En medio de la polémica por el funcionamiento de las universidades públicas y el CONICET en Argentina, dialogamos con Verónica Martínez-Marignac, quien trabaja en la esperanzadora investigación de un té nativo y de origen americano para combatir el cáncer.
La investigadora entrerriana es una de los “1000” profesionales egresados de la carrera de Licenciatura en Genética de la Universidad Nacional de Misiones. Culminó sus estudios en el año 1996 cuando la carrera era la única en el país. Este fue el primer paso para luego lograr el doctorado en Ciencias Naturales de la UNLP, otros tres posdoctorados, dos en Antropología Molecular (UNLP), y otro realizado en la Universidad de Toronto (Canadá), y el tercero en Química Analítica, también en norteamérica. Actualmente trabaja en Diamante, Entre Ríos y es investigadora del CONICET.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, remarcó el rol de la universidad pública en los estudiantes de nuestro país y como esto fue el puntapié para lograr grandes metas en su vida académica y profesional. Por otro lado, contó detalles de como surgió la investigación que busca afirmar a un antiguo té americano como cura contra el cáncer.
“Yo soy graduada de 1996 de la facultad pero hay que tener en cuenta que hasta el 2000 era la única universidad que tenía la carrera de Licenciatura en genética, no existía en otro lado. Éramos muy variados, de todas las provincias, muchos trabajaban mientras estudiaban, no veían a sus familias en todo el año en mi caso también, la idea era aprovechar todo lo que nos daban y era estudiar, estudiar y estudiar”, comenzó diciendo. En este sentido, resaltó la importancia de la continuidad de las universidades como públicas y gratuitas.
Asimismo agregó: “Una vez con la licenciatura pude perfeccionarme dentro de lo público, siempre fui muy agradecida. Yo quería quedarme en el país pero por este tema del CONICET, y su situación, conseguí trabajo en la Universidad de Toronto, en el área de antropología molecular, cuando en el mundo solamente había 5, y yo tuve la suerte de ir a uno de esos. Realice el posdoctorado y llegue a ser manager de un laboratorio”.
Por otro lado, se refirió al CONICET y su importancia, sin dejar de destacar que la situación actual del organismo no es noticia: “Cuando pedí la beca en el CONICET no estaba bien económicamente, no podemos decir que es algo de este gobierno porque históricamente nunca estuvo bien”.
Debido a su experiencia a nivel internacional, hizo una reflexión: “No podemos comparar con la privada porque todos los estratos sociales van a la pública por la calidad. En Canadá me preguntaban a mi siendo graduada de la universidad pública y le decía que es una oportunidad que a veces no todos la tomamos, porque no la valoramos, ¿por qué? porque siempre lo hemos tenido”, agregó.
Primeros pasos en Canadá
Luego de obtener su doctorado, Verónica viajó a Canadá y comenzó a trabajar allí. Como profesional de la genética, sostuvo que “Nunca quise hacer cáncer, primero porque es muy triste, pero también entendía que era incurable”.
Ya en Canadá ingresó a trabajar en la Universidad de McGill en Montreal, en el Segal Cáncer Center. “Empecé con la idea de ver relaciones celulares y eso me llevó a conocer todas las vías proteicas y de regulaciones asociadas a tumores”.
Asimismo, comenzó a trabajar en un proyecto para ver “Por qué se muere una célula tumoral y por qué no se muere”. “Con ese plan regresé a Argentina en 2014 como repatriada del CONICET”.
Ya en Argentina comenzó a trabajar en el modelo de análisis preclínico con ratones. “Descubrí que había un gen de reparación que sí está sobre estresado termina siendo resistente a ciertas drogas antitumorales”. A partir de ahí avanzó y comenzó a estudiar en otras ramas de la materia, como el metabolismo y su relación con el cáncer.
¿Cómo surge la investigación del Té?
Respecto esto, Martínez-Marignac contó que un estudiante (quién además fue el que se contactó con este medio para conocer sobre la investigación), Leonel Mondragón fue el primero en nombrárselo: “Me preguntó si lo podía ayudar con una beca para estudiar si existía relación entre Malaria y Cáncer. Le dije que era interesante y hagamos análisis. En ese transcurso yo empecé a trabajar con un modelo animal donde para producir daño al ADN utilizabamos Rayos X. Él me dijo que había leído un reporte de un té canadiense, y me sugirió dárselo a los ratones. Probemos el té, dije”.
Sin muchas esperanzas, comenzó a investigar: “Dije ‘debe ser como el té verde, hay muchas cosas dando vueltas y no fundamentan’. ‘Debe ser otro té, vamos a probarlo’. Lo que hacía era producir daño en los ratones con rayos X y ver como los afectaba. Estaba usando vitamina C para estudiar las mejorías y comencé a usar el té, sin creer que podría funcionar. Con vitamina C solo se puede tratar por 14 días, los ratones tenían reparación del ADN con igual tasa de daño pero bajaba, y le di el té por las 30 semanas de vida de los ratones, y el nivel de daño que tenían eran mejor. Los ratones que recibían solamente té y no recibían daño no tenían nada de daño, en comparación los que no había recibido nada. Los que recibían radiaciones también mostraban mejorías”.
