En exclusiva con PRIMERA EDICIÓN, el Dr. Hugo Pizzi, médico infectólogo, reveló y explicó nuevos datos impactantes sobre la pandemia de COVID-19. El reconocido especialista destacó hallazgos cruciales sobre afecciones de salud que han sido descubiertos recientemente, a más de 4 años de la pandemia que afectó al mundo en el 2020.
El dato divulgado por el informe de Naciones Unidas arroja cifras desgarradoras en cuanto a la cantidad de muertes a nivel mundial: “Hoy se estima que han fallecido 14 millones de personas debido al COVID-19, una cifra considerablemente mayor que los 8 millones previamente conocidos. Hubo golpes colaterales, por ejemplo, en personas con comorbilidad que no estaban registradas, entonces la inferencia estadística hoy que da Naciones Unidas es de 14 millones, en un estudio lineal que se hizo”.
Más allá del recuento de fallecidos, una de las repercusiones más alarmante de este informe es el cambio en la esperanza de vida: “Se ha observado una disminución de un año y seis meses en la expectativa de vida de los adultos”, dijo Pizzi. Este dato revela el impacto profundo que la pandemia ha tenido en la salud y el bienestar de la población adulta.
Sin embargo, lo que resulta intrigante es que, mientras los adultos han experimentado esta pérdida en la expectativa de vida, los niños han visto un aumento en la suya. “Los niños, al estar protegidos y alejados del entorno escolar, han experimentado un cuidado adicional por parte de sus familias, lo que ha contribuido a una mejora en su expectativa de vida”.
La disparidad en los efectos de la pandemia entre adultos y niños tiene su lógica, según el Dr. Pizzi: “Mientras los adultos se encontraban en la línea del frente, expuestos al riesgo, muchos de ellos trabajando en condiciones difíciles, los niños estaban resguardados en un ambiente familiar”. Esta divergencia en las experiencias durante la pandemia refleja la complejidad y las múltiples facetas de sus impactos.
Por otro lado, reflexionó sobre los desafíos que enfrentaron los médicos durante la pandemia, recordando con pesar a aquellos que perdieron la vida en la lucha contra un enemigo desconocido: “He perdido a la mitad de todos los médicos que he formado. A tal punto que se inauguró una placa en la Facultad de Medicina y lleva 10 minutos leerla, eran los que estaban en trinchera y que no sabíamos realmente quién era el enemigo, era un enemigo desconocido”.
Nuevas secuelas descubiertas
Los efectos secundarios de la pandemia de COVID-19 son igualmente impactantes, y además de las cifras demográficas alarmantes, hay secuelas médicas que continúan desafiando a los profesionales de la salud.
“Las secuelas de la pandemia son de tal magnitud que aún con la experiencia de comités especializados, los médicos no hemos logrado subsanarlas completamente”, expresó el médico. Entre las patologías más preocupantes se encuentran, por ejemplo, los problemas cardíacos: “Hay problemas que han quedado en el corazón con falta de ritmo, hay otros que han quedado con acumulación de líquido en el pericardio que tampoco se lo ha podido solucionar adecuadamente”, explicó Pizzi.
A nivel cerebral, las consecuencias son igualmente preocupantes. “Algunas personas han perdido permanentemente la capacidad de orientación en el tiempo y el espacio, mientras que un pequeño porcentaje ha desarrollado demencia”, advirtió poniendo en manifiesto la capacidad destructiva del virus. “Repito esto para que la gente tome conciencia de la capacidad destructiva, este virus generó demencia, o sea, primero pérdida de la ubicuidad temporoespacial, pero también casos de demencia”.
En el ámbito de la otorrinolaringología, también se han registrado secuelas significativas, como el tinnitus, un zumbido persistente en el oído que afecta levemente la calidad de vida de quienes lo padecen.
Además, el aparato locomotor ha sufrido numerosos problemas, incluyendo complicaciones renales y otros daños en órganos y sistemas del cuerpo humano. “No hay órganos, no hay sistema del cuerpo humano que este virus haya dañado. Por ello los hospitales escuelas y las universidades nacionales han hecho comités formados por clínicos, internistas, otorrinolaringólogos, oculistas, infectólogos, fisioterapeutas nutricionistas y demás”.
Los más vulnerables
Los más vulnerables ante la pandemia de COVID-19 son aquellos que presentan fragilidades en su salud. “No se trata solo de enfermedades, sino de los enfermos. No todos los organismos reaccionan de la misma manera frente al virus”, explicó el Dr. Pizzi. Es evidente que existen diferencias significativas en la fragilidad de las personas, y esto se hace más evidente en los extremos de la vida (niños y adultos mayores). “Las personas con comorbilidades, como cardiopatías, diabetes, asma crónica u obesidad mórbida, son más vulnerables ante un embate de estas características”.
Esta diversidad en las respuestas del organismo ante el virus plantea desafíos adicionales para los profesionales de la salud en el manejo de la enfermedad.
¿Por qué siempre vamos un paso atrás?
El profesional de la salud instó a la sociedad a ser prudentes, cuidar y cuidarse. “Si usted tiene un incendio, después haces una evaluación del mismo y va a ver la cantidad de daño y por qué se produjo esto y por qué se cayó aquella parte y por qué esto resistió ¿no?. Acá en medicina es exactamente lo mismo, nos encontramos con un enemigo que desconocíamos, inclusive la cantidad de muertos que hemos tenido nosotros cuando estamos en la trinchera defendiéndonos, no sabíamos con quién estamos enfrentados. Entonces evidentemente poco a poco se fueron conociendo cosas”.
La pregunta sobre por qué siempre vamos un paso atrás en la lucha contra diversas enfermedades, tiene múltiples facetas. Una de las principales razones, según el Dr. Pizzi, es el estado actual de la educación en el país, lo cual impacta significativamente en la capacidad de la población para comprender y seguir las medidas de salud pública.
“La falta de educación es un factor determinante en nuestra lucha contra las enfermedades”, expresó el Dr. Pizzi. Con cerca de 10 millones de personas que no saben leer ni interpretar un texto, se hace difícil transmitir conceptos sanitarios y fomentar la adopción de medidas preventivas. Esta situación refleja un retroceso preocupante en comparación con décadas anteriores, cuando Argentina solía ser un modelo de alfabetización para toda América Latina.
“Argentina, décadas atrás, era un referente en alfabetización en toda América Latina. Sin embargo, en la actualidad, el país enfrenta desafíos significativos en este aspecto”, lamentó Este retroceso en la educación dificulta la implementación efectiva de medidas de salud pública y la concienciación sobre la importancia de la prevención.
Por último, a pesar de los avances logrados en la lucha contra el COVID-19, Pizzi destacó la necesidad de continuar con la vacunación y actualización de las vacunas. “El virus sigue circulando, como lo demuestran los 100.000 casos y 500 muertes del año pasado”, recordó. Es fundamental que las personas comprendan la importancia de vacunarse, especialmente aquellos mayores de 50 años y aquellos con comorbilidades, para protegerse a sí mismos y a los demás.