Décadas de malos gobiernos, elevados niveles de irregularidades y desencanto social para con su dirigencia decantaron en la elección de Javier Milei como presidente, un cambio de paradigma… en la teoría.
A la vuelta de estos más de dos meses de Gobierno se pueden advertir algunos datos. Bonos y acciones en alza, dólar blue estabilizado al igual que el “riesgo país”. Pero también un ajuste sin precedentes con severas consecuencias en una población que ya llevaba seis años consecutivos de caída del salario real.
En lo cotidiano también hay datos claros. El Gobierno exhibe graves problemas de habilidades políticas y la estrategia hasta hoy es redoblar la confrontación.
Montado en su propósito de lograr déficit cero, el mandatario argentino se dispone ahora a disciplinar a las provincias. Todo en un clima de elevada tensión con una situación económica y social muy delicada.
Los argentinos estamos en el medio de un conflicto y un ajuste brutal. La discusión fiscal se desarrolla con una gravedad muy profunda porque agrede el aspecto constitutivo del país y arroja la posibilidad de una ruptura unilateral, lo que generaría una crisis total.
Milei siempre aseguró que “el ajuste lo iba a pagar la casta”, pero su definición política de “casta” parece no ser la de la sociedad. Es cierto que existe un ajuste sobre algunos ministerios y secretarías, pero es realmente tibio comparado con el que sufre el pueblo. Jubilados, sectores medios y bajos son los que en verdad lo pagan, no la “casta” económica y política.
Así las cosas, el desfasaje entre el déficit cero y las consecuencias sobre la economía real es fenomenal. Aquellos puntos positivos que el Gobierno advierte en el mercado cambiario, la macroeconomía y los grandes números no tienen repercusión en la economía real.
Podrán aseverar que en setenta y pico de días es imposible cambiar años de malas decisiones, es triste y cierto. Pero también lo es que en poco más de dos meses los múltiples daños ejercidos al tejido social y económico de los argentinos hacen temer una irreversibilidad incluso a largo plazo.
Hay una fuerte y evidente dicotomía en afirmar que, para que en el futuro estés mejor, hoy tengo que empobrecerte mucho.