Esta primera prueba fue lo que captó la atención por parte de la profesional respecto de esta insfusión. A partir de ahí comenzaron a trabajar, mandaron el “poster” a Canadá, y se comunicaron con la empresa que vendía el té. “La canadiense me dice ‘ te podemos dar un premio, nosotros hemos sido muy perseguidos, porque Estados Unidos compró la patente y lo desarrolla, con la condición de que se iban a comprometer a hacer los estudios formales para publicar. Nunca publicaron nada’”.
El té es originario de los nativos americanos de Ontario, de una tribu denominada Ojibwa. Consta de 4 hierbas, pero como la empresa que vendía el té no podía seguir comercializando (por la patente) le agregaron 4 hierbas más que se sabe son antitumorales y así no tener inconvenientes con el patentamiento. “Hoy se llama “el té de 8 hierbas o “Flor Essence”, aunque se sigue llamando “Essiac” que es el nombre original”, comentó Verónica.
Le solicitaron a la empresa que costee los gastos para presentar el póster. “Lo expusimos y hubo muy buena recepción. Cuando llegamos acá se dio la pandemia. Seguimos trabajando con el té e hicimos ensayos. Hicimos un estudio fase 1”.
Cuando lograron este primer estudio, la empresa canadiense patentó el té en Argentina. “Yo no sabía, al poner el póster que lo hacíamos en Argentina, vienen acá hacen todos los trámites, y sacan todos los permisos para ser la única empresa que puede vender Essiac en Argentina. ¿Lo está vendiendo? no, pero le puso el precio de 65 dólares que es mucho, pero no para un antitumoral. Eso frena la venta al público general”, contó.
¿Qué hicieron?: “Comenzamos a trabajar con el té de 8 hierbas, no es el Essiac. La intención nuestra era que si es un té que no tiene contraindicaciones se puede dar como coadyuvante, es antioxidante pero también activa el sistema inmune, la limpieza de las células tumorales, evitaría la metástasis. Muchos estudios están hechos, las 8 hierbas están reportadas, muchas son antivirales también, hacen el “boost” del sistema inmune, otras antioxidantes, y reportadas como antitumorales, pero todas en animales”, explicó la genetista.
Estudios
Martínez Marignac, explicó que el estudio Fase 1 es para determinar el efecto en la población normal, “darle el té para saber si es tóxico o no y nosotros descubrimos que no. El té junto con el placebo, que era mate cocido, lo dimos a ciegas, eran 12 y 12, tomaron los dos, placebo y té, cuando sacamos el ciego, el té no fue tóxico, y ahora estamos yendo a un Fase 2. Estamos organizando tema presupuesto, pacientes, médicos informados del posible efecto del té. La intervención la vamos a realizar con pacientes que utilicen su derecho de pedir si se le puede dar el té”.
Comentó además que Mondragón, “fue el primero que me dijo del Essiac, quiso patentarla y traerla a la argentina, no la pudo traer por temas aduaneros. Lo trajo a Paraguay, y hacemos los trámites para que se pueda traer aquí. En Paraguay ya se puede acceder”.
Algunas de las hierbas que tiene este té son Cardo Bendito, Raiz de Bardana, Trebol Rojo, Quelpo, Acedera con Raiz, Olmo Resbaladizo, Berro, Ruibarbo Turco. “La idea es producir acá y en el futuro producirla de forma orgánica, para enviarla a Estados Unidos que nos ayudó”.
Actualmente la investigación sigue su curso, y se plantean nuevos desafíos. “La pregunta que surge ahora también es ¿Cómo seguimos? para no tener el freno de farmacéuticas grandes, suplementos y demás. La idea es seguir con el proyecto, sin publicar resultados, como parte del CONICET, con la empresa de Paraguay y con la intención de que esté alguna vez esta empresa aquí en Argentina”.
“Yo soy muy cauta, no puedo decir que es antitumoral, hasta no tener el fase 3 y si hay una mejoría. El panorama del cáncer es muy amplio, el diagnóstico, la causa, el perfil genético y metabólico, del tipo de cáncer , y más , es complejo”, añadió.
Según expuso la profesional, a partir de ahora deben centrarse en buscar pacientes, centrarse en quién reclutar, el diagnóstico, el tiempo que llevan con la enfermedad y qué drogas han tomado. “No vendo nada como ‘sí’, es un antitumoral, hay que hacer estudios, pero es muy factible que sea bueno. En los animales es impresionante”, cerró.