La dinámica de los árboles nos contiene a todos en nuestra naturaleza humana, al estar frente a un árbol de cualquier especie decimos que no solo estamos delante de él, sino más bien estamos dentro de él. Ya que debajo nuestro están sus raíces y sobre nuestras cabezas sus ramas, prácticamente ningún organismo es capaz de envolvernos por completo como lo hacen los árboles, quizás por ello nos sentimos en el seno de la creación, la naturaleza y también de nosotros mismos.
A partir del contacto que podemos establecer con los árboles aparecen un sin número de relaciones que nos dan oportunidad de vernos semejantes.
Los vasos conductores llamados xilema y floema, en los árboles donde fluyen nutrientes y agua sin puede corresponderse a nuestro sistema circulatorio quien a fuerza gravitacional y desde el corazón o cerne, tenemos las rutas de acceso al recorrido celular, por cada recóndito órgano o rama, con hojas o epitelios que permiten aumentar la superficie de contacto con nutrientes, con el sol y en fotosintética mirada alcanzar la fuerza que determina la energía para vivir un día más.
Los espejos de agua, que brillan a nuestros pies, cuando nos devuelven nuestra imagen, siempre va acompañada de un marco natural y constituido por el entorno en el que estamos incluidos, del que somos parte. Prestar atención a los componentes del entorno, tanto los animados como los inanimados, los que están sobre la superficie del suelo y los que están por debajo del mismo. Saber lo que está y lo que ya no está, pero que formó parte.
Y abrazar para reconocer, comprender, asimilar, aceptar y cambiar, por supuesto lo que necesitemos.
Como hacen los árboles, apenas damos unos pasos hacia ellos, transformando el aire, la luz y el agua, los nutrientes y micronutrientes, metiéndose dentro de nuestra circulación y dando lugar a cambios verdaderamente estructurales, siempre que dejemos que ocurran.
A los árboles, gracias.
Anahí Fleck
Magister en Neuropsicología.
0376-154-385152