La imagen parece que llegó para quedarse. Paradas llenas. Vehículos que parten repletos y ya no se detienen en el camino. Usuarios que se ven obligados a salir hasta dos horas antes de sus hogares para poder viajar en colectivo. Trabajadores que no llegan a tiempo, jubilados que pierden sus turnos. Todo esto pese a que aún las escuelas siguen cerradas.
Tal como viene ocurriendo hace semanas, la reducción de la frecuencia en el servicio de colectivos en Posadas, Garupá y Candelaria por parte del Grupo Z provoca grandes trastornos a los usuarios ya que se forman largas filas en las principales terminales, al inicio de la jornada laboral.
A medida que se acerca el fin de las vacaciones, la menor circulación de unidades repercute más en la calidad del servicio que debería garantizarse a los pasajeros. “Vivo en Garupá. Para llegar a las 8.30 al trabajo, estoy saliendo a las 6.30 de mi casa y aún así no llego a horario”, contó una usuaria.
La principal preocupación de quienes necesitan de este medio de transporte es lo que puede ocurrir si se mantiene el recorte de frecuencias cuando comience el ciclo lectivo y se sumen miles de usuarios más entre estudiantes y personal docente.