La demanda de familias con hambre que asisten a los comedores provinciales casi se duplicó en los últimos meses en Posadas. Esto tiene varios causantes pero se presume que los más importantes son: la inflación, el aumento de la pobreza y la decisión de la Nación de retener desde diciembre los alimentos que enviaba a comedores comunitarios.
La situación está perjudicando a familias vulnerables de todo el país, al punto que la Iglesia, la Justicia Federal y las organizaciones sociales reclamaron, cada uno por su lado, que se repartan las 5.000 toneladas de alimentos que se encuentran guardadas y retenidas desde diciembre, que habían sido compradas por el Gobierno anterior para distribuir y luego del cambio de Presidente, se “encajonaron”.
A Misiones, durante 2023, llegaban 600 toneladas mensuales de alimentos que se repartían en unos 300 comedores administrados por entidades sin fines de lucro, organizaciones sociales, fundaciones y comedores de la Iglesia. Desde hace seis meses no llega un solo kilo. A raíz de esto, sumado al crecimiento de la pobreza y el encarecimiento de la comida, se ha notado un fuerte incremento en el número de asistentes a los comedores que financia el Gobierno provincial.
Según explicó el ministro de Desarrollo Social, Fernando Meza, las cocinas centralizadas de esa cartera elaboran entre 60 y 65 ollas de comida a diario. Además, se reparte la comida a otros 85 comedores descentralizados.
“Teníamos una olla de 100 litros que alcanzaba para un promedio de 40 a 45 familias” dijo a Radio República. “En este último tiempo hemos tenido en algunos sectores de la ciudad una demanda promedio de hasta casi 70 familias (por olla)”. En números, casi duplica el promedio.
Explicó que “esto puede responder a distintas cuestiones, de que se cerró el comedor más cercano, o que tal vez hoy, por la situación económica, el dinero ya no alcance tanto. Hay muchos factores que hay que ir analizando”.
De hecho, hay comedores que no tuvieron más la asistencia nacional y dejaron de funcionar. Otros están haciéndolo pero a menor escala y se arreglan como pueden.
Sobre el corte de la ayuda nacional, Meza dijo: “Entiendo que esta comida que está retenida por parte de la Nación responde a organizaciones sociales, a iglesias de distintos cleros, que anteriormente llegaban a las provincias, y desde diciembre que eso se vio interrumpido”.
Reflexionó que “es un momento donde se necesita y mucho, se puede consultar a algunos comedores que antes recibían financiamiento de Nación, y que hoy, lastimosamente, tuvieron que descontinuar esa entrega. Se resiente también lo que está en vigencia”.
“Estamos teniendo un incremento de comensales en los distintos puntos que responde a esto, donde antes había un comedor y hoy no está funcionando, muchas de esas familias se ven reasignadas en otros comedores que sí están cocinando diariamente”, explicó.
Añadió que, a la comida distribuida, se suma otra ayuda del Estado: “Hay que sumarle entrega de módulos de alimentos a familias que están en situación de vulnerabilidad, donde se hace un acompañamiento”, y durante los períodos que no hay cosecha de yerba, durante seis meses, “se hace acompañamiento a familias tareferas, en promedio de 12.500 familias, donde también se entregan módulos alimenticios, todo esto se hace con un enorme esfuerzo de recursos de la provincia”, indicó.