Muchos niños tienen que hacer frente a situaciones familiares conflictivas, cambio de colegio, mudanzas, expectativas de traslado a otros países, presión de compañeros y en algunas situaciones violencia hogareña o inseguridad en su barrio.
El impacto de una situación de estrés en un chico depende de su estilo personal de hacer frente a
los problemas y su capacidad de resolverlos, su personalidad y grado de madurez y el apoyo familiar.
De todas formas no siempre es obvio para los padres darse cuenta cuando sus chicos se sienten sobrecargados. A los chicos les resulta difícil describir cómo se sienten y muchas veces cuando se les pregunta “¿Qué te pasa?”, algunos responden “Nada”, otros “Me duele la cabeza” (o el estómago) y otros simplemente levantan sus hombros.
Frente al estrés, los chicos responden de diferentes maneras
Algunos lloran, están agresivos, contestadores o irritables. Otros están nerviosos, temerosos o aterrorizados frente al estresor. Otros pueden presentar manifestaciones físicas: dolor de cabeza, estómago, asma, problemas gastrointestinales como colitis y hasta úlceras y problemas dermatológicos.
Qué pueden hacer los padres
A los padres les gustaría poder evitarles a sus hijos todas las situaciones de estrés, pero esto es una tarea casi imposible. Lo que sí pueden hacer es ayudar a los chicos a desarrollar sus recursos y adquirir habilidades necesarias para aprender a mantener el efecto indeseado del estrés al mínimo.
Para esto deben aprender a:
• Reconocer nuestras propias manifestaciones de estrés y monitorear su nivel. El mejor indicador de cómo los niños enfrentan situaciones estresantes está basado en cómo lo enfrentan sus padres. Los padres deben saber que sus propios niveles de estrés contribuyen a los conflictos maritales y a su vez, las peleas frecuentes entre los padres afectan a los niños.
• Mantener la comunicación. Los chicos aumentan su sentido de seguridad con una buena relación y comunicación con sus padres.
• Mantener rutinas. El exceso de estímulos o estimulación deficiente puede desencadenar estados de tensión.
• Crear un espacio de relajación y juego con los padres y/o con compañeros. Cuando los niños juegan aprenden cosas, exploran su mundo de ideas y desarrollan habilidades interpersonales.
Todos estamos expuestos al estrés en nuestra vida cotidiana
El tema no está en evitarlo sino en cómo lo manejamos. Podemos controlar el estrés que nosotros generamos en nuestros contextos. Así podremos ayudar a nuestros hijos y a nuestra familia a desarrollar las habilidades necesarias para reconocerlo y enfrentarlo.