Pensar en grande es una manera de ver las cosas y es también una actitud frente a la vida.
Pensar en grande va de la mano de la fe que nos tenemos y es el motor que impulsa a lograr lo que soñamos.
No se necesita estar frente a un proyecto de negocios para pensar en grande; hacerlo, es algo que se manifiesta en cada cosa del día a día.
Es planear lo que realmente queremos, y si eso no se puede ejecutar todo en un mismo momento, hacerlo de a partes, pero que la suma de esas partes nos lleve a nuestro plan realmente soñado.
Todo lo que está a nuestro alrededor fue primero pensado, y luego creado por alguien que se atrevió a desafiar imposibles.
Si pensamos en varios años atrás en la posibilidad de volar en avión, o poder comunicarnos por teléfono y vernos al mismo tiempo, hubiéramos creído que era imposible.
Pensar en grande es tener en la mente la pregunta ¿Cómo? Partiendo de que es posible, solo hay que encontrar la manera.
Pensar en grande es entender que si soñamos algo es porque tenemos la posibilidad de convertirlo en realidad, pero a esa posibilidad hay que agregarle trabajo, creer en uno, constancia y disciplina.
Pensar en grande es animarnos a ser todo lo que podemos ser, es desapegarnos del resultado, y sentimos libres de intentar una y mil veces sin importar cuanto fracasemos.
Pensar en grande es no quedarnos con cosas pendiente y es tratar de alcanzar lo inalcanzable. Como afirma Leo Burnett: “Trata de alcanzar las estrellas, nunca llegarás, pero seguramente no terminarás con las manos embarradas”.
Natalia Moyano
Contadora con
corazón de escritora
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