En Argentina, receptora de varias oleadas de inmigración, es bastante común que nombres y apellidos hayan cambiado su versión original por algún error cometido en Migraciones. Pero ese no fue el caso de Domingo Faustino Sarmiento, ilustre nativo que jamás se llamó Domingo.
Su verdadero nombre era Faustino Valentín: Domingo fue un apelativo familiar que le puso su madre, fiel devota de Santo Domingo, tal como lo reconocen sus propios descendientes.
Pero curiosamente, aquel nombre de pila traspasó las paredes del hogar y se inscribió en la faz pública: como escritor, gobernador, legislador, ministro y presidente de la República, el maestro sanjuanino Faustino Valentín Sarmiento juró y firmó como Domingo Faustino Sarmiento y, como tal, pasó finalmente al bronce.
Otro presidente que ejerció con un nombre que no era el suyo fue Bernardino de la Trinidad González de Ribadavia y Rivadavia, más conocido como Bernardino Rivadavia.
Su padre, don Benito, abogado de la Real Audiencia, se apellidaba De González Ribadavia; en tanto que el apellido de su madre, una mulata llamada María Josefa, era Rivadavia, ambas veces con “v”.
Huérfano de madre a muy temprana edad, al llegar a la adultez Bernardino suprimió sus dos apellidos paternos y pasó a la historia sólo con el materno, sin dar explicación alguna.
María Estela Martínez de Perón, quien ejerció como vicepresidenta y luego como presidenta de la República entre 1974 y 1976, usó su verdadero nombre para jurar y firmar; sin embargo, fue y sigue siendo más conocida por Isabel Perón, nombre derivado de su apelativo artístico: Isabelita.
A su vez, su marido y por tres veces presidente argentino, Juan Domingo Perón, fue -según su acta original de nacimiento- Juan Domingo Sosa.
Su propio amigo y escritor Enrique Pavón Pereyra -quien en vida del general, y con su autorización, publicó “Yo Perón”, la única biografía autorizada que se conoce- reveló que había nacido como Juan Domingo Sosa el 7 de octubre de 1893 y que luego fue vuelto a anotar como Juan Domingo Perón, nacido el 8 de octubre de 1895.
No fue por error sino por necesidad: los prejuicios de la época y el fuerte elitismo existente en las filas castrenses impedían que un hijo natural cursara la carrera militar.
De similar manera, María Eva Duarte fue en los papeles Eva María Ibarguren, antes de casarse con Perón, debido a que su padre murió en un accidente antes de que alcanzase a reconocerla.