de la plaza como buscando un lugar donde descansar, arrastrando un viejo carrito de compras al que le falta una rueda, la bolsa de lona con varios agujeros y pedazos colgando por donde se escapan algunos cartones, bolsas de polietileno, trozos de ropa que van barriendo la tierra por donde transita el hombre. Su rostro muestra una sonrisa como plastificada, sin sentido, por lo menos para los que lo rodean. Los que pasan a su lado lo miran algunos con curiosidad, otros con el mismo asco que demuestra Lisandro).
VILMA: Yo, por lo menos, trataré de conversar con él para averiguar si puedo ayudarlo en algo.
ALBERTO: Yo te acompaño, Vilma.
LISANDRO: Conmigo ni cuenten. Lo que yo haré es denunciarlo a la policía la próxima vez que venga a dormir en algún banco, dando mal aspecto a la plaza.
VILMA: ¡No puedo creer que seas tan discriminador!
LISANDRO (Afectado, presuntuoso, acariciándose al mismo tiempo que habla): Yo soy bello, perfecto. No quiero a mi alrededor cosas o gente fea o imperfecta.
ALBERTO, VILMA, JULIÁN Y MÓNICA (Gritando todos al mismo tiempo) ¡Weeee! ¡Andá vos, agrandado! ¿Quién te pensás que sos?
LISANDRO: Ya les dije: soy perfecto, delgado, rubio, bien formado, sin ningún defecto.
(Todos reaccionan parándose con actitudes de echarlo, con rabia. Julián toma la palabra muy enojado): ¡Entonces, rajá de acá antes de que te llenemos de imperfecciones a patadas!
LISANDRO: ¡Está bien, me voy pero no me busquen después porque no me juntaré más con una manga de debiluchos y amantes de los defectuosos (se va caminando, despacio, con soberbia, sin mirar a sus amigos que deja atrás).
VILMA: Vamos, déjenlo. Vamos a dedicarnos a otra cosa más importante.
ALBERTO: ¿Qué idea tenés, Vilma, qué pensás que podemos hacer?
JULIÁN: Perdón, yo no hablé hasta el momento pero quiero poner un granito de arena. Mi viejo es comisario aquí en la Tercera. Puedo averiguar quién es este señor y si tiene familiares.
MÓNICA: Y mi prima trabaja en el hospital así que, cuando tengamos el nombre podremos saber si alguna vez estuvo internado y por qué.
VILMA: ¡Joya! A la salida de la escuela nos reunimos otra vez con los datos para discutir cómo seguimos.
JULIÁN: ¡Ahhh..! y vos… Alberto ¿ya sabés cómo resolver lo de tu tarea?
ALBERTO: Sí… Mamá tiene una enciclopedia que está en la biblioteca. Buscaré allí y prometo firmemente que trataré de aprender a ocupar internet para ejercicios más intelectuales, no solo para chatear o simplemente imprimir lo que encuentre, sino para verdaderamente estudiar y sacar mis propias conclusiones. No quiero ser un analfabeto tecnológico ¡Jajajaja! (Mientras ríe, se va dando pequeños saltos en lugar de caminar).
JULIÁN: ¡Bien por vos, Alberto. Eso es pensar en positivo. Te ayudaremos cuando quieras.
MÓNICA (Palmeando a Alberto): ¡Sí, sí, Alberto, así se piensa y se actúa! ¡Ya sabés que podés contar con nosotros!
(Mientras los adolescentes toman cada uno su camino, el personaje, objeto de la conversación y del incipiente proyecto juvenil, Don Eugenio, se detiene frente a uno de los bancos de la plaza y con la misma sonrisa sin razón, comienza a acomodar sus cartones, susurrando una canción apenas audible y que suena más o menos así:
……………………………………….
“Yo sé que estoy piantao, piantao, piantao…
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste… Vení! Volá! Sentí!…
el loco berretín que tengo para vos:
Loco! Loco! Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sabana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón”.
…………………………….
(Cae la noche, sin luna ni estrellas, Don Eugenio duerme, por momentos temblando de frío. De repente se escuchan las sirenas de la policía, el automóvil se detiene y tres oficiales bajan y, sin ningún miramiento ni respeto, lo empujan, lo estiran, lo jalan entre gritos, órdenes, insultos, hacia el vehículo, tirando sus elementos en el contenedor que encuentran a su paso. El pobre hombre no se resiste ni protesta, solo se deja llevar con su pierna enferma colgando).
Continuará