Decenas de expertos confluyen por estos días en Melbourne (Australia) para participar de “Swiftposium”, un foro académico internacional organizado por la universidad de esa ciudad para intentar explicar, a través de más de 400 ponencias, cómo la cantante estadounidense Taylor Swift se ha convertido no sólo en un ícono musical sino en un fenómeno cultural y económico del siglo XXI.
Esta fama ha servido para visibilizar cuestiones como los derechos LGBTQ+ o graficar el ritmo deseado para practicar la reanimación cardiopulmonar (RCP), entre otros.
Mientras se convertía este domingo por la noche en el foco casi excluyente del partido donde Kansas City Chiefs -donde juega su novio- derrotó a San Francisco en la final del Super Bowl -el evento de fútbol americano que mueve legiones de fanáticos en Estados Unidos- la cantante de “Shake It Off” y “Blank Space” era -y lo será hasta mañana, cuando concluya el simposio- objeto de análisis por sus implicaciones en tantas facetas de la vida contemporánea, desde el género y el fandom hasta la economía, y desde la cultura popular hasta la política.
Swift está en medio de la gira musical más taquillera de la historia -el Eras Tour que en noviembre pasado la trajo a la Argentina-, ha ganado 14 premios Grammy, tiene el récord de de álbumes que debutan en el número uno de forma consecutiva (superando a Elvis Presley) y tiene también la mejor marca de álbumes número uno obtenida por una mujer en la historia.
Pero ahí no queda todo: es la primera artista a la que la prestigiosa Universidad de Harvard le dedicará a partir de marzo un curso basado en las letras de sus canciones.
Como antesala de ese evento tiene lugar ahora el “Swiftposium”, la iniciativa organizada por la Universidad de Melbourne que hasta mañana ofrece ponencias para analizar a fondo el impacto de la estrella del pop con el propósito adicional de entablar un diálogo crítico con los asistentes -muchos de ellos integrantes de su legión de fans conocida como swifties- en torno a su influencia en la literatura, la economía y la industria musical.
“Taylor Swift se ha convertido en un ícono cultural de extraordinaria influencia. Swiftposium es una conferencia académica híbrida para que los académicos participen en un diálogo crítico sobre la popularidad de Swift y sus profundas implicaciones para una variedad de temas que incluyen género, fandom, cultura popular, literatura, economía, industria musical y más”, describe la universidad.
El fenómeno desatado por la cantante nacida hace 34 años en Pensilvania ya tuvo otras derivaciones académicas: la Queen Mary University ofreció el verano pasado un curso que vinculaba la obra de Swift con nombres como Roland Barthes, cuya famosa teoría sobre “la muerte del autor” sirve para explicar las infinitas interpretaciones que los fans hacen de sus canciones – en las que siempre importa más la opinión del receptor que la intención de quien escribe las letras, como enunció Barthes- , o los artículos de Zadie Smith sobre cultura pop.
También la New York University y la Universidad de Texas, en Austin, ofrecieron las primeras clases sobre la cantante, a las que se sumaron, poco después, otros centros como Stanford, la Universidad de Misuri o la de Arizona.
En UC Berkeley, el abordaje de la figura de Swift fue distinto: inspiró un curso de negocios sobre emprendimiento artístico por su meticulosa elaboración de su propia imagen y los esfuerzos que ha hecho para adueñarse de su trabajo.
La idea del “Swiftposium” nació en julio con un tuit medio en broma con apenas unas decenas de “likes”. Pero cuando los organizadores anunciaron el evento meses después, respaldado por siete universidades de Australia y Nueva Zelanda, se volvió viral de la noche a la mañana y se convirtió en la antesala perfecta de los shows que dará la cantante en la ciudad australiana a partir del 16 de febrero.
Entre ayer y hoy, decenas de personas acudieron en masa al icónico Capitol Theatre de Melbourne para escuchar algunas de las conferencias sobre la megaestrella.
El simposio aloja un panel completo dedicado a la “Swiftonomics”, una tendencia acuñada para explicar su gigantesco efecto en las economías, y que ha llevado a muchos líderes mundiales a rogarle que realice una gira por sus países. En esa línea se discutió el efecto económico de la gira de Swift en las ciudades, la planificación urbana, el transporte público, los restaurantes y los hoteles.
Entre las ponencias que tuvieron lugar en estos días se destacan las de un dúo de madre e hija que leyeron letras de la cantante referidas al desprecio que la sociedad muestra por los intereses de las mujeres jóvenes, un tema que provocó una reacción de adoración de la multitud. Y para los nerds de la política, hubo un académico que presentó cómo los parlamentarios australianos usan Swift para despertar empatía con sus votantes.
La académica singapurense Aimee-Sophia Lim, que estudia cómo la artista está inspirando el activismo político en países del sudeste asiático, dijo a la BBC que es una gran admiradora, pero a menudo se siente decepcionada por el “feminismo blanco y centrado en Estados Unidos” de Swift.
“Quizás las personas de color y las del Sur Global deberían ser las que defiendan sus intereses y sus comunidades… pero el alcance de Taylor es innegable”, aseguró la investigadora de 23 años desde Singapur. Y agregó: “Sería fantástico si lograra ampliar su activismo, así tal vez podría dar una plataforma a otras personas que puedan hablar en nombre de sí mismas”.
“Es simplemente increíble ver cuántas maneras diferentes se pueden desentrañar Taylor Alison Swift”, resumió Jennifer Beckett, profesora titular de medios y comunicaciones en la Universidad de Melbourne. Y amplió: “Ha acumulado una cantidad enorme y, creo, sin precedentes, de poder e influencia en la industria. Económicamente, sus modelos de negocio son intensos. Hay mucho que podemos aprender de ella, pero también debemos pensar críticamente.
En estos días también se discutió el papel de Swift como poeta, ícono feminista y sagaz empresaria. El simposio de Melbourne se hizo eco de un curso de 2023 en la Universidad de Gante, Bélgica, que examinó si Swift es “un genio literario”.
Uno de los elementos más extravagantes que surgieron de la conferencia de Melbourne fue que los académicos creían que los ritmos de sus canciones también podrían ayudar en la reanimación de los corazones. La canción de los Bee Gees “Stayin’ Alive” (1977) se ha enseñado durante años como un ritmo a seguir en la reanimación cardiopulmonar (RCP), y los académicos ahora han identificado las canciones de Swift que alcanzan los ritmos correctos por minuto y pueden atraer mejor a las generaciones más jóvenes.
“[Swift] de alguna manera se ha convertido en la superestrella más divina del planeta, más grande de lo que pensé que era posible”, dijo en la conferencia la oradora principal Brittany Spanos, reportera de Rolling Stone que en 2020 impartió el primer curso universitario sobre el ídolo.
Fuente: Agencia de Noticias Télam